Cubanos: go home... Yanquis: venid...

En política, la psicosis es un gravísimo problema -individual y colectivo- de orden mental público más que privado. Claro, no hay sicoanálisis posible para resolverlo de forma colectiva. El odio personal será siempre un mal consejero. Los problemas colectivos dependen esencialmente de las transformaciones revolucionarias para su superación.  No culpemos a Freud por no haber inventado o creado una medicina curativa para esos desenfrenos o desbordes colectivos que chocan contra las verdades y, aun así, no las reconocen ni respetan ni toman en consideración para sus análisis políticos o sicológicos. Mejor busquemos orientaciones en el marxismo y, especialmente, en su dialéctica que nos resguarda de desvaríos y de elucubraciones que tratan de aislar al analista de los cauces naturales de las corrientes y lleguen a la meta mirando hacia atrás dando la espalda a las objetividades.

            La presencia, por ejemplo, de médicos cubanos en Venezuela no fue producto de las políticas de solidaridad con Cuba llevadas a cabo o aplicadas por el camarada Chávez. No, eso lo hizo antes gobiernos de Acción Democrática, cuando el Presidente Carlos Andrés Pérez dio apertura a relaciones entre los entados de Venezuela y de Cuba. No olvidemos que fue el Presidente Carlos Andrés Pérez el primer gobernante latinoamericano que invitó al camarada Fidel Castro a una toma de posesión presidencial años después de la OEA haberle declarado, prácticamente, una guerra fría y con muchos visos de violencia a la Revolución Cubana a excepción del Gobierno mexicano. Eso no debe olvidarse aunque no compartamos en casi nada las políticas que aplicó el difunto expresidente Carlos Andrés Pérez en Venezuela. La historia jamás debe ser adulterada en ninguna de sus partes para beneficiar a una determinada tendencia de pensamiento social. Por ejemplo, Marx y Engels, como Lenin y Trotsky, siempre reconocieron los méritos o aciertos no sólo de sus camaradas de causa sino, también, de sus adversarios políticos e ideológicos sin que jamás dejaran de combatirlos en sus aspectos negativos.

¿Acaso los bolcheviques, bajo la dirección del ilustre maestro del marxismo y del proletariado camarada Lenin, no activaron y lucharon para que triunfara la revolución burguesa en la Rusia de Febrero de 1917 como paso indispensable o preludio para que se dieran las condiciones objetivas para el triunfo de la revolución proletaria en Octubre del mismo año?

            La presencia de camaradas cubanos en Venezuela, desde la Presidencia del camarada Chávez hasta Maduro, ha creado sicosis en una buena porción de venezolanos y de venezolanas que los interpretan como una mafia enviada por los hermanos y camaradas Castro a despojarnos, seguramente, de lo que debe mejor pertenecer a los imperialistas estadounidenses.  No quieren, es que no quieren simplemente, aceptar que los cubanos y las cubanas, independiente de errores o desaciertos técnicos y hasta algunos de órdenes científicos, vinieron a Venezuela a cumplir misiones y, especialmente, en el campo de la salud, del deporte y de la agricultura donde nadie puede negarles que son excelentes. Que hayan desertados pocos o muchos, que otros hayan ejercido la profesión con negligencia, que algunos hayan metido las manos donde nunca debieron, no ha sido la normalidad, no ha sido lo cotidiano, no ha sido la labor esencial de quienes sí han demostrado verdaderos rasgos y sentimientos de solidaridad internacionalista de la Revolución Cubana con el Proceso Bolivariano Venezolano. Se ha hecho inolvidable el asedio, el acoso aquel que le aplicaron a la Embajada de Cuba cuando el Golpe de Estado del 11 de abril de 2002, donde los fanáticos y enfurecidos antisocialistas o llamados -igualmente- antichavistas quisieron, mediante el terrorismo de grupo, exterminar al personal cubano como símbolo de la victoria capitalista sobre el comunismo de los camaradas Castro.

