La ONU,(192 Estados Miembros, incluido Libia), en su Carta Constitutiva, dice tener el objetivo de unir a todas las naciones del mundo para trabajar por la paz y el desarrollo, sobre la base de los principios de la justicia, dignidad humana y bienestar de todos los pueblos.
Sus propósitos; mantener la paz y seguridad internacionales, fomentar entre las naciones amistad e igualdad de derechos y libre determinación, realizar la cooperación para la solución de problemas internacionales.
Pero a la luz de los acontecimientos, Las Naciones Unidas, y su amplia red de organismos orientados a la atención de derechos y deberes de los ciudadanos del mundo, muestra cada vez más la falsedad de estos principios por su dependencia al poder hegemónico de Norteamericano e imperios asociados. La evidencia reciente de la Resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, con votos de diez miembros a favor y cinco abstenciones, legaliza a posteriori el ataque a Libia, so pretexto de defender a la oposición civil, que se enfrenta al poder de Gadafi.
Efectivamente, bombardean a diario la Nación Libia, destruyen; instalaciones militares, infraestructuras civiles, aeropuertos, puentes, carreteras, puertos marítimos, escuelas, centros de comunicaciones, arqueología milenaria, y siembran la muerte en los ciudadanos de los dos bandos.
De ninguna manera hay posibilidad de recurrir a mediación alguna haciendo uso de la tan mentada Paz contenida en aquella Carta producida en 1945.
No ocurrió lo mismo en 1949, cuando la Asamblea de Naciones Unidas, orientaba a corto plazo, un futuro de paz en Libia, con la creación de una Monarquía Árabe para asegurar la estabilidad de los invasores británicos en Libia.
El Monarca, recomendado o impuesto; Muhammad Idris, era bien conocido por haber servido, a cambio de mucho dinero, a los anteriores invasores Italianos (1911-1946, para de igual manera controlar a los árabes.
Idris es coronado Rey, se constituye la Monarquía Federal Independiente del Reino de Libia, un año más tarde, una Constitución le da amplios poderes, y forma gobierno con líderes tribales, y con los más importantes miembros de la oligarquía capitalista, para favorecerá más de 60 empresas que explotaban las riquezas minerales de Libia.
En adelante, Idris funciona como dictador que rechaza los principios nacionalistas árabes, y por ello, crece su impopularidad entre trabajadores, estudiantes y el grueso del pueblo. Más adelante entre los jóvenes oficiales de su ejército.
En 1969, se produce el golpe de Estado a la Monarquía impuesta por occidente, es la revolución del joven coronel Muhammad Al Gadafi. Idris muere 14 años más tarde, exilado en Egipto, el país pro norteamericano vecino.
Gadafi, personaje muy polémico, tiene vocación democrática muy particular, adaptada a la cultura de su pueblo. Es líder autoritario para unos, para otros es un Dios. Para sus enemigos capitalistas es un dictador.
En materia de libertades, ha imprimido fuertemente las intromisiones en Libia, de las libertades publicitadas por occidente, orientadas a introducir desconformidad, protestas u frustraciones en la sociedad popular.
Es tal vez la respuesta iracunda al acoso “occidental”, después que hizo retirar las bases militares extranjeras de su territorio.
El desarrollo de Libia ya supera ampliamente a los demás países africanos, Libia cuenta con el Congresos General Popular Libio de 2700 representantes de 600 secretarías de base.
El libro verde de Gadafi, en tres volúmenes, recoge su pensamiento político y es programa para dar solución a problemas de la democracia, a problemas políticos, y a su base social. Es su instrumento de democracia participativa y discursiva, para el igualitarismo como valor fundamental.
Sin embargo, Gadafi no ha tenido la convicción de los revolucionarios del siglo XXI, quienes mantienen fundamentos distintos: Las libertades son rebosantes, basadas en democracia participativa, abierta a todos, que incluye amplia libertad de prensa y expresión para su enemigos.
Por los que sus cambios deben producirse con rapidez, para satisfacer las ingentes necesidades acumuladas en las mayorías, y sus logros deben difundirse profusamente al mundo, para contrarrestar, en parte, los efectos de la desinformación y el terrorismo de Estado del capitalismo a nivel global.
Con la convicción de que, si hay rápida y verdadera justicia social, la guerra mediática no es suficiente para cambiar voluntad.
Solo la invasión militar a gran escala, justificada o no, podría la soberanía, con saldo de destrucción y muerte.
