Hoy, cuando el país decidirá si aprueba o no las reformas a la Constitución de 1999 propuestas por el presidente Chávez, y discutidas durante varios meses, interesa seguir los pasos de la oposición en el camino constitucional. Hace ocho años desarrollaba una amplia campaña por el No, contra la nueva Constitución, tan aborrecida por ellos que sus representantes en la Asamblea Constituyente ni siquiera la firmaron con reservas como lo hicieron 23 constituyentes de 1947, sino que se negaron a suscribirla. En esa inflexible y radical línea estuvieron la Iglesia, Fedecámaras y todos quienes después estimularon y apoyaron el golpe de abril, y poco más tarde el paro de 62 días, que dejó saldo de unos 30 mil millones de dólares en pérdidas para la economía venezolana.
De manera que repudiaron la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, la misma que hoy es rescatada y defendida por los mismos que antes la negaron. No es fácil explicarlo.
Cuando el Presidente anunció que presentaría un proyecto de reforma a esa Constitución, la oposición designó una comisión para estudiar los aspectos jurídicos y políticos, pero se impacientaron y empezaron a denunciar que se cocinaba en el mayor secreto. A lo que se unió la Iglesia en su documento del 7 de julio con un "análisis de contenido" de algo ¡que desconocían! Estaban divididos, el sector más radical propiciaba la abstención, alimentada con hechos violentos que pequeños grupos repitieron en varias ciudades; pero su mayoría, encabezada por Primero Justicia, se pronunciaba sobre su contenido y llamaba a votar en contra. Pedían que se votara artículo por artículo (¡imagínense, votar 69 veces!), que era materia de una Asamblea Constituyente, solicitaron el diferimiento, apelaron al Tribunal Supremo para que suspendiera el referendo, en fin, de acuerdo con las circunstancias cambiaban posiciones.
Hasta que finalmente se unieron para llamar a votar No, pero debieron dejar la vanguardia a los grupos de estudiantes opositores y renunciar a hablar en sus actos públicos. Optaron por deformar y falsear los contenidos de la reforma. Hasta ayer nomás, por ejemplo, ofrecían "razones" a votar para que "no te quiten lo que es tuyo", "no adoctrinen a tus hijos con el comunismo cubano", "no eliminen las gobernaciones y alcaldías", etc. La jerarquía de la Iglesia católica se entregó de lleno a la campaña, como no lo había hecho en ocasiones anteriores. Por supuesto, hubo gente confundida, y los obcecados que se creen todas ésas y otras mentiras y las repiten a quienes quieren oírlas.
El caso es que tan persistente campaña hizo que muchos partidarios del chavismo no ocultaran su indefinición, o se mostraran indiferentes o contrarios a la reforma.
Es cuando Chávez dio un giro a la campaña, tal como lo comenté aquí el pasado domingo: "Su tarea ha sido mover a los partidarios indiferentes, y a quienes tienen reservas con algunos artículos propuestos".
Votar Sí es votar por la continuidad del proceso, de la revolución bolivariana, de su presencia en Miraflores; votar No es votar contra él, contra el proceso, contra la continuidad de la revolución. Con todas sus energías y con el enorme liderazgo que posee –en contraste con la dispersión opositora–, Chávez se puso al frente de la campaña.
Este nuevo mensaje ha tenido los efectos deseados, seguramente reforzados hoy con la capacidad de movilización que tiene la estructura electoral del chavismo.
¿Y las encuestas? ¿Ustedes recuerdan lo que pasaba hace un año? Aseguraban que había un empate técnico. Hubo encuestadoras que daban ganador a Manuel Rosales.
En la prensa del 26N está un aviso: "Vamos a ganar por avalancha, Rosales 55% Chávez 45%, según Alfredo Keller y Asociados".
¿Recuerdan la votación? Chávez 63% Rosales 37%.
Deportistas
Omar Vizquel se mostró el jueves en el Universitario como lo que ha sido en nuestra pelota, su mejor short stop de todos los tiempos.
Y vean esta humildad en su despedida: "¡El apoyo de todo el mundo me hace pequeño otra vez!".
Difícil escuchársela a otro grande. Magglio Ordóñez sorprendió en el Fórum de Valencia el jueves por la noche en el acto de los deportistas con el Sí a la reforma constitucional.
Compartió con el presidente Chávez junto a otros ídolos del deporte venezolano, entre quienes destacaron varios boxeadores. Richard Páez parece ser víctima de intolerantes sectores de la afición futbolística de San Cristóbal, que ya se habían manifestado en la reinauguración de su estadio, antes de la Copa América. Conducta repetida ahora en el juego que la vinotinto le ganó a Bolivia. Todo por parecerse a un ni-ni.
Fe de vida
La mejor demostración de lo avanzado que estaba el proceso de mediación fue el hallazgo de las fe de vida de Ingrid Betancourt y de otros en poder de las Farc. Razón tenía Chávez cuando aseguró que las guerrillas estaban decididas a poner en libertad, unilateralmente, a un grupo de los secuestrados. Ante esta perspectiva, Uribe (estruendosamente pitado en Quito el viernes) hace abortar la mediación, que habría significado políticamente triunfos para Chávez, para la senadora y para Marulanda.
Reconocer los resultados
¿Qué nos queda por hacer, una vez ejercido el derecho a votar? Esperar con paciencia y confianza en la transparencia del sistema electoral. Yo estuve en las elecciones presidenciales de Brasil, con 95% automatizado. La gente votó, y hubo el conteo electrónico. Acá en Venezuela vamos más allá: junto al conteo electrónico existe el conteo manual de papeletas que, tal como sucedió el año pasado, resultan coincidentes. Diferencias de apenas 0,032%. Es un sistema blindado.
El rector Vicente Díaz lo ha repetido: "Es imposible cambiar el resultado de una elección y no hay manera de descifrar el voto con las máquinas captahuellas. En las últimas elecciones votaron siete millones de personas y no ha habido una sola voz diciendo que su voto fue develado o incorporado a una lista". De manera que no hay la más mínima posibilidad de fraude.
Todos deben saber que, como en cualquier competencia, se puede ganar o perder. Y hay que saber perder, y reconocer los resultados. Sé que no es nada fácil para mucha gente de la clase media cuyos familiares son de esa clase, cuyos vecinos, compañeros de trabajo y sus amigos lo son igualmente, tomar conciencia de que 75% de la población es de los sectores más pobres, cuya mayoría ha estado votando con Chávez desde diciembre de 1998. Lo escribo por experiencia propia, de familiares que no concebían que si Rosales había ganado en las mesas donde ellos votaron, que si casi todos sus vecinos votaron por él y ganaba en los centros de votación correspondientes, hubiese sido electo Chávez con amplia diferencia. Pero esa otra Venezuela también existe, es mucho más numerosa, y vota. El viernes mostró su rostro en las avenidas Bolívar y adyacentes.