Un juego de pasión en el origen de la vida

Los sesgos disimulados en las ciencias naturales

Las preguntas humanas, las preguntas que nos constituyen, esas preguntas que arrastramos desde el tránsito histórico de la humanidad en este planeta incógnito, son preguntas que aún no se han cerrado. En 45000 años nunca han encontrado respuestas concluyentes, siguen abiertas, como portales insondables hacia la verdad elusiva.

Surgen fuertes y tronantes voces ataviadas con un aparente manto de autoridad incuestionable. Pero detrás de sus respuestas dogmáticas o racionales se ocultan siempre necesarias emociones humanas que contaminan sus fundamentos. ¿Podrá el hombre alcanzar su verdad? La historia del pensamiento humano sólo ofrece posturas, puntos de vista sobre los cuales se debe fijar posición y finalmente asumir creencias o "verdades" dogmáticas.

La religión, la filosofía y la ciencia al final del camino sólo te dicen: "ven, quédate aquí y termina creyendo por autoridad todo lo que yo te digo". En algún momento de la historia, en el proceso de búsqueda de la verdad, la exquisitez del poder y también su patología se apropiaron de la voluntad de místicos, filósofos y científicos, y entonces empezaron a surgir las religiones, las escuelas de pensamiento y los paradigmas científicos, y éstos se edificaron como ciudadelas amuralladas que protegen y defienden a toda costa sus epistemologías, conocimientos y creencias. De este modo, la verdad humana queda secuestrada, aislada y fragmentada dentro de cerrados sistemas de pensamientos, cuyos mecenas se aterrorizan ante la posibilidad de ver tambalear los muros de sus verdades alcanzadas. Tristemente, esta naturaleza reduccionista no es exclusiva de la religión, sino también de la filosofía y de la ciencia, y aún en medio del mundo contemporáneo, donde la explosión de fuentes y medios de información dan la sensación del libre conocimiento, pero en el fondo sólo se repite una y otra vez las visiones reducidas de los grandes dogmas religiosos, filosóficos y científicos.

Dada esta realidad parece imposible acercarse a la verdad humana y al buscador sólo le queda la resignación de aceptar y abrazar a algún sistema de pensamiento; pero al tomar de ese cáliz entregará para siempre la libertad de permitir a su pensamiento divagar entre los cuestionamientos profanos que buscan explicación a las dudas olvidadas por cada escuela de pensamiento. Entonces el buscador sacrifica la curiosidad de su intelecto y se abraza a la comodidad de la aceptación y el pertenecer. El pertenecer es cálido, es protector, es seguro y gregario y ofrece tranquilidad al espíritu. Mientras que el cuestionar es solitario perturbador, inquietante y peligroso. Si perteneces puedes cuestionar, siempre y cuando sólo sea a los rivales y contrarios, nunca el autocuestionamiento es aceptado. Autocuestionar tu propia escuela de pensamiento te convierte en traidor, infiel, un paria que al final será consumido por el silencio, porque ya no habrá oídos para tus palabras, ya que todas las masas pertenecen.

Pero el paria es terco, y mientras preparan la hoguera de su castigo, seguirá hablando, seguirá profanando las verdades constituidas, seguirá cuestionando y buscando respuestas fuera de las murallas. Entonces, poco a poco algunos le prestarán atención y la curiosidad seguirá creciendo de tal manera que el paria se convertirá en una amenaza y su sacrificio se catalizará.



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Daniel Lanza

Licenciado en Educación. Doctor en Ciencias Pedagógicas.

 danielnupen99@gmail.com

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