Gadafi endurece su perfil de hombre intransigente, ante los repetidos intentos de golpes de Estado, promovidos por el gobierno de Norteamérica y sus aliados.
En 1986, Ronald Reagan, llama a Gadafi “ Perro loco del oriente medio” y ordena el bombardeo a Trípoli en el que muere la joven Jana, hija del coronel.
Gadafi puede que esté dispuesto a morir en el callejón sin salida, antes que entrar por el aro ardiente y humeante del circo que le han montado. Sabe que sus enemigos no tienen verdadera vocación democrática, porque solo representan al insaciable poder económico y no a sus electores.
Cómo calificar ésta intervención a Libia? Es tal vez un acuerdo de imperios para acumular poder estratégico en la región, mediante una Monarquía como antaño, con un gobierno títere más, que facilite la explotación a discreción del petróleo, gas, yeso, piedra caliza, sal, y agua.
Recuérdese que Libia, parte del norte de áfrica, lugar del Magreb (por donde se pone el sol), ocupa una vasta extensión comparable a 3.5 veces el territorio de España, que además de su petróleo, en su subsuelo contiene a la segunda reserva mundial de agua dulce, con la que Gadafi desarrolla planes de recuperación del desierto. Razón por demás, para el apetito de sedientos invasores.
No puedo dejar de pensar en que se sucedieron 42 años de negociaciones con armas, municiones y todo tipo de bienes de consumo con Gadafi y repentinamente, sus proveedores, rompan sus negocios para establecer uno más rentable, como en tiempos de las colonizaciones;
Pero, cuidado! Se trata de una intervención “humanitaria” de la Sexta Flota de los Estados Unidos, los aviones de Francia, Inglaterra, Italia y España, y armas, asesores y otros recursos de los Emiratos Árabes.
Ya la intervención del Tribunal Internacional de la Haya imponiendo a Libia el bloqueo, y embargo de fondos a nivel internacional, y la inmediata luz verde del Consejo, hacen suponer que nunca existió razón alguna de paz, diálogo o acuerdo para una salida pacífica. Porque tal vez una salida democrática, por muy maquillada, no garantizaría un cambio seguro para el dominio extranjero.
Es por lo que para muchos, la forma de llegar a la resolución, es una manera de demonizar un conflicto gratuito, para institucionalizar el crimen, el cinismo, la desvergüenza, el irrespeto, el abuso, la irracionalidad, la canallada. De qué otra manera pudiera calificarse esta sórdida y pre concebida decisión.
La puesta en escena de la ONU fue acompañada por miles de intervenciones de políticos de todos los niveles que llenaron las páginas de periódicos, radio y televisión, con las opiniones que “ justificarían” la resolución.
Recordamos a la descafeinada Señora Clinton, cual vendedora de los últimos claveles de la cesta, con rostro festivo, visitaba Inglaterra, Francia y Egipto.
En el Cairo, sostiene encuentro con el gobierno que se fragua, después de la caída del (aliado de siempre de Washington) el dictador Hosni Mubarak. Allí pide al mundo “la intervención urgente en Libia”. En Francia hizo igual exigencia a Sarkozy, quien de inmediato se pone a la altura de la insípida señora, y lleno de contento, da la orden de inicio a los bombardeos.
Igualmente pueden recordarse las imágenes, del Diputado Norteamericano John McCain (tal vez el más derechista de la Cámara, y representante de los más sórdidos intereses económicos de la sociedad industrial Norteamericana).
McCain, en su visita al reducto de los rebeldes libios en Bengasi, expresaba “ser partidario de que Estados Unidos se involucrase más en la guerra de Libia y que los países occidentales den entrenamiento, armas y asistencia en actividades de mando y control para derrotar a Gadafi”,
. Y por supuesto “que la OTAN intensifique sus ataques aéreos en Libia”. “Hay que expulsar a Gadafi de poder, y acabar con esto de una vez”. En la actitud y mensaje del político Norteamericano, está presente el grado de desprecio al pueblo Libio al que debe arrebatarle, primero la dignidad y luego sus pertenecías.
Tan radicales intervenciones hacen suponer que las formas de la diplomacia Norteamericana en nada han cambiado, no se andan con rodeos. La sed de recursos nuevos para alimentar su maltrecha economía de mercado, no permite pérdida tiempo.
