Hubo gente sorprendida la madrugada del 3D. Resucitaron muertos y se enterraron fantasmas. El fraude electrónico fue un ánima en pena. Los rumores eran de todo tenor: “Los militares no reconocen la victoria del NO”, “Chávez no reconoce el resultado, porque la ventaja del No es muy pequeña”, “Baduel va para el CNE a exigir que se auditen todas la mesas”.
Fueron horas de tensa calma debido a causas que en su momento hubiese sido muy fácil explicar. Y quien lo dijo fue el jefe del Comando Zamora, con palabras que presagiaban la derrota. De ahí en adelante los mensajitos de texto abarrotaron aún más los celulares. Desde ese momento el rumor viajó en caracteres “telegrafiados”: “dame letra”, “qué datos tienes”, “números, números”, “gana el No por 60 mil votos”, “ganó el SI por 12 puntos”, “dime la verdad aunque sea malo”, “qué le pasa al CNE”. La respuesta: siempre la misma. El “hay que esperar el resultado del CNE” se convirtió en letanía.
Mientras, buena parte de lo más patético de la oposición de micrófono venezolana, se paseaba provocadora por el Poder Electoral, con la misma actitud de guapetón de barrio prevalido, sustentada en el supuesto fraude electrónico que no se ha podido demostrar en tres años y medio.
Con cien mil y piquito de votos de diferencia a favor del NO, cobró vigencia el “reñido” usado por el vicepresidente para describir el acontecimiento. El Centro de Prensa del CNE fue testigo de la divulgación del resultado de una jornada histórica, en la que a los venezolanos y venezolanas fuimos los principales protagonistas.
Los resultados hablaron del Presidente. Su aparición explicando al país y al mundo el “cabeza a cabeza” que nos mantuvo en vilo, habló de él. El totalitarismo pregonado se hizo añicos. El militar se expresó en democracia.
Los resultados en contra del Presidente también hablaron del CNE. El “cabeza a cabeza” que ya el país conocía, lo explicó todo. El hermetismo se convirtió en prudencia.
Los resultados hablaron, hablan, de la oposición. Parte de ella (medios de comunicación incluidos) se empeña en voltear hasta el significado de algunas frases. Para algunos la cosa es: si ganan, arrebatan. Y el que pierde también, ripostarán ustedes con razón y para hacer justicia con la realidad. Que se arrebate quien se tenga que arrebatar. Así funcionan las democracias. Sigamos.
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