José Gervasio Artigas El Libertador de Oriente (IV)

Bolívar ha expresado en su célebre manifiesto de Cartagena, que cuando una parte de América queda sometida a la tiranía, si ésta no es sofocada por el esfuerzo solidario de las demás, ella se propagará a las otras, finaliza su exposición destacando la unión entre la Nueva Granada (Colombia) y Venezuela, dos naciones hermanas, que debían estar aliadas, para luchar por la libertad de América.

El concepto americanista de la revolución, era compartido por José Gervasio Artigas coincidente con el Libertador Simón Bolívar, quedando demostrado claramente en una carta que el Libertador de Oriente le enviará, la cual dice así:

Cuartel General, 20 de julio de 1819.



Excmo. Señor General Don Simón Bolívar. Presidente de la República.- Unidos íntimamente por vínculos de naturaleza y de intereses recíprocos, luchamos contra tiranos que intentan profanar nuestros más sagrados derechos.

La variedad en los acontecimientos de la Revolución y la inmensa distancia que nos separa, me han privado de la dulce satisfacción de impartirle tan feliz anuncio. Hoy lo demandan la oportunidad y la Importancia de que los corsarios de esta República tengan la mejor acogida bajo su protección. Ellos cruzan los mares y hostilizan fuertemente a los buques españoles y portugueses, nuestros invasores

.

Ruego a VE. Que ellos y su presa tengan el mayor asilo en los pueblos y entre la escuadra de su mando, que el pabellón sea respetado como el signo de la grandeza Oriental por su libertad patria. Por ella se ha enarbolado y no dudo que VE. Afianzará esta protección deseada. Por mi parte oferto igual correspondencia al pabellón de esa República, si las circunstancias de los tiempos permitan que sea afianzado en nuestros puertos. No puedo ser más expresivo en mis deseos.

José Artigas


La búsqueda de la libertad, por dura que pueda ser, no constituye ninguna imposibilidad para Artigas, aunque intrínsecamente los españoles la vean imposible, es así, como los revolucionarios orientales continúan sus acciones.



Mientras tanto, Alvear ocupó Montevideo. Como Artigas le reclamara que entregara la plaza a los orientales, lo invitó a conferenciar con él. El caudillo envió por delante a Otorgués, cosa que alegró a Alvear, porque, como él mismo declaró, a Artigas "no lo hubiera podido alucinar". Confiado, Otorgués acampó en Las Piedras; a la madrugada siguiente de tomar Montevideo, Alvear cayó sobre el campamento de Otorgués, haciendo una matanza entre sus hombres.

Pocos días después, Posadas rechazaba el tratado de paz del 23 de abril, pues según el punto de vista del Director colocaba en un plano de igualdad, como si se tratase de dos gobiernos nacionales distintos, al de Buenos Aires y al de un caudillo subordinado. Pero Artigas fue rehabilitado y declarado buen servidor de la Patria, pese a lo cual el caudillo no regresó a Montevideo. De todos modos, por mediación de Miguel Barreiro, se firmó un segundo tratado, el 9 de julio, que limitaba el acuerdo a la Provincia Oriental.

Mientras tanto, Alvear y sus sucesores gobernaban Montevideo, poniéndose la población en contra por su falta de tacto.

Por indicación de Artigas, el capitán Genaro Perugorría fue enviado a Corrientes a organizar un congreso provincial. Al llegar éste a su destino, encontró que los dirigentes más poderosos estaban disconformes con el congreso, que establecía una especie de federalismo dentro de la provincia, al dar representación a los pueblos del interior. De modo que Perugorría se alió a éstos en contra de Méndez y sus aliados guaraníes. En septiembre, ante un pedido de ayuda militar de parte de Artigas, se pasó al enemigo y se pronunció por la vuelta a la obediencia del Directorio.

Por otro lado, una asonada depuso a Hereñú en Paraná y lo reemplazó por el coronel José Francisco Rodríguez, con lo que el vencedor de El Espinillo comenzó a buscar aliados que lo volvieran al poder que había dejado. En respuesta a estos dos hechos, Posadas declaró creadas las provincias de Entre Ríos y Corrientes, que ya existían en la práctica, pero ahora eran fundadas bajo un sistema unitario.

En agosto, una división enviada desde Buenos Aires, al mando de Blas Pico logró expulsar a Basualdo de Gualeguaychú. Envió a perseguirlo al coronel León, que lo volvió a derrotar en Mandisoví el 6 de septiembre. Por el este y centro de la provincia Oriental, el coronel Manuel Dorrego hizo una campaña muy efectiva, apoyado por José Matías Zapiola, y obtuvo la importante victoria de Marmarajá, el 4 de octubre, con lo cual pudo controlar toda la costa desde Colonia hasta Chuy, en el límite con Brasil. Pero tras una larga y complicada campaña, se vio obligado a encerrarse en Colonia.

