Dado ya el primer paso para acabar con la usura y la especulación, y puestos tras las rejas algunos ladrones de cuello blanco disfrazados de honorables empresarios, el Gobierno Nacional debe, una vez equilibrada nuestra economía, seguir a una segunda fase: reeducar al pueblo.
Aunque en este sentido, el presidente Nicolás Maduro, ya asomó una serie de medidas como, por ejemplo, incentivar el ahorro, el asunto no debe quedar solo allí.
Es necesario emprender campañas concientizadoras para que la población no siga cayendo en el comprar por comprar. Es decir, adquirir un producto única y exclusivamente para saciar el deseo consumista de tener en mi casa cierto aparato, ropa o calzado de equis marca muchas veces con el simple propósito de sentirnos parte de una clase social a la que realmente no pertenecemos y que, de paso, en la mayoría de los casos nos desprecia.
Ocurre, por ejemplo, con los celulares. Sucede con mucha frecuencia que obtienes uno hoy y ya en un mes el aparato está desactualizado porque salió uno nuevo al mercado mucho más “moderno” y con diferentes aplicaciones.
Esto hace que mucha gente salga corriendo a comprarlos porque el nuevo aparato, a diferencia del “viejo”, te dice en qué posición se encuentra cada uno de los planetas del Sistema Solar. Es decir, que el dueño de semejante artefacto puede en un santiamén saber si tiene a Marte, Júpiter o Plutón sobre el cogote. ¿Cambiará eso nuestra vida?
También pasa con zapatos, ropa, relojes, computadoras, televisores, cámaras y pare usted de comprar, perdón: contar. Gastamos una cantidad considerable de dinero, que nos sería más útil bajo el colchón para ser utilizado en un momento de apremio o adquirir un artículo cuando realmente nos sea indispensable.
Es mejor que antes de comprar algo nos preguntemos, ¿realmente lo necesito? ¿hasta dónde me dejo arrastrar por el consumismo alienante?