El día de ayer, el ministro Rafael Ramírez anunció en entrevista a un canal importante de señal abierta del país, el cambio a la Ley de Ilícitos Cambiarios para permitir el regreso del “dolar permuta”. Además, el día anterior anunció cambios de tasa de cambio para diversas actividades económicas, entre la que destaca el turismo exterior, a la par de que se mantiene la tasa de 6,30 Bs/$ para necesidades básicas de la economía como alimentos, medicina, remesas estudiantiles, entre otros.
Según diversas encuestadoras del país, así como estudios de investigación, colocan a la situación económica del país es un tema que destaca entre las preocupaciones de más importancia para el venezolano común, quizás solo comparable con la inseguridad. Una economía tan inusual y tan cambiante como la venezolana requiere de especiales análisis, que tomen en cuenta la ideosincracia del venezolano, tanto del empresariado como del consumidor y del estado, y que también tomen en cuenta los cambios que se llevan a cabo en el vibrante panorama político - económico del país.
Este artículo busca pasearse de manera sencilla por las causas de las anomalías que hoy en día enfrenta la economía venezolana, hacer un breve panorama de la situación actual y proponer alternativas para la superación de los problemas, sin dejar de lado las espectativas que se tienen para el año 2014, que seguramente estará cargado de toma de decisiones importantes por parte de los organismos competentes del estado venezolano.
Explicación breve de la economía venezolana.
Venezuela es un país petrolero cuyos ingresos de esta actividad comercial le proporciona alrededor de un 98% de las divisas extranjeras que ingresan, restando un 2% a otras actividades económicas como lo son la minería y otras exportaciones privadas, no tradicionales.
La extrema dependencia de su principal actividad comercial, ha hecho que el país importe la gran mayoría de productos terminados, y que a la vez no cuente con un parque industrial y agropecuario moderno, que tenga la capacidad de responder ante la demanda de bienes y servicios que existe, y que es cada vez creciente. Ésta es una de las principales causas de las altas tasas inflacionarias que registra el país desde hace 30 años, y que el año 2013 llegó a un pico de 56% según cifras del BCV.
Por otro lado las prácticas empresariales privadas del país tienden, en la mayoría de los casos, a buscar la mayor ganancia a partir de una mínima inversión, cosa que hace que el empresario busque aumentar precios sin incrementar la producción, generado márgenes de ganancia demasiado altos (entre 30% y 1000%), que hasta la fecha no han sido regulados. Existe un proyecto de ley por vía habilitante que buscaría ponerle un tope de 30%.
La economía del país está cargada con un factor especulativo sumamente importante, que hace que ante la toma de medidas económicas que no afectan directamente un sector comercial, el mismo aumente sus precios de igual forma como si lo afectara.
Las “leyes” tradicionales de la oferta y la demanda generalmente no aplican para Venezuela, ya que muchos mercados están tomados por oligopolios, competencias monopólicas y de paso el comportamiento del consumidor es muy variable. No es un común denominador que el venezolano compre menos si el precio sube, puede ocurrir muchas veces lo contrario.
Precisamente porque muchas empresas nacionales poseen poder de mercado, las mismas tienden a colocar sus productos a precios sumamente elevados, esperando recibir mayores ganancias sin invertir en aumentar su producción o en mejorar sus tecnologías productivas. El estado ha respondido fijando precios máximos para centenares de productos, lo que ha generado a su vez escasez en algunos rubros.
Los intentos de aumentar la producción por la vía de nacionalizaciones han tenido resultados mixtos. Han habido tanto experiencias muy satisfactorias como las Industrias Diana, el Banco de Venezuela, Movilnet, algunas fincas productivas y algunas cementeras, entre otras; pero también han habido experiencias fallidas como la industria metalúrgica y sus derivados que están reportando pérdidas millonarias al estado. Hay otros casos en donde la burocracia, la ineficiencia del estado y gobierno, así como la falta de estímulo para la producción, la corrupción pública y privada, y la ausencia de dolientes (como existe en la empresa privada al reportar pérdidas) han hecho que industrias nacionalizadas bajen su producción o entren en niveles de pérdidas. Más recientemente se han adoptado esquemas mixtos de producción un poco más pragmáticos.
Hay una infinidad de controles y procedimientos burocráticos que el empresario debe cumplir para producir, conseguir materia prima (especialmente la importada) e incluso para poder exportar sus productos. La falta de transparencia y celeridad en los trámites gubernamentales hacen que aumenten los tiempos de pago de deuda externa, los tiempos de controles aduanales, los tiempos de almacenamiento, entre otros, cosa que a su vez aumenta considerablemente los precios finales de los productos.
