En momentos donde la alegría chavista es el sentimiento predominante, y con justicia podrá cerrar las navidades del año 2013 con sabor a legítima victoria, es preciso no perder de vista para el año 2014, la necesidad de un análisis en profundidad de las correlaciones de fuerzas y sus dinámicas de flujo o reflujo revolucionario de cara a los próximos desafíos electorales para la renovación del parlamento venezolano.
Recientes informaciones señalan que el número de alcaldías conquistadas por las fuerzas sociales y políticas que conforman el Gran Polo Patriótico, cuyo principal eje electoral es el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) asciende al menos a 210. De este número de Alcaldías, al menos 13 corresponden a capitales de los 24 estados a lo largo del país. Con 97,52% de la transmisión, el chavismo obtuvo 5.111.336 votos, lo que significa el 49,24%, mientras que las organizaciones de derecha sumaron 4.435.097 votos, lo que representa el 42,72%, con una brecha relativa a favor de la revolución de 6,52%, porcentaje suficiente para salir de una zona de riesgo político (i).
Otras organizaciones políticas obtuvieron 833.731 votos, lo que se traduce en 8,03% de la población electoral, hecho importante a tomar en consideración para comprender los límites de los agrupamientos que alientan la polarización política, pues estos votos podrían ser claves para inclinar las balanzas en una u otra dirección. LO cierto es que en las actuales circunstancias, la estrategia opositora de pescar en rio revuelto ha sido derrotada momentáneamente (ii).
Por ahora, conviene administrar la victoria con alegría, pero con criterios de mesura y escasez, pues apenas estamos en la senda de la recuperación de las ventajas del voto bolivariano obtenidas por Chávez el 7 de octubre de 2012 en la geografía electoral del país.
En ese momento, el Presidente Chávez coronó su última victoria personal, consagrándose definitivamente como un competidor electoral invicto en materia de elecciones presidenciales (iii). Sin embargo, persisten zonas geográficas de inestabilidad y desventaja que no pueden perderse de vista en el contexto de una legítima alegría por el triunfo obtenido.
El principal significado de la clara recuperación del voto bolivariano en las pasadas elecciones del 8-D, contra todas las voces agoreras de los “profetas del desastre”, fue la derrota contundente de la tesis opositora del plebiscito para “sacar a Maduro de Miraflores”. Así mismo, la orquestación política y mediática de la derecha continental y mundial se quedó con los crespos hechos imaginándose que el chavismo estaba a punto de sufrir su más estrepitosa derrota (iv).
El principal descalabro fue para quienes avalaron la tesis del plebiscito contra Maduro, y el saldo de este fracaso no dejara de sentir sus movimientos telúricos en el seno del campo opositor y para su dirigencia, que pierde prestigio y reconocimiento de su liderazgo, ante la imposibilidad de sincronizar y calibrar su avance en algunas de las principales capitales de los estados del país sin lograr superar en votos al campo bolivariano y chavista.
La unidad bolivariana logró recuperar así la dirección de la victoria, aunque falta mucho por hacer para consolidar una superación realmente fructífera de las debilidades, diferencias, tensiones y contradicciones no antagónicas que recorren internamente a las fuerzas sociales y políticas que conforman una gran alianza popular revolucionaria (v).
Ciertamente, la principal barrera de contención de los planes desestabilizadores de la derecha, fue la unidad de la multitud chavista, bolivariana, plebeya y revolucionaria alrededor de su liderazgo. El pueblo bolivariano organizado, le puso límites a quienes lo siguen minimizando y desvalorizando como sujeto del cambio en Venezuela.
Si la cadena de equivalencias entre el protagonismo popular, el prestigio del liderazgo político de la Revolución Bolivariana y el legado revolucionario de Chávez logra consolidarse, la correlación de fuerzas seguirá siendo favorable para la conducción del Presidente Maduro, que sigue siendo subestimado por una oposición y por algunos sectores bolivarianos vacilantes que no comprenden ni descifran sus cualidades de liderazgo.
La gran frustración del “Estado Mayor Político” de la oposición fue no poder lograr sacar más votos que el proceso bolivariano a nivel nacional, ni lograr conquistar la victoria en la Alcaldía Libertador, a pesar de haber conquistado la victoria en el resto de los municipios del área metropolitana de Caracas, hecho que no permitió la tan necesaria victoria del candidato bolivariano Ernesto Villegas para la Alcaldía Mayor, aunque su desventaja sea por estrecha diferencia de votos.
Una victoria de Ernesto Villegas podría haber significado un auténtico salto cualitativo para el avance de las fuerzas bolivarianas en la principal capital del país, y su figura sigue destacando para apalancar la unidad de las fuerzas bolivarianas en todo el complejo campo minado de la gobernabilidad de la gran capital.
