De niño aprendí muchos juegos de salón, de esos que, en algunos espacios culturales les denominaban de ciencias. En esa recreación mental se mezclaban el ludo, las damas, el ajedrez y un juego cansón por lo duradero en tiempo e injusto en su cometido de acción llamado monopolio (que es el privilegio de vender o explotar una cosa que se concede a un individuo o sociedad), donde uno o dos de sus participantes se apoderaban de la mayoría de las propiedades, estructuras y hasta avenidas del juego que se realizaban obviamente con dinero ficticio, y que al final, la arrogancia del ganador afectaba emocionalmente a los arruinados perdedores siendo irónicamente un entretenimiento dirigido a niños. El monopolio gustaba más a los adultos aun cuando los dados y barajas eran sus entretenimientos con dinero verdadero tanto como el dominó que se convirtió en deporte ciencia de algunos que aun lo practican mientras beben licor.
Estos juegos eran infaltables en los hogares venezolanos, luego aparecieron los rápidos y prácticos palitos chinos de colores y en una pugna maniática por el dinero, un dado que giraba y decía: "todos ponen", "toma todo", "dame 1", "pon 2", etc. Unos preferían el inglés "monopoly" con calles y avenidas de EE.UU. y otros inocentes como yo, alienado en esa enseñanza de explotación con nuestras propias calles de Caracas por el español de la palabra monopolio en la portada de la caja, aunque a veces dependíamos del "niño Jesús" quien lo traía. En los años ’70, ’80 y ’90 ante la llegada de las computadoras como "boom" en novedades de avances tecnológicos se incluyeron juegos que, hasta el presente del siglo xxi, no cesan de actualizarse y en ese impacto, merman y van desapareciendo aquellos juegos de finales del siglo xx, incluso, han acabado de a poco con los juegos de lápiz y papel como "el ahorcado", "stop" y "la vieja".
Cuando aterrizamos al presente en el juego de la vida real sin real (dinero), entendemos el significado de aquel "inocente juego" infantil de ciencia llamado monopolio. Las preguntas que me hacía de niño, por fin las comprendo como adulto en la práctica del sufrimiento que lleva mi país a cuestas en una ambigüedad de socialismo capitalista. Ahora más que nunca comprendo el por qué en ese monopolio de juego infantil. Por ejemplo, hay unas tarjeticas de propiedades de luz y agua que, al correr las fichas y caer en ellas, hay que lanzar los dados y multiplicarlos por 10%, y su resultado es el valor a pagar por esa propiedad al monopolizador, en el caso que posea ambas se le cancela el doble. También existen cuatro ferrocarriles y, a mayor posesión de ellos, mayor es el margen de cancelación por hacer parada si el dado te ubica la ficha por alguno o en el recorrido a la tasa al lujo donde injustamente cancelan por igual el monopolizador y el monopolizado tanto como el cobro de la ayudadita de pasar por "go" que es por igual para ambos. En el caso de la cárcel, si caes en ella o alguna de las tarjetas te envía preso y no tienes dinero, pues no sales en libertad, lógicamente el monopolizador no tendrá ese problema de carencia, pero el monopolizado si dependerá de la suerte de tener una tarjetica de "casualidad" o "arca comunal" que lo pueda liberar.
Ahora entiendo el por qué en ciertas avenidas de Caracas que eran cotizadas o discriminadas en su costo y en mi caso, por si o por no, siempre trataba de adquirir en ese juego a la Av. San Martín por el orgullo de nacer y criarme en ella, aunque en el juego era menospreciada en su valor, quizás por ser zona popular y es allí el mensaje subliminal implícito. La realidad de Venezuela hoy día, es ese mismo monopolio que se apoderó de la comida, el transporte, la salud, educación y al estilo de tasa de lujo, aparecen impuestos confiscatorios por igual para todos (te pechan, tengas o no tengas dinero). Vivimos en un día a día donde la libertad en la calle depende de una "casualidad" o "arca comunal" y estamos jugando al monopolio real donde hay vulnerables con derechos, ricos con poder y pueblo del medio que no es una cosa ni la otra y al parecer, monopolizado por todos. Mientras tanto, una generación huye de este juego largo y tedioso.