Mi visión sobre la reforma constitucional

Dialéctica de la reelección continua de Chávez

No obstante que el artículo que contempla la persistencia del periodo presidencial (el 230) se halle bien adelantado en cuanto a los que fueron objeto de reforma en la propuesta del presidente Chávez, sin embargo me voy a permitir tratarlo desde esta primera entrega, debido al interés que tiene tanto para tirios como para troyanos.

Tal vez lo menos importante, en verdad, sea el tema de la reelección en sí como figura que pudiera generar alucinaciones de autoritarismo en ciertos temerosos destinatarios de cualquier poder, siempre que no sea el que más les convenga a sus intereses...

Para un autócrata propiamente dicho, no habría nada indefinido nunca, porque a la corta, o a la larga, se definiría su caída por las buenas o por las malas, como muchos ejemplos hay en tal sentido en nuestra historia, y hoy más cierta esa contingencia, por el alto nivel de conciencia democrática que el pueblo ha venido adquiriendo. El síndrome Carmona Estanga lo demuestra de forma palmaria. Y todo dependería además de la intención con que alguien, en particular, pretenda mantenerse en el poder y, que si fuera con una bien sana y transparente, sea por ello mismo compartida por la gran mayoría de la población.

Casi resulta seguro, que cuando ese alguien en particular haya sido visto por una nación como “gendarme necesario” para ejercer el poder, las circunstancias que gravitaran a esa coyuntura debieron estar marcadas por la ingobernabilidad o por el caos, o por la manifiesta incompetencia del estamento político tradicional, como ocurriera durante el continuismo adeco-copeyano, preñado de un robusto autoritarismo, aconteciendo que luego, ese “salvador” con o sin rostro definido, viéndose obligado a reprimir al pueblo que lo encumbrara, llegaría a acostumbrarse tanto a eso que no le quedaría otra opción que abrirse de una vez como inevitable dictador sanguinario para mantenerse predando. En esas circunstancias, no sólo que sería peligroso establecer una reelección indefinida de hecho, sino también lo sería la necesidad imperiosa de haberse tenido que apelar a un dictadorzuelo en franca perspectiva para neutralizar o impedir conflagraciones o abismos. Eso quizá fue lo que angustiara a Bolívar cuando alertara, en Angostura, que todo hombre podía acostumbrarse al poder y el pueblo a obedecerle. Pero en nada merodea esto a Chávez. Él más bien ha resultado un evidente factor de equilibrio y paz social extraña hoy en el mundo, a través no de ser autoritario, sino autoritativo, que es otra cosa, y además, esencial en lo ético-político.

Pero aquí lo más importante es que sea justo Hugo Chávez (en ejercicio del poder por ocho años contra la voluntad más que todo del imperio y de sus pajes de cámara) quien aspire a una reelección que apellidan indefinida, pero que es más bien continua, y que con él se inauguraría la modalidad en nuestro país si no es que un mejor criterio me desmintiera; pero a la vez definida, porque el pueblo que lo eligiera de manera sucesiva tendría siempre bajo su manga el as de la destitución; bien por un referéndum revocatorio a mitad de cualquier periodo o al final del periodo de que se trate votando por otro que los sustituya, o bien apelando al artículo 350 de la Constitución, previsto para el caso de usurpación, y que continuará sin modificación. Así pues que, cuando el pueblo quiera quitarse de encima a un ser perverso y desnaturalizado como lo fueran casi todos los de la cuarta (que aspiro a que en eso nunca se convierta Chávez) mantendría los medios a su alcance para sacarlo sin violencia, o con la mínima posible.

Y para ponernos en perspectiva entonces, analicemos la situación actual y sus coyunturas.