En Entre Ríos, Pico fue reemplazado por Juan José Viamonte, que volvió a expulsar a Basualdo de Gualeguaychú y envió a Eusebio Valdenegro a perseguirlo por segunda vez. Lo venció en Yeruá y lo expulsó de la provincia. Después pasó el río Uruguay y, unido a Rafael Hortiguera, venció a Otorgués en Rincón. Los directoriales recuperaban el terreno perdido.

El triunfo de Artigas

Basualdo retrocedió hacia Corrientes, donde derrotó a Perugorría y lo envió al campamento de Artigas. Éste lo hizo fusilar por traición; fue uno de los pocos enemigos fusilados por orden del caudillo. A continuación, Basualdo avanzó hasta Corrientes, ocupó la ciudad y repuso en su cargo a Méndez. Después de varias semanas se retiró nuevamente hacia el sur.

Artigas reorganizó sus fuerzas en la Banda Oriental, al norte del río Negro. Hasta allí lo fue a buscar Dorrego, que unió a sus fuerzas a las de Valdenegro; pero aún así, apenas contaba con 800 hombres, frente a los casi 2.000 de los federales. Pidió ayuda a Viamonte, pero éste estaba prácticamente cercado por los federales — entre los que figuraba Francisco Ramírez — y no pudo aportarle el auxilio esperado.

El 10 de enero de 1815, en la batalla de Guayabos o de Arerunguá, los federales — al mando de Rufino Bauzá y Fructuoso Rivera — destrozaron al ejército de Dorrego. Basualdo ocupó Concepción del Uruguay, de modo que Dorrego y Viamonte huyeron a Buenos Aires.

La noticia de la derrota llegó a Buenos Aires cuando ya era director supremo Carlos de Alvear. Éste decidió que, si Artigas y sus hombres no querían obedecer al gobierno porteño, es porque quería gobernar una Banda Oriental independiente. Entregó Montevideo a los federales el 4 de marzo, saqueándola previamente; se había llevado todas las armas, pólvora y municiones, y los regimientos formados por esclavos. Los comercios estaban vacíos y el tesoro no tenía un peso.

En Santa Fe, el gobernador Eustaquio Díaz Vélez era resistido por la población, tanto porque era porteño y no había sido electo por la población, como por los impuestos y contribuciones forzosas que hacía pagar a sus habitantes.

El 14 de marzo de 1815 estalló una revolución en la ciudad, y esa misma noche cruzaron a Santa Fe las fuerzas de Artigas y Hereñú. Rodeado en el edificio de la aduana, Díaz Vélez debió capitular el 24 de marzo. Artigas entró en la ciudad y confirmó que la provincia entraba en la Liga de los pueblos libres, de los cuales él era el protector. El 26 de abril asumía como gobernador Francisco Candioti, el príncipe de los gauchos, el amigo de Artigas.

Incitados por la victoria de Artigas en el Litoral, los federales de Córdoba obligaron a su gobernador directorial a dimitir, y el cabildo nombró gobernador a José Javier Díaz. Éste anunció a Artigas que era su aliado, y al gobierno nacional y las demás provincias que no se separaba de la obediencia del Director Supremo.

Si bien Díaz era un autonomista, nunca llegó a romper con el Directorio; envió sus diputados al Congreso de Tucumán, y no impidió de ninguna manera las comunicaciones a través de su provincia. Por otro lado, nunca se sometió a la autoridad política de Artigas.

Por esta misma época Hubo algunos movimientos autonomistas en San Juan, en San Luis, y en Santiago del Estero, cuyo espíritu era relativamente afín al federalismo artiguista, pero fueron fácilmente derrotados.

La provincia de Mendoza se negó a aceptar la autoridad del Director Alvear, refrendando la de su gobernador local, el general José de San Martín. Pero esta rebelión se circunscribió a la persona de Alvear, y Mendoza, o mejor dicho la Provincia de Cuyo, se mantuvo firmemente sometida al gobierno central.

En cambio, el federalismo de hecho en la provincia de Salta, movilizada por el caudillo Martín Miguel de Güemes logró un éxito absoluto. Sin embargo, Güemes nunca rompió formalmente con el Directorio. De hecho, después del fracaso de la tercera campaña al Alto Perú, las fuerzas del gobernador salteño se encargaron de la defensa de todo el país por la frontera norte, la más amenazada por los ataques realistas.

Algunos de los refranes y frases que dijo, en ellas se refleja su grandeza:

"Mis armas no han tenido otro objeto que sostener la voluntad general de los pueblos, en cuyo obsequio he estado pronto a sacrificar mi existencia."

(Continuará…)

vrodriguez297@hotmail.com


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Víctor J. Rodríguez Calderón


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