Se solicita esposa en el extranjero, receptora de remesa en dólares

Raimundo y todo el mundo, parecen haberse dado cuenta que hay mucho de verdad en aquella expresión iracunda de Arturo Uslar, cuando dijo que los venezolanos nos dividíamos entre “vivos y pendejos”.

No obstante, unos y otros, están divididos a su vez por diferentes variables. “Vivos y pendejos” “conviven pacíficamente” en muchos particulares universos, aunque por supuesto uno sabe quiénes son las víctimas y de quién. Pero si alguien puede reclamar para sí tener el predominio entre los vivos es la derecha, porque aún en ella, aunque parezca una ilusión, vivos y pendejos, conviven, hasta como felices, mientras los pendejos somos abrumadoramente abundantes en la izquierda.

Llevamos desde el gobierno chavista catorce años, intentando encontrar una forma de administrar las divisas y cada reforma deja siempre abierta alguna o algunas espitas por donde a menor o menor volumen ellas se escapan.

Caryl Chessman, un famoso procesado por la judicatura gringa, conocido en su tiempo como “El hombre de la linterna roja”, quien fue capaz de posponer por más de 20 años su inicial condena a la silla eléctrica, haciendo alegatos fundamentados en vicios o defectos que encontraba el mismo en el Código Penal – Chessman de simple camionero por salvarse o extender su tiempo de vida se volvió un experto penalista dentro del estrecho espacio de la celda– llegó a afirmar sin finura alguna que en aquel instrumento, entre norma y norma, cabía un enorme Caterpillar. Al leer esta referencia, recordemos que ya dijimos que fue camionero hasta que cayó en prisión por asesinato.

Esta mención a Chessman viene a cuento, por los huecos que dejamos siempre abiertos y desprotegidos cuando legislamos o simplemente normamos en muchas materias, sobre todo en esta de la cuestión cambiaria y particularmente en lo relativo al envío de remesas personales o familiares al exterior.

Esas troneras, dejadas por allí por “vivos o pendejos”, las aprovechan los primeros para hacer todo tipo de negocio y amasar fortuna, de manera indebida.

Veamos algunos ejemplos de lo detectado y lo que podría haber quedado allí abierto sin que los pendejos nos demos cuenta, pero los vivos ya pueden tener en la mira.

Alejandro Fleming, Presidente del Centro Nacional de Comercio exterior, hizo a los venezolanos y quienes aquí viven, por supuesto a los pendejos que no lo sabíamos, que se excluía con derecho a recibir divisas a la concubina. Alegó que tal calificación hace referencia a quien convive – vive junto pues- con alguien. Pero esa relación se pierde, si uno está, por decir algo, en Caracas y el otro en el exterior por tiempo indefinido o permanente.

Esa referencia, a un pendejo histórico como el suscrito, le sugirió la idea acerca de alguien que en Caracas se le ocurrió “asociarse” a una concubina en otro país, a quien por períodos de seis meses o un año, envía la remesa que Cadivi, donde un pendejo o un vivo le otorga, se ponía, hasta ayer al año, en una cifra de dólares que ingresada al mercado interno paralelo de las divisas, le significa el ingreso de tres o cuatro profesionales, trabajando bajo subordinación o empleo, incluyendo los aguinaldos y, para más señas, sin trabajar ni arriesgar nada. A la aguantadora en el exterior, amiga muy cercana y socia, le daba, como decimos en Cumaná, su correspondiente “poliá”.

Esa medida anunciada por Fleming, inmediatamente nos llevó a otra reflexión, inspirado en Caryl Cheesman y su astucia en derecho penal. ¿De esa manera resolvemos la falla mencionada? Según el camionero no. Ahora, “los asociados concubinos”, se transformarán en matrimonio por conveniencia. Es probable que se multiplique por n potencia, el número de matrimonios donde un cónyuge vive en Venezuela y el otro en el extranjero. Y las divisas seguirán saliendo por la misma espita, aunque esta vez, el reparto sea más equitativo por lo dispuesto en el Código Civil. ¡Mitad y mitad o 75 y 25!

De repente, los diarios en sus páginas de avisos pagados se llenarían de solicitudes de futura “esposa dispuesta a vivir lejos de mí. Allá en el extranjero”.

Como dato interesante repetiré lo informado por Eleazar Díaz Rangel, en su columna de este domingo 26-01-14, que el año recién cerrado, se enviaron en remesas desde Venezuela a EEUU, un monto 40 millones de Dólares. ¡El mundo al revés! Lo que también revela lo pendejo que somos.

Veamos otro ejemplo, para no alargar esto y dejar a la inteligencia descubrir otros tantos.

Tengo un familiar en el exterior, que de conformidad con la norma, podría alegar estar bajo mi protección para se me asignen los dólares que deba enviarle. Pero ese familiar, en verdad no depende de mí. Tiene sus propios ingresos, de una manera u otra. En este caso, funcionaría el asunto de la misma manera del caso anterior y hasta más redondo podría ser el negocio, porque el familiar probablemente, por razones obvias, no me reclame comisión o reparto del botín. Aunque admito que este caso pareciera ser de fácil control y es posible que lo esté, pero como dijimos al principio, los pendejos somos mayoría e inocentes y descuidados. Siendo así no es malo “llover sobre mojado” para intentar ayudar.


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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

 damas.eligio@gmail.com      @elidamas

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