De manera que los planes opositores de descalabro definitivo del Gobierno se vieron contenidos por la multitud chavista plebeya en toda la geografía electoral del país, aunque cabe destacar que en el día de la lealtad a Chávez no se logró conquistar la alcaldía de la ciudad capital del estado Barinas, su estado natal. Situaciones como esta, así como en las capitales de los estados Táchira, Mérida y Monagas deben ser leídas con cabeza fría y con humildad intelectual, para evitar que la recuperación obtenida por las fuerzas bolivarianas de lugar a actitudes arrogantes del triunfalismo.
El claro viraje de la política del Gobierno de Maduro hacia medidas de corte populares en el terreno económico y social a partir del mes de Octubre, cuando solicitó formalmente los poderes habilitantes, ha sido una clara demostración de re-sintonización del gobierno con el legado revolucionario de Chávez. De manera que cabe complementar este viraje hacia la izquierda, renovando y reactualizando a fondo las “líneas de acción política para la coyuntura política” elaboradas por el partido victorioso en la actual contienda: el PSUV; reforzándolas con los criterios político-ideológicos, la participación y compromiso de las fuerzas aliadas al PSUV, quienes también contribuyeron a consolidar una clara senda de recuperación para la victoria bolivariana.
Si el GPP como alianza popular revolucionaria (vi) logra sortear sus tensiones y diferencias internas, podría definitivamente demostrar que hay una estructura de oportunidad para la viabilidad del Plan de la Patria, así como su más alta fidelidad a la meridiana claridad expresada por Chávez cuando habló de unidad, batalla, lucha y victoria aquel 8 de diciembre de 2012.
No hay que minimizar que la oposición gana espacios de poder en varios estados del país. Ciudades importantes como Valencia (Carabobo) y Barquisimeto (Lara) pasan a manos opositoras. Dados los cómputos obtenidos hasta ahora, en lo que respecta a las capitales de las entidades federales, el oficialismo triunfó en por lo menos 13 y la oposición en por lo menos 8. De esa forma, la MUD recuperó Barquisimeto, Valencia, Maturín y Barinas y perdió Ciudad Bolívar y San Carlos. Los resultados de Puerto Ayacucho (Amazonas), San Juan de los Morros (Guárico) y Coro (Falcón) muestran una competencia cerrada. En Zulia, la MUD consiguió mantener Maracaibo, por estrecho margen, un municipio vital para el despliegue de las fuerzas bolivarianas. En Táchira, la oposición muestra signos importantes de recuperación, lo cual nos lleva de nuevo a comprender las regiones pivotes de potencial desestabilización o zanas geográficas de riesgo político (ver Mapa Anexo).
Tampoco se ha llegado a valorar suficientemente el papel de la abstención en los recientes comicios. La participación en el proceso de elecciones municipales (58,9 %) superó la registrada en las regionales del 16 de diciembre de 2012 (53,8 %), pero dado los objetivos políticos y el contexto de lo que estaba en juego sigue siendo elevada.
Algunos analistas ya habían tenido la previsión de señalar que el PSUV ganaría en porcentaje de alcaldías, pero no se atrevían a despejar sus pronósticos en el total de votos nacionales, dados los parejos resultados del 14 de abril de 2013. Pero si se tratara de marcar tendencias, fue el Chavismo el que recuperó su ventaja frente a la oposición.
Ciertamente, en las próximas horas nos moveremos en el contexto de mensajes de maximización de triunfos y minimización de derrotas de lado y lado. Al pueblo bolivariano, que desea recuperar las brechas alcanzadas en vida por el Presidente Chávez, le tocará analizar en profundidad las correlaciones de fuerzas electorales en los últimos 6 años, analizar las situaciones y acontecimientos que permitirían sacar a la revolución de una zona de riesgo político.
El objetivo de superar una potencial crisis política que transcurría en el encadenamiento de la crisis electoral del 14 de abril de 2013 y la crisis económica que se mueve en el trasfondo de la “guerra económica”, ha sido alcanzado parcialmente de cara al año 2014.
El proceso bolivariano ha alcanzado dos objetivos estratégicos fundamentales en política: ha obtenido un tiempo político crucial sin perder grandes espacios de poder; y por otra parte, ha logrado contener la estrategia de derribo a corto plazo ejecutada por parte de la oposición, saliendo francamente de una zona de riesgo político. De manera, que la unidad de la alianza bolivariana revolucionaria, debe sentirse alegre, pero sobretodo debe profundizar en el análisis y mantener la cabeza fría para enfrentar las delicadas coyunturas económico-sociales del año 2014.
iNOTAS:
http://www.rebelion.org/docs/155457.pdf
ii http://www.rebelion.org/docs/150733.pdf
iii http://www.rebelion.org/docs/161399.pdf
iv http://www.aporrea.org/internacionales/n241452.html
v http://www.aporrea.org/ideologia/a174248.html
vi http://www.aporrea.org/ideologia/a167481.html