El país, Perú, esto no indica que no suceda en otras partes del mundo, los hacedores de este hecho son cuatro o cinco peruanos hombres y una dama; el relato es verídico y se lo robé a quien me lo contó, un buen hombre, ya viejo, honrado, honesto, sonriente, agradecido de la vida y de Venezuela, por último peruano y uno de los protagonistas.
Me cuenta mi amigo que nacido de familia pobre y humilde, pues tenía que trabajar y así lo hizo lustrando botas, mientras estudiaba buscando graduarse, algo que no logró, ya sabrán ustedes por que. Pues le fue transcurriendo la vida y ya adulto, habiendo aprendido a echar llaves, era mecánico, pero ni esa chamba salía, así que cansado y cansado de no hallar que hacer ni que comer, pues arregló un viejo Opel que un amigo tenía parado, con la esperanza de que el amigo le prestara el carro viejo para hacer carreritas para los dos y así lograr llevar la arepa para su casa.
Eso funcionaba mas o menos, recuerden que era un carro viejo, hasta que un día allí apareció otro personaje, otro amigo del amigo de mi amigo, que estaba “mamando”, y pues este amigo de mi amigo era amigo del nuevo amigo, así que asoció al tercero en el negocio, de tal manera que ya el Opel, tenía tres chóferes, aunque era poco pues en Perú no todo el mundo paga un carro libre, ni menos cualquiera tiene un vehículo, ya que el precio de la gasolina lo mata , lo hace sucumbir.
De tal manera que hay iban los tres peruchos con su carrito ayudándose, con esa solidaridad inca, la cual rememora nuestro comandante Chávez y la cual hace bastante falta hoy en día. Total que un día le toca el carrito al tercero, por llamarlo así, valga explicar, que el tercero no era el dueño ni era mi amigo, sino el recién llegado; bueno el hombre agarra el, carrito viejo, un Opel Capitán y empieza a echarle rueda, hasta que halla un una clienta en un supermercado, de igual manera conseguir pasajeros en Perú para autos libres, como ya lo dije es una proeza, pero esta cliente se encuentra con una amiga que al parecer tenían tiempo sin verse; y aquel pobre hombre con el carro dañado pues no lo podía apagar ya que no le volvería a encender y con poquita gasolina, esperaba impaciente y cada vez daba su cornetazo a lo que la señora ni le miraba, y así transcurrían los minutos y la “vieja”, como dicen ellos habla que habla, y el improvisado y asustado chofer suda que suda y de paso con el mercado de la doña en el carro, y esta ya llevaba como seis minutos habla y habla; mientras el tercero sin dinero, sin gasolina y con el carro sin poder apagarlo, decide pegar una carrera hasta su casa, pues sepan que ahí cuando arrancó,si la “vieja pegó el grito al cielo y llovieron los policías ya que la frustrada pasajera era hija de un jefe policial; cosa que hizo ubicar rápido el carrito estacionado en la casa del tercero.
Aquí viene la última parte del relato y es que entran como si hubiesen encontrado a BIN LADEM, con un operativo que asustó a todo el barrio, con bazucas, altoparlantes, mascaras, armas extrañas y largas, sirenas, muchos auto patrullas y hasta el mismísimo jefe policial. Entraron a la casa allí estaban unos niños comiendo, todo el mundo temblando de miedo, y vino el jaleo, empellones, patadas, insultos tales como serrano ladrón de mierda, por que no trabajas flojo, hijo de puta, es que no sabes otra cosa que robar, como te atreves a robar a la hija del jefe, y continuó el zaperoco hasta que todos se fueron calmando y aquel pobre hombre de pueblo aprovechando un respiro habló, dijo que era un padre de familia sin trabajo, que le chequearán los antecedentes si querían que no era ladrón, que sus hijos no comían desde hacia un día y medio, que el amigo le prestó el carrito pero y tenía una falla mas no hallaba clientes lo que le fue mermando la gasolina, y contó como la señora lo hizo esperar y el se desesperó, que solo había tomado el pan, la leche y la mortadela, que lo demás, casi todo estaba en las bolsas acomodado arriba de la única mesa que había en la casa. De todas formas no le creyeron mucho y le siguieron dando sus manotazos y cachiporrazo, el hombre gritaba y le decían que iba preso, hasta que el hombre se le arrodillo a la mujer y le dijo; que el no pensaba robarla, que el trataba de ganarse algo para su casa, le lloró, le explicó lo del carro dañado, prestado, lo de que no conseguía pasajero, y lo de la gasolina que es tan cara y recara en el Perú, hasta que la señora dijo al padre que por favor lo dejara, que este hombre en verdad que había robado para sus hijos, y que ella no tenía corazón para mandarlo preso, que ella le pedía que le diera un trabajo, que mas bien a ella le daba rabia saber que mientras este hombre hizo lo que hizo para conseguir comida para sus hijos, a ella , su esposo que estaba en Estados Unidos tenía seis meses que ni la llamaba, menos le mandaba nada, pudiendo hacerlo.
Así fue pues este pequeño episodio, el tercero consiguió trabajo, y hasta encorbatado andaba, el dueño del carro asustado no lo quiso prestar mas, y mi amigo sin trabajo y pelando se vino a Venezuela donde tiene mas de cuarenta años con una familia, está con Chávez y el proceso revolucionario y no volvió al Perú.
Atentamente: Abog. Nelson Lucena – nelsonjlucena@hotmail.com