El deseo

Los hechos que aquí se narran, están ocurriendo en la vida actual. Son acontecimientos en plena evolución y que probablemente intervendrán con toda su potencia en los sucesos que están por desatarse. Es decir, cualquier coincidencia con la realidad es simplemente verídica.

El asunto es, y viene escuchándose, desde hace rato, acerca de un rumor, que nada ha podido contenerlo y anda de boca en boca, e incita a las personas a agruparse afanosamente en reuniones en la calle, en las casas, donde los agarre su onda expansiva -incluso ha llegado a convertirse en tema de conversación para las mismas parejas, una vez que estas acaban de hacer el amor- Cualquier lugar es bueno y disponible para hablar de este evento tan inhabitual como súbito parecido a un humo, a un gas, o vapor pero que no es ni una cosa ni la otra, más bien parecido a un espíritu pero no, tampoco es un espíritu o, tal vez sea un enviado del mismísimo dios, mucho menos , todavía no es su hora a pesar de que nunca falta un falso profeta y oportunista religioso que deforme la agenda sagrada .

Pero, contra lo que pueda parecer, se viene creando consenso en la opinión pública de que, tan confusa realidad, se asemeja más bien a un deseo, « ¡claaaro!», a eso si, a un deseo, por qué no se nos había ocurrido. Este deseo se expande deslizándose en el ambiente, se mete en el cuerpo de la gente y se apodera de todo su sistema nervioso central, modificando en el cerebro las interacciones y conexiones neurales causándoles mucha inquietud y le despierta grandes esperanzas. Se oye hablar de los fascinantes orígenes de este deseo, que si algunos lo vieron por aquí y que otras lo vieron por allá. Pero, nadie está seguro de saber, cuál fue el lugar exacto donde apareció por primera vez este deseo, hasta este momento no hay una teoría unificada.

Cunde la sospecha, de que pudo haberse propagado sobre la población, encapsulado en un palo de agua; sin embargo, los más atrevidos se atreven a hacer conjeturas de que es un deseo virulento, con la capacidad de conseguir conexiones en todas partes. Que no tiene una sola forma sino que asume la figura del contagiado. Afirman los que siempre andan deseosos de decir algo , que tampoco existe una sola alma, un solo cuerpo, ni siquiera una sola actividad cotidiana, llevada a cabo por la gente, que pueda estar a salvo de no ser afectada por este deseo. Esto último, le abrió el camino a quienes, anhelantes de ser autores de enunciados inquietantes ahora puedan decir; que el deseo provoca en la personas un gran apetito por movilizarse, las impulsa a la acción y a la búsqueda; pone en contacto al uno con la otra y los arroja al mundo a recuperar lo que saben se les arrebato. Es entonces, el momento de lo mágico, cuando el deseo despliega todas sus fantasías de futuras felicidades deseantes.

En medio de este pandemonio de opiniones y decires, ha adquirido mucha cobertura una fuente, de autoría desconocida, que ha preferido quedar en el anonimato por temor a represalias, que asegura tener conocimiento, de que este deseo no vino ni cayó de ninguna parte, ni tiene orígenes divinos sino que es bien pero bien terrenal. Que emana de la mismísima esencia humana, en tal sentido, es la suma y entrelazamiento de todos los deseos individuales y que en consecuencia se transforma en un estado deseoso colectivo llevándolo a ser más, mucho más que la suma de todos esos deseos particulares. En sintesis, para esta tesis, a la que no se le conoce plan ni método pero si sobrada perspicacia, este suceso raro y rodeado de tanto misterio se produce y se alimenta de la cuota de deseo que aporta cada individualidad. Su comportamiento global es una consecuencia emergente de la suma holística de la gran cantidad de deseos que interactúan. O sea, va fluyendo como una especie de mutual del deseo, una red de deseos o un enjambre deseoso.

No obstante, ya hay quienes, sin pelos en la lengua, dan fe de haber visto como este deseo, tiene el poder de mover a las personas a organizarse por la fuerza de atracción que produce, envolviéndolas en un inexplicable estado deseante. Incluso, se cuenta en el cuento, que el deseo, experimenta afinidades intelectuales sin precedentes entre las personas, las hace deseosamente deseosas y deseantes, las estimula a elucubrar e imaginarse futuros deseados. Mientras hay otros que asumiendo la postura de arcángeles sostienen, que el deseo es una especie de mensajero que vino anunciar la culminación de una oscura época y está entre nosotros convocando a todas las personas de buena voluntad a retomar el sentido de lo humano bajo el enfoque de la hipótesis colectiva, de proyectos de vida solidaria, como única vía de salvación, a entender que el futuro que deseamos es ahora; ya está aquí.

Y para no quedarse atrás, cuentan otros contadores de cuentos, que el deseo, tanto a Hombres como a mujeres, los impulsa a unirse por los mismos focos de interés, por iguales asuntos y problemas, por todo, con un solo deseo. Pero, dicen los que dicen que dicen más, que es imposible que alguien que esté vivo, pueda permanecer impermeable ante la presión de estos chorros de deseo y se quede sin ser tocado por lo deseante.

Ya es una práctica común, que hasta las mismas fronteras que dividen la vida pública de la celosa vida privada se hayan redefinido o reestructurado haciéndose borrosas, fusionándose en este deseo. Lo poco que hasta ahora, científicamente, se conoce de este deseo es, sin ningunear los aportes y opiniones de místicos, brujos, chamanes y corredores de bolsa, que se trata de un fluido, de una cosa volátil, algo más bien con las propiedades de un plasma cuántico que se alimenta en la medida que va transformándose en un estado psíquico colectivo muy contagioso y altamente excitante, a tal punto que no hace ninguna distinción entre los bajos instintos y los altos instintos humanos; los integra a ambos. Y que una vez posicionado en ese lugar comunitario del cerebro, resabio de la evolución del homo, hace puente con determinadas enzimas, aminoácidos, proteínas y minerales que le ayudan con tal fuerza persuasiva a provocar una cadena de nuevas emociones y deseos incontrolables en las personas y los induce a lanzarse a cambiar las cosas para conseguir la realidad deseada en beneficio de toda la sociedad.

