La verdad es que el año pasado nos equivocamos, cuando decíamos que con la llegada de la derecha al poder veríamos que el precio de la harina de maíz llegaría a 300 Bs. kg, , o el precio de la leche líquida alcanzaría 200 Bs. el litro, ni falta hizo que llegara la derecha a gobernar para comenzar a ver lo que parecía inaudito entonces, habría que preguntarse entonces si será que igual el pensamiento liberal igual llegó al poder en Venezuela en 2016.
También nos equivocamos al pensar que la “liberalización” de precios eliminaría las colas, si esto fuera así no veríamos tantas colas en las panaderías ahora que los dueños han liberados los precios del pan sin que nadie diga nada y las colas crecen proporcionalmente a cómo crece la fortuna de los dueños de panaderías.
Ahora que el gobierno anda empeñado en entregar bolsas de comida a la gente, y que la conformación de los CLAP y su despliegue comienzan a mostrar opciones donde el pueblo organizado puede participar en la solución a sus problemas, después de constatar que la distribución de los alimentos para el pueblo que en las manos invisibles del mercado fracasó, quizás Mendoza esté ideando como implementar un esquema que le permita al mercado “bachaquear” también ellos sus propias bolsas.
Lo cierto de todo es que resulta sorprendente ver como tanta gente termina creyéndose ese cuento de que con la derecha se vivirá mejor, de que antes de Chávez Venezuela era el paraíso y de que lo importante es que aparezcan los productos a cualquier precio, como si la mayoría del pueblo pudiera comprarlos.
Sorprende, por decir lo menos, como mucha de la misma gente que hace esas colas infernales en los super, y en muchos casos no llega a comprar los escasos productos que llegan, sostiene que la activación de los CLAP no sirve para nada y que es un fracaso y que el gobierno lo que debe hacer es seguir dándole dólares a los sinvergüenzas para que importen, mercancías o materias primas, y estos sigan desfalcando al pueblo en favor de sus capitales asegurados en el exterior.
Mientras tanto me quedo con los CLAP y que sigan sirviendo como un germen de la organización popular para comenzar a atender, desde sus propias posibilidades, la solución de los problemas.