Está vigente en el país un control cambiario desde el año 2003, en donde un organismo del estado (CADIVI) es el encargado de administrar el otorgamiento de divisas provenientes de la renta petrolera a los interesados, bien sean ciudadanos naturales o empresas comerciales. Más recientemente, la creación de otros mecanismos complementarios como el SITME (ya desaparecido), el SICAD y el Centro Nacional de Comercio Exterior, se han encargado de otorgar también una cuota significativa de divisas en forma de “subastas”.
Se evidencia la existencia de una parte importante de la clase media, media alta y alta, que cree poco o nada en las potencialidades del país, privilegiando y elogiando siempre todo aquello que viene del exterior por encima de lo nacional, y que a la vez basa su actividad económica en el comercio (generalmente de bienes importados).
El Control Cambiario.
A mediados del año 2003 hubo en Venezuela una huelga petrolera que le costó al fisco unos $20.000 millones. El país venía de enfrentar además un paro empresarial general que paralizó gran parte de la actividad económica del país. Esa emergencia, sumada a las características económicas y sociales del país constituían la situación perfecta para una fuga de capitales catastrófica, que terminó por motivar al presidente Hugo Chávez a imponer un control cambiario que duraría hasta la presente fecha.
No era la primera vez que Venezuela tendría un control cambiario. En la década de los 80’s y 90’s, gobiernos de la “socialdemocracia” aplicarían controles similares en situaciones de emergencia. La aparición de RECADI bajo el gobierno de Lusinchi es un ejemplo. Luego los controles cambiarios los aplicaría el Banco Central de Venezuela manipulando la tasa de cambio, al retener o aumentar el otorgamiento de divisas para mantener la tasa fluctuando en “bandas” establecidas por el BCV. Al comienzo del gobierno de Hugo Chávez existía ya este control, y a comienzos del siglo XXI Chávez desmontaría este sistema para permitir el libre cambio de divisas. Sin embargo, para el año 2003, la situación no sería la misma y con el surgimiento de CADIVI, entraría en vigor de nuevo un régimen de control cambiario.
Los primeros años del control cambiario con CADIVI fueron exitosos para la economía venezolana, al lograr incrementar las reservas internacionales desde unos $8.000 millones hasta el nivel de $30.000 millones. Se permitía también la existencia de un mercado “permuta” de dólares que se basaba en la cotización de acciones de la empresa telefónica del país en las bolsas de Caracas y Nueva York, el cual atendía la demanda que quedaba por fuera de CADIVI. El petróleo alcanzó niveles récord de precio internacional. Varios indicadores macroeconómicos se estabilizaron también, con la estabilización política del país.
La posterior prohibición del mercado “permuta” traería consigo la aparición de una tasa de mercado “negro” cuyo diferencial respecto al dólar oficial no era muy considerable. Ahora bien, en el transcurso del control cambiario han surgido anomalías que han hecho que el mismo pierda efectividad y se desvíe del camino para el cual fue establecido. Ciudadanos empezaron a vender sus cupos de divisas, viajar a cualquier destino con tal de conseguir la aprobación del otorgamiento de moneda extranjera, registrar empresas fantasmas (llamadas de “maletín”) con el fin de recabar divisas aprobadas. Tan solo por concepto de las empresas de maletín se fugaron del país alrededor de $20.000 millones, según el mismo Jorge Giordani. Importadores les eran otorgadas divisas y colocaban sus productos dentro del país a tasas diferentes a las cuales conseguían los dólares. Todas estas situaciones se vieron catalizadas por la situación política de incertidumbre que viviría el país a finales de 2012 y durante casi la mitad del año 2013.
La muerte de Hugo Chávez.
Tras la muerte del presidente de Venezuela, principal pilar político del país, el diferencial existente entre el dolar “paralelo” o “negro” y la tasa oficial se incrementó exponencialmente. Ésto puede entenderse por el clima de incertidumbre política y social, además del componente especulativo mencionado anteriormente, aunque hay estudiosos que creen que la subida del diferencial pudo haber sido inducida por factores políticos y económicos adversos al gobierno de Nicolás Maduro. De cualquier manera, tal incremento del diferencial, provocó una devaluación y con ésta una subida general de precios que ha mermado el poder adquisitivo del venezolano. Incrementos posteriores del salario han subsanado parcialmente esta situación, pero los niveles tan altos de inflación que percibe el ciudadano común siguen siendo preocupantes, y superan los efectos que puedan tener estos aumentos.
La Ley Habilitante.
A finales de 2013 el parlamento venezolano aprobó una Ley Habilitante facultando al presidente Nicolás Maduro a legislar en torno al tema económico (entre muchos otros temas, como la corrupción). Sin lugar a dudas la economía es uno de los temás que requieren de atención inmediata, debido a las anomalías que presenta la misma. Además es de esperarse que el gobierno haga ajustes sensibles pero necesarios en un año ausente de contiendas electorales, más aún tras salir fortalecido con los resultados de las últimas elecciones.