            Y si algo hace que aquel ingrato episodio en la vida política venezolana no se olvide es que nuevamente resalta el sentimiento anticubano en las guarimbas más tecnificadas y más criminales aplicadas por la Oposición que quiere derrocar, por medio de una insurrección o un Golpe de Estado, al Gobierno que preside el camarada Maduro. Los mediáticos de la propaganda contrarrevolucionaria, en correspondencia o coordinación casi perfecta con los dictámenes que vienen desde la Casa Blanca que quieren derrocar al Gobierno venezolano, lanzaron el rumor -convirtiéndole en noticia sagrada- que habían llegado al país 50 mil fusileros cubanos bien armados para aplacar motines y expertos en reprimir manifestaciones. Esas son las características esenciales que le destaca la Oposición a los fusileros cubanos que supuestamente ya están en Venezuela.

            No se requieren pruebas de laboratorios  ni siquiera breves datos para desmentir con carácter irrefutable las mentiras de la Oposición. En la historia de los 55 años que lleva la Revolución gobernando en Cuba en favor del pueblo cubano, que nos demuestren  cuántas manifestaciones y cuántos motines se han producido en la Isla donde haya sido indispensable la actuación de los fusileros para aplacarlos y reprimirlos. ¡Madre mojón quiere meternos la Oposición! Lo demás que han agregado como mediatismo y mesianismo propagandístico contra la presencia de cubanos y cubanas en Venezuela, no hace sino producir risa pero de esa risa que se vuelve una crítica irrebatible contra las mentiras de la Oposición. No es que yo esté reconociendo que desde la posición de la izquierda nunca se mienta pero jamás en la proporción que lo hace la derecha política venezolana y, menos aun, en relación con las que lanza al aire el imperialismo para que sus acólitos en otras naciones las copien y las divulguen al pies de la letra.

            Pero algo debo decir, en relación con la acusación de que 50 mil fusileros cubanos llegaron a Venezuela para reprimir manifestaciones y motines, aunque a muchos o pocos no les agrade mi opinión. Las revoluciones, los Estados, los partidos políticos, por ejemplo, se basan, entre otras cosas muy importantes, en sus relaciones diplomáticas o internacionales donde llegan a acuerdos por la voluntad de intereses comunes de muchas naturalezas. Hay lazos ideológicos como lazos políticos y eso hace que la solidaridad o el internacionalismo sea un principio de pensamiento y de acción válido. No hemos leído ni escuchado una crítica seria, responsable y concreta de la Oposición, por ejemplo, condenando la intervención imperialista en muchos países del planeta; no hemos leído ni escuchado críticas contundentes de la Oposición sobre los crímenes que cometen los imperialistas en el Medio Oriente o el sionismo en Palestina; no hemos leído ni escuchado ninguna crítica digna de tomar en consideración hecha por la Oposición que proteste contra las horrendas masacres que ha cometido el paramilitarismo en territorios colombiano y venezolano; no hemos leído ni escuchado ni un solo gesto de rechazo de la Oposición a la potestad que se abroga el Gobierno de Estados Unidos de intervenir militarmente donde le venga en gana para derrocar gobiernos que no le son afines...  Y paremos de contar... Pero sí se oponen, sí critican, sí se enfurecen, si se vuelven histéricos y salen despavoridos a dar declaraciones y mentir cuando se trata sólo de un rumor de presencia de fusileros cubanos en territorio venezolano.

            Sépase que, por ejemplo, una gran causa o razón de los fracasos que se han producido en América Latina en la lucha contra las tropelías del imperialismo estadounidense, para saquearles sus riquezas y empobrecer sus pueblos, ha sido, precisamente, la falta de solidaridad, de verdadero internacionalismo revolucionario, de no asumir políticas frontales de acciones combativas de forma colectiva, de manera integrada como expresión de unidad latinoamericanista. Para la Oposición la salsa que es buena para el pavo no es buena para la pava. Sin solidaridad o internacionalismo revolucionario o proletario no es posible conquistar el sueño de la redención de la humanidad.



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Freddy Yépez


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