1. Hugo Chávez lleva en el poder ocho años, pero con la circunstancia de haber sido elegido varias veces y ratificado por referéndum aprobatorio en elecciones libérrimas y obteniendo además en cada justa electoral una votación creciente, síntoma evidente de que el pueblo lo valora y aprecia cada vez más, y con razón.
2. En el ejercicio de ese poder legítimo, Chávez ha mantenido una conducta honesta y coherente y de máximo compromiso con los ideales que lo impulsaran a la política activa; entre ellos, el ejercicio pleno de la soberanía del país, recuperando el control absoluto sobre sus materias primas fundamentales para su desarrollo y poner el producto reflotado de su explotación al servicio de los más necesitados y excluidos, además del desarrollo independiente del país.
3. En ese proceso Chávez ha tenido que soportar un casi inevitable golpe de estado artero y un paro petrolero perverso y antinacional, apoyados de manera activa y determinante, ustedes bien saben muy por quiénes, que buscaron hacerlo desistir de su compromiso o sacarlo del juego; lo que no lograron sino de manera muy efímera, pero que golpearon sí al país de manera tal, que lo retrocedió de modo considerable sobre todo en materia económica y social que iba por cierto en franco escalamiento.
4. En el ejercicio de ese poder legítimo, Chávez vino atesorando una experiencia que le terminó haciendo sospechar que dentro del capitalismo era muy difícil -por no decir imposible- alcanzar esos ideales que lo impulsaran a la política, y que, para él y para quienes lo apoyamos, se han convertido en clarísimos objetivos nacionales.
5. Chávez comenzaría a hablar entonces del socialismo como proyecto alterno al capitalismo, para enrumbar al país por senderos de desarrollo amplio y general.
6. Durante la última campaña electoral hablaría del socialismo como posibilidad real si ganaba las elecciones, y fue entonces cuando su votación llegó al apogeo, lo que significa que la gran mayoría ha estado cada vez más en sintonía con sus reflexiones políticas y económicas que resultan históricas.
7. Paralelo a esas constantes reflexiones suyas sobre el socialismo, el país se ha venido enrumbando en todos sus asuntos más importantes a través de verdaderos y novedosos sistemas: una economía creciendo y sanándose a un ritmo histórico; una educación pública empinándose a favor de la mayoría sobre los grandes obstáculos que le pusieran antes con manifiesta deliberación neoliberal; una asistencia en salud actualizada en cuanto a tecnología, pero pendiente un poco en cuanto a personal sensible para que termine siendo el gran servicio nacional de salud eficiente y gratuito aspirado siempre; una política exterior comprometida con una visión multipolar del mundo y con la integración latinoamericana y libre de todo tutelaje, que ha logrado poner a Venezuela, como nunca antes, en la cumbre como un país respetado y de mucha referencia, no obstante la verdadera guerra de Estados Unidos por evitarlo prevalido de su influencia y de su vasto poder mediático en el mundo.
8. Todo lo anterior unido a esa visión de país armónico y sustentable, y que tiene como objetivo, dentro de todo el territorio nacional, un despliegue equilibrado de los dadivosos recursos de los que dispone el país en todos sus órdenes y potencialidades, y de los que dispondrá, aún más en un futuro, que va construyéndose poco a poco con esa especie de visualidad chavista.
9. Chávez es el inspirador, y además el garante con su recio liderazgo, de la continuación de una concepción republicana y harto democrática, y pletórica también de sistemas ingeniosos, por lo que Venezuela, con Chávez, en buena hora está como imbuida de su inspiración.

¿No resultaría entonces imprudente, expuesto, hasta azaroso, que pueda ponerse a riesgo la energía histórica de Chávez y de un proceso revolucionario tan radiante y apacible que él mismo lidera, nada más que por pretender ser consecuente con un remilgo democrático formal de un grupo que para colmo resulta lo más antidemocrático que pueda concebirse?

Porque hasta en Europa –ya como cuestión de fondo- discurre sin aspavientos y de manera pacífica en la doctrina jurídico-constitucional ese mismo mecanismo de reelección continua del jefe del gobierno.

Entonces, vacilar, pudiera ser perdernos…


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Raúl Betancourt López


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