La impotencia y la bravura (termino que uso para ser decente) es incontenible al ver una situación de difícil comprensión (o tal vez fácil) como el día a día del ciudadano común, independientemente de la militancia o creencia política a la que pertenezca, si es que la tiene.
No voy a hacer de este escrito, un análisis o ensayo, porque no es la intención, escribiré estas líneas sólo como respuesta a mí mismo y a la situación que vivimos a diario los venezolanos y que quiero compartir con ustedes.
No entiendo como coño, con tantos ingresos económicos, (supuestamente hemos invertido más de 500 mil millones de dólares en asuntos sociales, en los últimos 14 años. Cifras aportadas por el brillante Ministro Jorge Giordani), con tantas capacidades intelectuales y el enorme talento humano que somos en conjunto como sociedad, tengamos una situación económica tan difícil, que ciertamente por más argumentos que empleemos, no podemos ocultar, es una realidad objetiva, palpable, visible.
Vamos al supermercado, tienda, abasto, programa de Mercal, PDVAL, o lo que se le parezca, y el desabastecimiento es indudable, y pega duro en la conciencia, en el alma y en nuestra voluntad de quienes estamos convencidos de una sociedad distinta, justa, humana, de una sociedad socialista. Pero más jodido es que nos pega a quienes no militamos desde hace pocos años, sino que tenemos toda una vida (mediana o larga) convencidos en un proyecto político, económico y social distinto, alternativo al Capitalismo, de quienes venimos de sectores trabajadores, formándonos académicamente, siendo jóvenes trabajadores al servicio del Estado.
Es jodido entender, que desde que nació la Misión Vivienda, y una vez censado, y llamado por un operador de la Misión (hace dos años aproximadamente), te informen que has sido asignado a un proyecto habitacional para la clase trabajadora joven con un núcleo familiar ya constituido (mujer y dos pequeños hijos), y que a la fecha las instituciones encargadas para ello, no hayan empezado a construir el complejo habitacional, con los argumentos que no hay recursos aún para los proyectos habitacionales dicho sector social (clase media), y las prioridades son los damnificados (que se entiende por mínimo sentido de humanidad, pero ya van dos años con el mismo cuento).
Se construyen casas y edificios, se hace una campaña publicitaria de entrega de viviendas y cumplimiento de metas, y uno convencido políticamente como lo está, lo aplaude y sigue como el propio bolsa esperando que algún día se entreguen los recursos para el sector “clase media, joven y profesional”. Mientras tanto, uno sigue botando su salario en un alquiler que ya se vuelve insostenible.
Es jodido entender, como carajo con la potencialidad económica que tenemos, hay que hacer colas interminables para comprar una bendita harina de maíz, una bolsa o pote de leche, azúcar, aceite y otros productos básicos.
Es jodido entender, como carajo hacemos para subsistir ante una inflación galopante, que merma de forma directa nuestro ingreso salarial. Pues lo que hoy compras a un precio, mañana está por encima a otro precio.
Como analista político y militante revolucionario, entiendo elementos de fondo, estructurales de la economía, el funcionamiento del Estado, las relaciones de poder, etc. Mi familia no lo entiende tan fácil, y es cada día más difícil hacerlo comprender, porque convencerlos es más cuesta arriba. Pero como señale anteriormente, no pretendo acá hacer un análisis más profundo, pues pretendo ser en este instante uno más del montón.
Carajo, todavía lloro como un carajito acordándome del Comandante Presidente Hugo Chávez, y la lucha que dio por devolvernos la dignidad como pueblo, su convicción revolucionaria y su acción para construir una sociedad distinta. Claro, no ha sido fácil el camino, porque interna y externamente no han dejado gobernar en paz.
Pero también me acuerdo del camarada Muller Rojas, cuando señalaba que el Comandante estaba rodeado de un nido de alacranes, y ciertamente esos alacranes, son los que en muchas instancias del alto nivel de gobierno hoy gobiernan y direccionan las políticas públicas del estado. Son unos ineptos y corruptos, y han logrado poner en evidencia que algunas políticas económicas han fracasado, estrepitosamente, evidentemente. Entre ellos Jorge Giordani, y otros, pero bueno, son protegidos y han sido leales políticos al Comandante y ahora al compañero Presidente Nicolás Maduro. Estamos jodidos, pesa más la lealtad que la eficiencia. Deberíamos equilibrar las dos.
Otros, los siguen enroscando en las instituciones, y los rotan de vez en cuando y de cuando en vez, en cada espacio que dejan, ponen la cagada. No hay forma ni manera para que el alto gobierno entienda que debe haber un equilibrio entre las capacidades técnicas y las políticas, que debe haber evaluación de la gestión gubernamental para hacer los ajustes y correcciones a tiempo. En fin, tantas cosas que suceden y es difícil en cortas líneas explicar.
De paso, cuando después del triunfo político de la revolución del 8 de diciembre, empezábamos una etapa de ajustes y de gobernabilidad plena, esperanzados en cambios en las políticas gubernamentales para atajar y mejorar lo antes descrito, viene un sector de la extrema derecha a meter los palos en las ruedas y minar el ambiente de articulación política con los sectores moderados de la oposición que ocupan espacios políticos regionales y locales, y con lo que se debe gobernar, como principio básico del entendimiento democrático, sin faltar o ceder nunca a los principios y convicciones políticas.
Este escenario de violencia, y por ende de tratar de deslegitimar al gobierno, y pretender como fin último su derrocamiento (porque no han podido nunca por la vía de las elecciones), entonces tenemos que cerrar filas, ponernos al frente de la defensa de la revolución, pero con la amargura y arrechera contenida de que se está fallando, que la hemos cagado.
De esta manera, amigos todos, este humilde servidor, cierra filas con las fuerzas progresistas y revolucionarias, en favor de la paz y la revolución, pero arrecho con un gobierno que ha sido ineficiente e incapaz, y convencido que la lucha hay que darla dentro de la revolución, cueste lo que nos cueste. Porque lo que sigue en juego, y no es mera retórica, es la Patria, la mía, la tuya, la de mi familia, y la de mis pequeñísimos hijos por las cuáles doy y daré la vida para que juntos construyamos el SOCIALISMO.
Venceremos!!.