(Del falso positivo contra El Aissami, la entrevista Tintori/Trump y la salida de CNN)
Esta vez la damisela no mostró las bien cuidadas piernas como lo hizo la Malinche María Machado cuando se reunió con el genocida George Bush; la joven Tintori, más temeraria pero igual de vende patria, utilizó, como consumada y farsante actriz, el recurso de la lástima. Con un atuendo como si fuera colegiala, como las rubias jóvenes nazis de los años 40’ bajo el dominio hitleriano, presentó un compungido rostro de mujer sufrida a la que si es preciso arrodillarse ante el acosado presidente norteamericano Donald Trump y rogarle la solidaridad de la primera potencia del mundo con su criminal esposo, preso con una pírrica sentencia de 14 años de prisión que no se corresponde con la magnitud de los 43 crímenes que estimuló con su acción vandálica y criminal. Le pidió solidaridad, que pueda considerar el mandatario una declaración injerencista –lo que ya la hizo– hasta considerar la posibilidad de invadir a Venezuela, como prácticamente ella lo dijo después de la entrevista.
Obviamente que haber llegado la sufrida cenicienta hasta el despacho del presidente norteamericano pasó por todo un lobby donde personeros de la oligarquía venezolana radicados en la nación yanqui, auto exiliados huyendo de la justicia venezolana o cuidando sus dineros malhabidos, hicieron el trabajo. Y lo peor es que el presidente pisó el peine que le pusieron los derechistas y fascistas venezolanos, se fue de bruces y para complacer a la compungida y sufrida mujer, le compró todo el macabro cuento de la dictadura madurista y tuvo el gesto injerencista de exigir, como si mandara aquí, la libertad de Leopoldo López y de los demás delincuentes presos. Todo un sainete que no mejora las políticas del guerrerista Obama contra Venezuela. Lo nuevo sería que apenas a dos semanas de haber llegado al poder el señor Trump ataca innecesariamente a Venezuela, se cuadra con un grupo de facinerosos (sas), golpistas baratos pero profundamente entreguistas y nacional traidores.
¿En sus loqueteras y desesperación, qué parte de las riquezas de Venezuela, su soberanía, su dignidad estaría dispuesta a ofrecer la traidora mujer y su grupúsculo voluntad (im)popular, –versión tropical del terrorista estado islámico– y la corte de oligarcas que la acompaña, al presidente norteamericano a cambio de una, no declaración solicitando la libertad del marido preso, sino la posibilidad de una invasión directa para derrocar al reeegimen tiránico de Maduro?
Dentro de esa dinámica conspirativa contra Venezuela, los factores subversivos dentro del estado norteamericano se lanzan por el despeñadero de hacer una acusación pública creando un falso positivo, sin pruebas, contra el Vicepresidente de la República, Tareck El Aissami, acusándolo de capo del narcotráfico. La Oficina para el Control de Activos Extranjeros (OFAC), dependencia del Departamento del Tesoro, aseguró, sin presentar prueba alguna y en una tramoya burda que se cae por sí sola, que El Aissami mantiene nexos con integrantes del cartel mexicano de Los Zetas, y además con el jefe colombiano de las drogas, Daniel Barrera Barrera (alias "El Loco Barrera") y con el venezolano (y también colombiano) Hermágoras González Polanco. Lo que ocurre es que esos capos del narcotráfico fueron entregados por Venezuela en su momento a Colombia y a los Estados Unidos, precisamente por quién más golpes le ha asestado al narcotráfico en Venezuela ha sido El Aissami como Ministro del Interior.
Pero a la CIA y otras instancias de la inteligencia yanqui, fuertemente dominadas por los demócratas que conspiran abiertamente contra el presidente Trump, poco les importa si la acusación contra el Vicepresidente venezolano es burda o no, si apresó 102 capos de la droga y los extraditó, o han sido derribadas 120 avionetas de la droga, lo de ellos es lanzar la acusación que la mediática imperial se encargará de darle visos de veracidad. Eso forma parte del proceso conspirativo y subversivo contra Venezuela y su legítimo gobierno. Un pequeño grupo de congresistas norteamericanos encabezados por el delincuente Narcos Rubio, aliados a los fascistas venezolanos del primero (in)justicia y voluntad (im)popular, le pidieron a Trump sanciones contra El Aissami. Todo ese proceso se concatena.
Un complot, que tampoco es nuevo, para tratar de destruir no sólo un hombre íntegro y digno como el Vicepresidente Tareck El Aissami sino apunta a debilitar y destruir al Presidente Nicolás Maduro. Lo nuevo quizás es tratar de entrampar al díscolo presidente para que enfile las baterías políticas y militares contra Venezuela de la que sabe muy poco, por no decir nada. Quizás Trump –hombre inequívocamente de derecha, pero pragmático y con importantes contradicciones con el establecimiento de su país que lo asedia y acosa– medio enredado en la trama que la Clinton y el aparato demócrata enquistado en posiciones de poder, le están montando para tratar de defenestrarlo, "se deje" convencer no por la Tintori (después de dejarla esperando 3 horas y 40 minutos), que es bien tonta, sino la recua de arrastrados diputaduchos pro yanquis (Freddy Guevara, Borges, Allup, Florido y cía) y los delincuentes oligarcas que hicieron el lobby.
A eso hay que agregar, como parte del complot, a la cloaca de CNN que forma parte de la conspiración a fondo contra Venezuela. Esa pseudo agencia informativa, instrumento de los organismos de inteligencia norteamericanos; negadores de todo lo que significa libertad de expresión, de opinión, de periodismo serio, honesto, montó una olla contra Venezuela con una presunta red de distribuidores de pasaportes venezolanos a narcotraficantes y terroristas extranjeros desde la Embajada de Venezuela en Irak a partir de las declaraciones de un delincuente que estaba trabajando en nuestra Embajada enel país árabe quiso robarse los dineros de la embajada. Venezuela desmontó la infamia y demostró la falsía creada por la CIA y difundida por CNN, lo que le rebozó el vaso de la paciencia venezolana que por años fue agredida por esa agencia y fue expulsada del país, cosa que ha debido ocurrir hace muchos años.