Los capitalistas son, sin duda alguna, responsables directos de las peores situaciones y condiciones que azotan a la humanidad:
1) Alto costo de la vida (para los pobres obviamente).
2) Desempleo.
3) Miseria.
4) Desarraigo socio-territorial.
5) Violencia planificada por las élites y violencia común.
6) Migraciones por hambre y/o guerras.
7) Destrucción medioambiental.
8) Otras.
Prácticamente no existe aspecto de la vida (y de la muerte) que no esté influido por el perverso capitalismo, en especial por los intereses de la minoría más adinerada, que ha convertido casi todo en una mercancía, y maneja a su antojo los precios de materias primas, bienes y servicios diversos, sin más limitaciones que las del mismo mercado. Triste admitirlo, pero la mayor parte de la humanidad está sometida por la codicia de un puñado de individuos astutamente inescrupulosos, verdaderas lacras cuyo único interés en la vida es la acumulación y reproducción del mayor capital posible a como dé lugar. Para los ricos, los pobres sólo existen en tanto les sirvan como mano de obra y/o mercancía, y les consuman sus productos. Ricos apoyados por los Estados y la institucionalidad correspondiente, incluyendo la que sostiene a los gobiernos mal llamados progresistas, tal como el de Nicolás Maduro en Venezuela (populismo de “izquierda”).
Hasta en las juntas de condominio de los edificios los capitalistas han influido negativamente, tal como en las residencias donde habito, en las que el administrador (árabe de origen), quien por cierto tiene más de 15 años en el cargo (ilegalmente), y no vive allí desde hace más de tres años, aumentó de 2000 a 10000 la cuota de condominio (un edificio sencillo, sin vigilancia). Ciertamente los aumentos salariales influyen debido a los beneficios laborales que debe percibir el conserje, pero de igual manera se trata de un aumento exagerado, por parte de un sujeto que además no vive en el edificio ni paga condominio por ser administrador. Claro está que siendo el personaje en cuestión propietario de algunas tiendas de electrodomésticos y muebles en la ciudad de Mérida (cuyo nombre parece indicar que vende la mercancía barata, aunque no es así), con altos ingresos y cierta fama dentro del gremio de comerciantes, le importa un comino el bienestar de los demás. Y hasta arrogante y prepotente es el individuo, pues al reclamársele responde con altanería, sin argumentos válidos y sin presentar una relación detallada de los ingresos y egresos, con los soportes correspondientes. Como todo buen capitalista, el administrador del edificio donde resido cuida exclusivamente sus intereses, y los demás que se jodan. No es más que otra lacra capitalista.