Rafael Ramírez y Nelson Merentes parecieran tomar las riendas en el área económica. Se anuncian cambios en el esquema cambiario, pero sin apuros. Los empresarios están desesperados por conseguir su parte de la renta petrolera, ya que de eso viven muchos. El ciudadano común también espera cambios, pues le pega en el bolsillo todo lo que está pasando.
Para esta hora ya se anuncian modificaciones en la cantidad máxima de dólares a ser aprobados para los viajeros al exterior. Reducción en el cupo electrónico de TDC (pasa a ser $300 desde $400). Estas medidas afectan sobre todo a la clase media y media alta, que las recibe con mucho excepticismo. El ciudadano común no lo ve con buenos ojos, así no tenga los fondos suficientes para viajar al extranjero. El gobierno argumenta que había que parar a los “raspacupos” que en 2013 le habrían costado al país $7.000 millones en divisas. La verdad es que por más necesaria que fuera esta medida, la misma no toca la raíz del problema.
2014: Inflación, productividad y control cambiario.
En este año el componente más inflacionario en la economía resultará ser el control cambiario. La existencia de un diferencial abrumador entre la tasa oficial y la del “mercado negro” supone una anomalía brutal para la economía, además por el componente especulativo que la tasa extraoficial supone.
El ciudadano común percibe la inflación en los productos que se dispone a comprar, el empresario argumenta que “no recibe dólares preferenciales” por lo que debe calcularlos a una tasa entre 7 y 12 veces mayor que la oficial. El gobierno responde diciendo que ellos atienden alrededor de 95% de los requerimientos de divisas, y por lo tanto los empresarios no deberían aumentar los precios. De cualquier manera hay que reconocer que hay una necesidad de la economía en conseguir divisas extranjeras, bien sea para reponer inventarios, viajar, conseguir materias primas y producir, entre muchas otras razones. Además cualquier cambio que se proponga el gobierno, bien sea para el mayor control o para el ablandamiento del control, terminará por afectar más a los consumidores que a los empresarios, ya que los últimos transmiten siempre estos costes a los consumidores.
Existen varios caminos para subsanar o ir reparando progresivamente el problema que ha generado el control cambiario. El inmediato y el preferido por las élites económicas sería la completa eliminación del control, cosa que resultaría en una gravísima fuga de capitales del país y en el posterior empobrecimiento de todo aquél que no disponga de ahorros para poder cambiar moneda. Empresas que tengan sus ganancias retenidas en bolívares repatriarían sus ganancias en masa, cosa que aceleraría el proceso de fuga de capitales. Las reservas internacionales se agotarían inmediatamente y el país pudiera tener serios problemas en pagar las deudas contraídas con el exterior (situación que inclusive en este momento ocurre). Este escenario es indeseable, y traería consigo un coste social increíble, por lo que es descartado.
Un segundo escenario es la activación de controles más fuertes en esta política cambiaria. Tal escenario es el que prefieren grupos más radicales, argumentando que la renta petrolera está sirviendo solo para enriquecer a la burguesía nacional, y que serían ellos los que deben responderle al país. Controles de precios, controles de revisión de entrada y salida del país para los viajeros, controles y seguimiento en la asignación de divisas para empresas, entre otras, son algunas de las propuestas. Ahora bien, las experiencias anteriores han arrojado que el aumento de procesos burocráticos gubernamentales lo único que hacen es retrasar las asignaciones, así como encarecer los productos finales que llegan al país. Estos procesos burocráticos además le agregan un componente discresional a la asignación de divisas, cosa que pudiera resultar en corrupción a la hora de decidir a cuál empresa se le otorga y a cuál no. Además el empresario a final de cuentas no es quien termina asumiendo el costo de todo esto: ellos simplemente se lo cobran al consumidor final, por lo tanto a fin de cuentas, es de interés para el estado y para los consumidores (y naturalmente para el empresario) que exista un flujo transparente de divisas, así como procesos rápidos, eficientes y transparentes para su asignación.
Revisados los dos escenarios más radicales nos queda solamente un escenario pragmático, que dada la situación política, económica y social, es la que debería privar a la hora de tomar decisiones en esta materia.
Es de interés del gobierno la recaudación de la mayor cantidad de divisas extranjeras posibles, por lo que deben estimular que los privados participen también en el ingreso de divisas a la nación. Según distintas fuentes se estiman en $300.000 millones las divisas que poseen venezolanos en el exterior. Ésto puede hacerse de distintas formas, pero la más acertada sería el establecimiento de una tasa cambiaria que varíe entre la tasa oficial y la tasa del mercado “negro”, que sea atractiva para cambiar, y que sea expedita, legal e inmediata. En este sentido, el regreso del dólar permuta sería un gran alivio (el cambio se establece por ley de oferta y demanda en las bolsas de Caracas y Nueva York), siempre y cuando el estado intervenga en momentos de cambios de inflexión de esta tasa. La legalización del dólar permuta significaría además un duro golpe a la tasa del “mercado negro”, puesto que de existir un mecanismo inmediato de cambio de divisas la tasa extraoficial ya perdería por completo su sentido de EXISTENCIA. Otra propuesta sería la de incluir a los privados en la participación de la subasta del SICAD de forma que puedan cambiar dólares a bolívares, aunque esta participación resultaría a una tasa menos atractiva y no lograría los resultados esperados de una forma rápida.
