Venezuela, es una hermosa tierra con nombre de mujer donde una fuerza superior la bendice con su manto y, de alguna manera, ella siempre esquiva las dificultades para salir adelante tocando a su pueblo en milagrosas acciones. Si bien es cierto que ha parido grandes y buenos hombres, no por ello deja de tener algunos hijos descarriados, por eso, Venezuela asoma sus lágrimas en tiempos de sequía al ver como entre hermanos se maltratan con mezquindades y odios viscerales. Esta atípica pelea de hermanos, ha creado una crisis marcada con la puesta en escena de un irracional y anárquico mercado perturbado en dificultades para acceder a los alimentos. En esto, hay un juego de diversos actores y factores con un rol protagónico de participación para crear un nivel de agudización, desesperación y tristemente hambre. ¡Nadie lo puede refutar!
¡Y llega el mango, rey de las frutas! Haciendo historia del mango, en el caso de Simón Bolívar, algunos investigadores muy serios y respetados, afirman que nunca lo consumió pues refieren su fecha de arribo a Venezuela en 1830 (año en que falleció el Libertador), pero, hubo un texto publicado en un diario nacional titulado "Sancinenea, introductor del mango en Guayana", que asevera con precisión la llegada del mango a Venezuela a través de Angostura (Guayana) a finales del siglo XVIII y en el alusivo anexo, Sancinenea especificaba que había sembrado canela, nuez moscada, el clavo, la pimienta de Castilla y el mango, precisando que este último se producía en la isla de Ceilán (Sehilán) en la India de donde son originarios. La técnica de siembra había sido confiada por los hindúes que llegaron a Cayena (Guyana Francesa) a los que se les compró las semillas que se sembraron en Angostura (guayana venezolana). En lo personal, como imaginario de pueblo, he visualizado a un Simón Bolívar arrancando su mango bajito y entre risas comiéndolo con sus manos y boca manchadas por ese fruto. ¡Quien quita que alguien ya había traido mango en algún barco y después de comerlo arrojó la pepa en cualquier lugar de nuestras tierras!
El manto sagrado que cubre a Venezuela en esta crisis alimentaria toca muchos lugares del país con la aparición de temporada del mango. Este fruto llega justo en el momento más crítico para regalar su manjar y calmar el hambre de una gran población que ven en él su salvación de estos días difíciles. No hay rincón de nuestra país donde este alimento sagrado deje de hacer presencia como obsequio de alfombra mañanera para ser consumido con todas sus propiedades saludables, de allí muchas expresiones de nuestro abuelos imputadas al mango como: "agarra tu mango bajito" (respecto a enamorar a una muchacha o algo fácil de lograr), "agarra el sartén por el mango" (poner carácter y fuerza a una acción o decisión), "una concha de mango" (cuando colocan una trampa a algo aparentemente fácil para descubrir debilidades o fallas), el "vivapepismo" o los llamados viva la pepa, es decir, chulos y flojos como metáfora a una pepa pelada de mango e incluso a los cabezones que les apodan: ¡cabeza e`mango!.
Como referencia comparativa de género en su gran variedad, a los de gran tamaño y jugosos se les llama manga (femenino) y los chiquitos como el de hilacha o bocado se les llama mango (masculino). Aunque existen las mangas de coleo, un corredor que nada tienen que ver con el fruto pues se utilizan para un mal llamado deporte de cruel violencia a los animales. En el presente los jóvenes se deleitan con el "mango asquerosito" (manipulado sin normas de higiene) que adquieren en una bolsita con cortes en juliana y aderezados con sal, vinagre y toques de cubitos, adobos o cualquier condimento. Una variedad de cosas se pueden hacer con este fruto como: jugos, compotas, jalea, postres, ensaladas y hasta unas deliciosas tajadas fritas (con el de bocado), así como el té de su hoja que es recomendado para extraer los coágulos de sangre o "moretones" y golpes internos en el cuerpo. El mango posee una infinidad de propiedades, es un fruto rico en ácidos como el málico y mirístico con vitaminas A y C, es antioxidante y anticancerígeno gracias a sus vitaminas o a los flavonoides como la quercitina. El mango llegó de la India pero es nuestro fruto tropical por excelencia y deberíamos aprender a valorarlo más sin dejarnos tentar por frutas importadas y más costosas e inaccesibles. Se puede decir entonces que el mango es un regalo de Dios, mucha gente del pueblo ven en él su solución de ingreso en estos días difíciles y otros por tanto en solidaridad lo obsequian a sus hermanos por la abundancia con que nace en sus matas. ¡Hasta culto deberíamos rendirle por su milagrosa presencia en nuestra tierra!
Si los árboles de mango estuvieran en poder de los empresarios; algunos insensibles nos dejarían solamente la pepa pelada y el fruto ya estaría escaso o inalcanzable para mucha gente. Aunque lo más sano es comer frutas, ahora vemos que hasta las golosinas las colocan como adorno lejano con sus precios escandalosos a nuestros niños y jóvenes que siempre desean un postre o chuchería para compartir, allí recuerdo al salsero Grupo Mango en su canto: ¡Te comiste la galleta y te olvidaste de mí!. ¡Pero el mango hace milagros! Hay poblados y caseríos del país donde el mango en este momento no solamente se hace postre por lo dulce y jugoso pues también está garantizando el desayuno a muchos niños, jóvenes y adultos; en esa angustia, esta misma gente sabe que el mango será solo por una temporada. Mientras tanto, las pepas quedan como huellas, pero, a pesar de todo, allí alejo la tristeza y vuelvo a traer la alegría a mi mente y en esa onda vuelve otra vez la salsa a mi mente con el Grupo Mango cantando: ¡Mango, mango, mango, mango mangué, traigo rico mango que le gusta a usted!