La familia venezolana toda, y no creo exagerar, forma parte ya, a estas alturas, de las llamadas estadísticas, sea porque el padre, la esposa, la hija, el abuelo o el sobrino, fueron víctimas del hampa, desde la mudanza con electrodomésticos, el atraco a mano armada, el robo del vehículo a cañón, pasando por la clonación de tarjetas bancarias, hasta el arrebatón en plena vía pública, sin contar el secuestro express, ni los fatídicos desenlaces con pérdida de lo más preciado, la vida.
No acostumbro a seguir por la prensa escrita la llamada página roja, básicamente por el inadecuado tratamiento, que usualmente se le da en estos espacios, al drama nacional de la violencia que diariamente enluta nuestros hogares.
El tema de la inseguridad, a la que estamos sometidos todos los venezolanos, todos sin excepción, pareciera para algunos especialistas y opinadores mediáticos, solo cuestión de sensación y/o percepción, para otros, las víctimas son estadísticas que importan sólo para la cuenta y el análisis comparativo, algunos se refieren a este fenómeno como un elemento aislado que debe ser reprimido, como lo propuso aquel otrora periodista devenido en Alcalde Mayor, cuando contrato al súper policía de NY, un tal Bratton, es decir, plomo al hampa, pero el sector oposicionista sólo lo utiliza como insumo para joder al gobierno; y para el gobierno, después de diez años de gestión, y cincuenta de lastre cuarto republicano, este tema continua siendo la piedra en el zapato, la tarea más compleja, la cosa incomoda que no ha sabido ni podido manejar.
Recientemente en una entrevista televisiva, un “especialista” en el tema se refería a los diversos planes que en materia de seguridad había diseñado y puesto en marcha el gobierno bolivariano, al mismo tiempo que advertía también, que durante su implementación y ejecución, por la cartera de Interior y Justicia, habían pasado no menos de ocho ministros, lo cual sirvió de saco roto para tan buenas intenciones, debido a la falta de coherencia y continuidad de tales planes.
La inseguridad y la violencia es el saldo que un sistema preñado de oprobios y desigualdades, obtiene por la práctica continuada del abuso y la acumulación de unos pocos en desmedro de la mayoría de la población empobrecida, y ello implica la revisión de distintos elementos que convergen en la misma sopa. Cuestión de especialistas? No lo creo.
El caso es que mientras el gobierno se rompe el “coco” diseñando su connotado plan de seguridad, DIBISE XXI, los duchos, especialistas de la comisión de alto nivel en la materia, promulgan el nacimiento, graduación de por medio, de la Policía Nacional, y el resto de las variopintas policías regionales y municipales se debaten entre el ser o no ser, asesinos, roba carros, extorsionadores, secuestradores de oficio y demás hierbas, nosotros, los de a pie y de a caballo, hombres y mujeres, menores o mayores de edad y de este domicilio, nos declaramos verdaderamente arrechos y paranoicos, presos con arresto domiciliario, al no poder salir por tanta maldad e inseguridad, cansados de la angustia por la espera del(a) hijo(a) que no llega, la corrupción moral que ya nos inundó hasta las venas, y la verdadera y asqueante impunidad judicial que se pasea por las mismas calles con espalderos y en vehículos de lujo, aunque el hedor, siempre lo llevan dentro.
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