Como ya se ha conocido, el proyecto de reforma constitucional que se promovió en Venezuela, no fue aceptado por el sufragante. Varias lecturas salen de ello. Una, de las más importantes, es que la realidad nos superó, que no supimos leerla y consecuentemente, se elaboró la estrategia equivocada.
Una de esas carencias, y capital, fue no haber previsto los pasos que daría el adversario para opugnarla. El venezolano está hasta la coronilla de las mentiras de la oposición, pero fue en esta confrontación, que la mendacidad recibió su carta de ciudadanía. Ni siquiera se previó que se hiciera uso de la mentira tan abierta y exagerada como se hizo, y menos todavía, la exaltación que hicieron los medios con irrealidades, llevando con el terror engendrado, casi hasta el paroxismo al elector.
La diferencia sumamente exigua que se ve en el resultado, le muestra al extraño, lo duro que fue la controversia y precisamente fue esa cifra tan pequeña, la que obligó a las autoridades electorales -para aproximarse al máximo de la certeza, y con ello disipar el clima de inquietud ascendente-, a demorar la difusión del resultado de esa fracción de la totalidad que había prometido avanzar.
Ver a la media noche a las puertas del Consejo Nacional Electoral (CNE), a algunos energúmenos que pretenden arrogarse la dirección de la oposición, vociferando como lo harían cabalmente en un concurso de turbulentos orates, luego de la justa indignación por el degradante espectáculo que protagonizaban, no quedaba otra cosa que la lástima, la conmiseración. Estaban como drogados, y bastaba que uno gritara para que enseguida surgiera otro tratando de superar el grito anterior. Eso sí, todos buscando antes de emitir su alarido, la cámara de televisión que le grabaría para la posteridad con su aullido.
Se esperaba conocer el primer boletín, a las 8 ó 9 de la noche. La espera tensó los ánimos de la oposición. El Vicepresidente al tanto de las peripecias que las actas que llegaban le mostraban, indicó con su rostro marcando su preocupación, que los resultados estaban bastantes cerrados, como en efecto luego se confirmó.
El Consejo Nacional Electoral (CNE), vilipendiado hasta el hartazgo en procesos anteriores; señalados permanentemente de estar coludidos con el gobierno para trampear, claro que sin aportar nunca ninguna prueba de sus canallescas afirmaciones, groseramente se vio conminado, hostigado y acosado por esa oposición para que adelantara cifras que le permitieran sembrar el caos por doquier, tal como tenían planeado hacer. Cumplió el organismo con su responsabilidad al demorar la difusión de la información, cuando para ello aún existían dudas.
Recordemos que la propuesta de reforma se estructuró en dos bloques: el primero, promovido por el Presidente, y el segundo por la Asamblea Nacional. Conociendo el desarrollo del recuento, que al final mostró para el primer bloque la cifra de 50.70 por ciento para el NO, y 49.29 por ciento para el SÍ, y para el segundo bloque 51.05 por ciento por el NO y 48.95 por ciento por el SI, se comprende lo complejo que significaba adelantar una cifra que luego hubiera podido ser revertida al conocerse más totales. La abstención estuvo en 44.39 por ciento.
Como en todo evento electoral en cualquier país del mundo, todas las mesas generaron varias actas de totalización, que fueron distribuidas a cada delegado presente. Esto le permitió saber, tal vez a las 8.30 ó 9 de la noche, a los partidarios de cada opción, que iba a ser muy disputado el triunfo, como en efecto fue. Esto le tendría que haber bastado a los miembros de la oposición presentes en el CNE para ser ponderados en sus manifestaciones, pues su desenfreno pudo haber originado mucha violencia. En su vesania, no dudaron en insultar a los militares encargados de la seguridad, solo por cumplir su responsabilidad de mantener la calma.
¿Qué fue lo que sucedió realmente, que dio al traste con las cifras especuladas que daban al SI como ganador? Pueden manejarse, en esa búsqueda varias hipótesis, pero veamos primero el resultado de la elección presidencial ocurrida el 3 de diciembre del año pasado y comparémoslas con las de ayer. Chávez obtuvo 7.309.080 que representó el 62.84 por ciento. El señor Manuel Rosales logró 4.292.466 para un 36.9 por ciento. La abstención fue de un poco más de un 25 por ciento.
Veamos a ver que nos dicen los números concretos del referéndum: por los bloques del NO: optaron por el primero, 4.504.354 y por el segundo 4.522.332. Recordemos que el primero era auspiciado por Chávez, en tanto que el segundo era un agregado de la Asamblea. El SÍ arrastró en el primer bloque, 4.379.392; mientras que el segundo obtuvo 4.335.136. No olvidemos que la abstención estuvo en el 44.39 por ciento.
Surge de una observación no muy profunda, que la oposición acumuló más sufragios en contra del proyecto de la Asamblea que en el del Presidente. En tanto que en la votación por el SÍ, la propuesta de Chávez recibió más apoyo que el de la Asamblea.
Otro elemento a tomar en cuenta, es el bajo crecimiento de la oposición cuyo aumento fue de un dígito bajo. Crecimiento inercial. Mantuvo su votación. Pero no hay que olvidar la presencia ahora en sus filas, del partido PODEMOS y el aporte de Baduel, que no creemos que haya sido de mucha importancia. Es necesario conocer los resultados de los estados Sucre y Aragua para saber exactamente cuánto pudo ser realmente el aporte de ese partido al NO. No sabemos exactamente cuantos municipios están en poder de ese partido. Al conocer el aporte de este, concretaremos lo que hoy es una sospecha: la oposición pudo decrecer en estos 12 meses después de la elección presidencial compensando con Podemos ese decrecimiento.
Otro factor que se le tiene que haber aclarado a la oposición, es la influencia que pudieron tener los estudiantes de las universidades privadas. Con las cifras a la vista se ve que numéricamente fueron nulos e intrascendentes, no aportaron nada. Lo único que sí puede afirmarse, es que sirvieron para sacar de la modorra a muchos que todavía no encuentran la forma de enfrentar a Chávez. Además de traer caras más frescas. Pero, si quieren incidir en política, deben de hacer un esfuerzo y leer que, por la forma de expresarse, no parece ser esto de su incumbencia.
La fuerza que postulaba al SÍ, si la comparamos con las cifras de la elección presidencial, es representativa de una caída muy brusca, pues Chávez logró en su postulación, el apoyo de 7.309.080 votos, y ahora se obtuvo en el mejor de los resultados (primer bloque), 4.379.392. Como se ve, una merma muy elevada
Sobre la abstención, las fuerzas del SÍ fueron las más perjudicadas y eso es notorio en cualquier observación. Mientras la oposición prácticamente arrastró a votar NO sin dejar a nadie sin concurrir a hacerlo, las fuerzas del SÍ fallaron estrepitosamente. En qué, cómo y dónde es fundamental contestar en próximos análisis.
Lo que sí volvió a pasar fue lo que en toda elección ha pasado. Chávez se echa sobre su espalda el grueso del esfuerzo. Su prestigio es el que arrastra el voto. Sigue siendo el autobús. Pero el es el responsable por permitirlo. Los gobernadores y los alcaldes ¿cómo desarrollaron su trabajo? ¿Qué número muestran para avalarlo? Han tenido todo el apoyo del gobierno para realizar su tarea, pero ¿cómo la han hecho si no hay saldo favorable al proceso? Cuando conozcamos los números aportados por cada estado, volveremos sobre el asunto.
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