El SICAD sin embargo, pudiera utilizarse para manejar por medio de “subastas” una tasa atractiva para cambiar bolívares a dólares, y buscar estabilizar los precios. Si se establecen todas las semanas tales subastas, y el SICAD llegara a ser un mecanismo estable y expedito de asignación de divisas, el estado tendría todas las herramientas para revisar e intervenir en el tipo de cambio, actuando cuando hayan momentos de inflexión en la tasa para equilibrar y estabilizar el tipo de cambio. Esto vendría siendo un estilo de control cambiario “por bandas” que funcionaría de forma semanal, y que pudiera llegar a estabilizar el tipo de cambio y a su vez, los precios de los productos en el país. Privados pudieran participar en ambos sentidos (bolívar a dólar y dólar a bolívar), cosa que disminuiría la dependencia de las reservas internacionales para establecer el tipo de cambio.
Existen muchas otras propuestas en el área económica que debería ser analizadas una a una, y de forma inmediata para lograr estabilizar toda la situación. Algunas propuestas las sintetiza Manuel Sutherland en su artículo “Fuga de Capitales (Venezuela y A.L.), fraudes, devaluación y la estatización del comercio exterior”, donde recaba propuestas de distintas visiones políticas, entre las que destaca la creación de un portal estilo “Amazon” estatal, que acabe con la expeculación en ese sentido y empodere al ciudadano a acceder a los productos terminados importados que requiere. Otros articulistas destacados en el área como Víctor Álvarez, galardonado varias veces en el área de económica y al pensamiento crítico, deben ser revisadas por quienes hoy manejan las riendas en el área económica.
Reflexión de cara al rumbo político, económico y social Venezolano.
Quisiera finalizar el artículo con una última reflexión. Durante casi todo el siglo XX, la humanidad estuvo dividida en dos modelos de producción: el capitalismo neoliberal impuesto por los EEUU y el socialismo tecnócrata impuesto por la URSS. Ambos han probado el amargo sabor del fracaso. Mientras el capitalismo neoliberal, desde la gran depresión ha basado su economía en el consumismo, también ha conducido a la humanidad hacia una producción desplanificada, el agotamiento de los recursos naturales y hacia la diferenciación cada vez más marcada de las clases sociales, buscando la mayor ganancia a la menor inversión. Por otro lado, el socialismo soviético si bien convirtió en los primeros años a un país atrasado en el país que disputó con EEUU la hegemonía mundial en cuanto a producción, tecnología, etc., el mismo también creó un estado demasiado grande y burocrático al nacionalizar todas las empresas, que hizo de su economía ineficiente, no abolió las clases sociales, creó una casta política empoderada y al negarse a hacer cambios profundos cuando tenía que hacerlos, terminó adoptando de nuevo a la economía de mercado.
China en cambio, que vivió todo esto desde su propio punto de vista, tras vivir fuertes hambrunas producto de la economía planificada, tuvo que adoptar un modelo donde conviven dos sistemas económicos y utiliza el mercado como una herramienta, para obtener los logros sociales que ellos estiman. Hoy en día China crece a ritmos gigantescos, la calidad de vida de su población aumenta significativamente, es la segunda economía mundial y está enrumbada a ser la primera.
Ahora, Venezuela en pleno siglo XXI debe aprender de estas y de otras experiencias. La nacionalización de las industrias debe llevarse a cabo con mesura, solo en casos donde el monopolio estadal signifique una mejoría de los servicios, precios justos y además donde se garantice que sea el estado el que pueda brindar un mejor servicio que los privados. En caso contrario debería evitarse, puesto que bajaría la producción y la calidad en la empresa. Debemos conservar y proteger una economía planificada, donde el privado también conserve cuotas de participación que garanticen la eficiencia, la calidad y el posterior aumento de producción. La economía mixta, con una marcada responsabilidad social debe ser el rumbo adecuado que debe tomar nuestra economía, para lograr los objetivos sociales que se quieren alcanzar. Los dogmatismos pueden alejarnos de las metas cada vez más, y hundirnos en profundas crisis que pueden evitarse.
Hay un dicho Chino que dice “dejad que el mercado controle la economía, que el Estado controlará el mercado”.
*Estudiante de Ingeniería Química. (UCV)
rjriveroarrieta@gmail.com