El pueblo venezolano, bolivariano y chavista, observa con suma preocupación que algunas personalidades de la dirigencia chavista continúen haciendo uso de la retorica para explicar las causas de la aplastante derrota electoral del pasado 6 de diciembre, primero responsabilizando al pueblo “desagradecido” por su abstención, y más recientemente, por la existencia de un presunto “fraude electoral” al hasta hace poco, mejor sistema electoral del mundo.
Es hora de asumir plenas responsabilidades y reconocer que las verdaderas causas de la derrota electoral se encuentran en la grave e insostenible situación económica que padece el pueblo venezolano, y que tiene serias ramificaciones en lo político, social y moral.
Mucha razón tiene el economista Rodrigo Cabezas cuando dice que “fue la economía lo determinante del hecho electoral” (Panorama, 10/12/2015), o como sentenciara acertadamente Roy Daza al manifestar que “una política económica inadecuada nos condujo a una derrota” (Panorama, 20/12/2015).
Indiscutiblemente que el pueblo expresó en las urnas, o fuera de ellas, su rechazo a la inflación desenfrenada, la dolarización despiadada de la economía, el contrabando, el acaparamiento y la especulación de una guerra económica que, parafraseando al profesor Vladimir Acosta, cabalga sobre las debilidades de la gestión pública, la inmovilidad, la incapacidad y la ausencia de una política económica integral y efectiva que ponga fin al drama de las interminables colas, el bachaqueo, el clientelismo y la corrupción, y el desespero, humillación y desafección del pueblo con la política que van asociadas inexorablemente a éstas.
En este contexto, si no asumimos que “fue la economía lo determinante del hecho electoral”, jamás podrán aplicarse las políticas necesarias para revertir la situación económica y doblegar la guerra económica, convertir al chavismo nuevamente en una mayoría electoral y rescatar la Revolución Bolivariana. Lo otro es la barbarie.