Los mismos neurobiólogos, sobrevivientes del apagón científico académico que ha sufrido este estado donde reina el oscurantismo, afectados también por un alto grado de perplejidad originado por el mismo deseo han podido divulgar por las redes- a pesar del desastre de la "CANTV", de los ataques electromagnéticos y de los pájaros que interrumpen el "Sistema Eléctrico Nacional"- sus primeras intuiciones sobre la identidad de este fenómeno, aun cuando no tienen pruebas objetivas y visibles pero intuyen que se trata de un fenómeno frente al cual el Sistema Público Inmunológico no tiene defensa. Y agregan estos especialistas, que por primera vez, la ciencia local manifiesta tener la sospecha que la cura pudiera consistir en un plan de vacunación a la población entera con dosis más elevadas del propio virus del deseo, ya que en sus investigaciones se han encontrado, y llaman a ponerle mucha atención a este dato, muy extraordinario y muy curioso; y es justamente que todo el mundo quiere y busca ser contagiado por este deseo. De acuerdo a la explicación que ofrecen nuestros afanados y heroicos científicos se puede deducir: que el deseo pudiera calmarse más o menos una vez que alcance a concretar y cristalizar el futuro deseado. Porque su poder es transformante, alejado del equilibrio irreversible y autopoiético.

Animados por estas premisas y atando cabo, un grupo de dedicados estudiosos y analistas del deseo, en los cuales se encuentran filósofos, antropólogos historiadores culturales, críticos literarios y educadores, cabe destacar que todos empobrecidos, - pero no a causa del deseo- han explorado el impacto que generó el fenómeno en cuestión y se consiguieron conque el deseo alcanzó el 6 de diciembre del 2020, una curva de contagio altísimas estimada en más del 80% y todos de origen comunitario, lo que significa que casi la totalidad de la población del estado Carabobo está contagiada de este deseo. La población misma, haciendo alarde de protagonismo y participación, se autoimpuso la cuarentena.

Y, ya dentro de sus casas, lograron establecer un diálogo trascendental y crítico con el deseo, en el cual, él mismo les confesó lo que sigue:

« Yo soy aquel a quienes han estado esperando a pesar de venir de ustedes mismos. Me he materializado en sus vidas obligado por la necesidad y con una sola intencionalidad: que se redescubran como sujetos autoconscientes, que logren ver la importancia de la conexión entre el deseo y la organización social y política para conseguir lo que se desea como sociedad. Que sólo deseosamente juntos pueden evitar seguir viviendo en esta desgracia colectiva impuesta. A esto vine, decidido a convertir todo el deseo que puedan tener en esperanza activa y esta a su vez en voluntad de cambio. De sumergirlos en el anhelo y la golosidad de desear vivir en un mundo desarrollado, donde reine la justicia social y la democracia apoyada en un estilo nacional de producir la ciencia, la tecnología y las artes para levantar una economía nacional al servicio del buen vivir. Estoy aquí para ayudar a que no se fatiguen y puedan sentir la ansiedad y añoren integrase todas y todos apoyados en una amplia plataforma pública de nuevas y radicales emociones y de elevada conciencia del para sí, donde abandonen el hábito cómodo como inútil de la quejadera, la analizadera acrítica que no transforma y esa actitud contemplativa que le da la espalda a la urgente necesidad de «hacer algo» ante esta desastrosa realidad, lo que no es bueno ni sirve para nada. El curso de la historia local ha de redirigirse y concentrarse en unificar a todos los deseos, a los excluidos, a todos los empobrecidos del Estado Carabobo y terminar de completar la batalla que iniciaron y que muy bien libraron el 6 de diciembre por empezar a quitarle el poder a una secta que está causando mucho daño al patrimonio público y a la salud mental colectiva. Han perdido ya muchos años de sus vidas, pues llegó la hora de retomar el buen camino que es vivir por ideas y por ideales y también por garantizar "las tres papas". ¿Acaso no son abrumadoras las evidencias para ponerle fin a esta época triste y oscura de los draculines, de sus marionetas y de todo lo que lo sostiene? Era sólo cuestión de tiempo para que esta desgracia que dejaron caer sobre el pueblo carabobeño colapsara ya que lleva en sí el germen de su propia destrucción. Y en su lugar, habrán de levantar un gobierno democrático, productivo, capaz, decente y responsable con la administración de lo público. No me dejen solo con la responsabilidad de hacer esta revolución. Actúen principalmente ustedes como personas dotadas de razón y deseo y obliguen a retroceder a la maldad que hay detrás de esta decadente atmósfera de miseria y empobrecimiento a que se ven expuestos. Sálvense ustedes mismos y yo me comprometo a estar entre ustedes. Y recuerden siempre que deseos no empreñan que hay que actuar»

Y dicen, que cuando el deseo termino de pronunciar este económico pero esclarecedor discurso, se escuchó una voz en todo el Campo de Carabobo, ¡Que viva el deseo! y seguidamente todas y todos se quitaron el tapa boca mental para contagiarse nada más de ese deseo. Sólo se dejaron el que los cuida del Covid.



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Arnaldo Aguilar Dorta


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