La compota

Los 33 artículos para ser observados, estudiados, aprobados o no, han tenido un fuerte impacto en la población, no por el margen que les espera para ser analizados, sino porque el análisis ya venía oteándose, "minuciándose" a través de exploraciones que ventilaban las propuestas. Creo, que si algo tuvo su tiempo de estudio, fueron estos benditos artículos. Que algunos no le pararon bolas, porque veían que una cosa era ventilarlos, y otra, proponerlos para plasmarlos en nuestra carta magna, bueno, no sé en qué pajaritos preñados tendrían entonces su conciencia, porque que yo sepa, y me considero en primera fila, habíamos una parranda de venezolanos que no veíamos en la constitución, nada que asomara la acepción REVOLUCIONARIA, por más hermosa que fuera, que si la única en el mundo, que si todos los derechos ciudadanos, y más que esos, estaban ya dentro de ella, etc., me perdonan, pero lo más que llegaban a mi parecer, era una constitución reformista, por más buena moza que aparentara. En cambio, por fuera, la connotación que se le daba al proceso era que esto es una REVOLUCIÓN. La contradicción era evidente y hasta jocosa.

Resulta que la sorpresa fue capital, no solo en las propuestas, sino en la explicación de las mismas, durante la presentación del Presidente, que cada vez que yo iba anotar una referencia, él me atajaba previendo mi pregunta, como si estuviera en lo que en publicidad llamamos un brain storm, para lo cual el ponente, debe avizorar las más disímiles impugnaciones de lo que propone. Creo que las ideas salieron de un crisol. Necesario el estudio, cierto, pero con un quantum de tiempo que se ha tenido, donde la maduración ha pasado por un laboratorio para el consenso o el desacuerdo, en estos emplaces urgentísimos, observo, que la esencia de lo URGENTE, no ha sido observada como tal, para estos oponentes, al contrario, causa sorpresa que les causó "sorpresa" la propuesta.

La oposición, torpísima oposición, que deberían tener unos 60 asambleístas, ya habrían tenido su opuesta opinión. Ya desde que se había hecho la fórmula de la reelección presidencial, por ejemplo, lo viable era que los oponentes a la idea tuviesen a la mano SU propuesta. Dar la guerra. El carácter democrático que se perfila, nada tiene que ver con lo conocido hasta ahora. Los oponentes mejor que nadie lo saben.

El lente por el que se mide la democracia venezolana, es el de la democracia gringa, donde no hay sino una reelección inmediata, y luego el inquilino se va de la Casa Blanca rumbo a su casita. Pero sucede que en los Estados Juntos, quien manda no es el inquilino, sino el Pentágono, que si medio desvía la mirada, matica'e café con el inquilino. Otros países que tienen reelección presidencial, no poseen "pentágonos" y el poder económico basta para presionar a los inquilinos, para que "corrija" sus entuertos. Pasa que en el norte, el presidente debe ser el presidente del mundo, de los 8, de los 7, de los 77, de la ONU, de los disidentes, de la capa de ozono y de la luna, una bagatela si se le acusa de asesino, cuando es el deber de ser la primacía, lo que lleva a sus "conductas inapropiadas".
En lo particular, tengo una observación, más bien a la marcha republicana: el filósofo Francisco Rivero, habló de que esa oposición recibió enseñanzas de tecnócratas, por lo que no es creativa. Para mí, creo que le faltó velocidad a Eleazar Díaz Rangel, porque la misma educación la recibieron también los que están del lado rojizo, por lo que se deduce que también a éstos le falta creatividad. Yo en lo particular lo veo así, puesto que el cultivo hacia nuevo hombre, aún no se vislumbra equitativo: la cultura camina más con las muletas de misiones que por sí misma, Ministerio de Actividades Culturales, sería más sincera su denominación. El cultivo hacia el Nuevo Hombre, debe propagarse desde la CULTURA, de modo que la amplitud hacia el cambio radical en la conciencia, es disperso, por lo que el Presidente es además, y en realidad, el Ministro del Poder Popular para la Cultura del Cambio: cultura en la escuela, en el hospital, en el cuartel, en la calle, en el bosque. Ese detalle de que sea el Presidente el que arrea, es el que da escozor a los oponentes. Pero también a seguidores. No es cuestión de que sea el líder, lo cual me suena a rojiza visión acomodaticia, que mal excusa a los que no salen de su papel de borregos. Veo claramente por ejemplo, que sólo un porcentaje de voceros asambleístas son los que dan la cara, hay otros, que aún en estos días, ni saben hablar en público. La aplanadora de la revolución debe pasarles escoba, pues se les ve sólo pendientes de la punta piramidal de la opinión… o sea, para algo más horizontal, esa gente no va para el baile. Vale decir para la burocracia. No es revolucionario, para mí, la panda de empleados parásitos reposeros, guarimberos, flojos, y ni qué decir de los corruptos, que aún permanecen en sus puestos, por el hecho de que el gobierno sostenga erróneamente su inamovilidad, sabiendo del empantanamiento que conlleva. Dicho de otra manera, que el Presidente observe la urgencia de los cambios, saque 20 puntos en su exposición, cuando el mismo ejecutivo sepa que los obstáculos que se le hacen a esos cambios los tiene dentro de sus propias oficinas. Que sólo con remover algún ejecutivo, SIN LLEVAR A JUICIO A LOS FLAGRANTES TRAIDORES, pretenda exhortar revolución. Amores son acciones y no buenas razones. La acción desde la tarima de la Asamblea Nacional, es un principio, avance, salto, arenga para un tiempo no editado, lo que para mí es una compota, cuyos arreglos no necesitan casi revisión. El García, no es ni siquiera problema. El cultivo de la creatividad, no se hace con exhortaciones, sino que es totalmente pragmática, y si los tiempos acusan velocidad en la acción, la misma debe aplicarse primero en el cuerpo enfermo, pues nada hace un buen atleta con una espina en el talón, o un apneísta con catarro, por más que sean los mejores del mundo, o pretendan serlo.

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Arnulfo José Poyer Márquez


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