De nuevo, entre bambalinas, actúan personajes de la capacidad de Henry Kissinger, quien sirvió al más alto nivel en todas las administraciones norteamericanas, desde Kennedy hasta Bush hijo, (47 años) mostrando la imagen del gran estadista, del instigador en materia de relaciones internacionales, del constructor de imagen corporativa, del gigantesco asesor gubernamental que, contrasta con el hombre cruel y despiadado que fue, como se revela en el libro de Hitchens, en el que se demuestra cómo Kissinger frustró las conversaciones de paz de Paris de 1968, para prolongar la guerra de Vietnam, a costa de miles de muertos en los dos lados de la guerra.
Cómo fue el arquitecto intelectual de los bombardeos contra Camboya en 1969 (600 mil muertos). Cómo murieron 500 personas en Bangladesh, en 1971, tras el golpe de Estado del general Yahya Khan, armado y bendecido por Estados Unidos.. Masacre de más de 200 mil personas en Timor Oriental a manos del ejército de Indonesia, en 1975.
Es el mismo Kissinger, promotor del terrorismo de estado en América Latina, así se llega saber con la desclasificación dispuesta por el presidente Clinton. Es verdadero cerebro de las atrocidades cometidas en Chile y en todos los países donde operó el Plan Cóndor. Pero ya sabemos que, este importante representante de la política Norteamericana, recibió como Barack Obama, el Premio Novel de La paz, otorgado por una paz que nunca gestionó, como tampoco lo hizo su Presidente Obama, quien en principio se limitó a declarar que, “ Libia y el Mundo estarían mejor si Muhammad Al Gadafi no estuviera en el poder”.
Luego desde Brasil, donde cumplía gira Latinoamericana (seguramente con el propósito de desviar la atención de la intervención que se cocinaba, y aparecer algo ausente del conflicto), el hombre Premio Novel de La Paz, da la orden: “Hoy autorizo a las Fuerzas Armadas de Estado Unidos que lancen una acción militar contra Libia”.
Como es sabido, luego pasó el testigo a sus países aliados más comprometidos, Reino Unido y Francia.
El poder mediático se encargó de sensibilizar a la opinión Mundial para que las negociaciones en el seno del Consejo de Seguridad de la ONU llegaran a la aprobación de una zona de exclusión aérea, para “frenar a las tropas de Gadafi, y evitar muertes en la población civil,” o más bien en los opositores, que debe avanzar para desplazar por la fuerza al gobierno de Gadafi.
Pero la zona de exclusión contenida en la resolución 1973 del 17 de marzo, 2011. Pronto fue interpretada a conveniencia de parte, en base a supuestos e informaciones sesgadas.
Se proceden los bombardeos que destruyen importantes infraestructuras civiles, carreteras, puentes, aeropuertos, centros de comunicación, puertos marítimos, instalaciones militares, y suministra armamento y recursos económicos a los opositores a Gadafi, quienes como es de esperar, amplían sus filas, con oportunistas y mercenarios.
Será que ahora en el mundo, las personas decentes, difícilmente llegan a los máximos poderes de gobierno. O será que las series en la televisión y el circo comercial del deporte, en tanto produzcan interés, emoción, y abultada cantidad de destrucción y muerte en sus oponentes, que siempre serán los malos, son capaces de hacernos ver la guerra, como un deporte más, en el que los poderosos, antes de comenzar tienen los encuentros ganados y siempre serán los buenos de la partida, con la ayuda de promotores de medios de comunicación, quienes animan, para que la cantidad de recursos bélicos empleados en la guerra nunca sea demasiados.
“ Hay que bajar los inventarios” que, la industria armamentista internacional almacena día tras día, de pararse la producción y venta de armas, se corre el riesgo de un mal negocio, y la consabida “pérdida de puestos de trabajo.”
Es la naturaleza del libre mercado, la guerra entra en el juego de oferta y demanda. Por un lado se debe incrementar el crecimiento económico sin
descartar la ayuda de la industria bélica, para generar empleo y bienestar, y por otro, se debe producir destrucción, reconstrucción y nuevas inversiones en bienes de todo tipo.
¿Qué de los muertos?, recordemos que solo mueren los malos. ¿Para qué negociaciones por la paz? se sabe que no es un negocio rentable.
Cómo calificar a los
supuestos “Estadistas”, Jefes de países dependientes, que no están
representando a las mayorías de sus pueblos y que, por plegarse cómodamente
a los poderosos, no llegan a intuir que el día de mañana, la INJUSTICIA
y SINRAZÓN les va a tocar a sus puertas, para quitarles
lo poco que les queda de su libre determinación.
antoniodelarosar@hotmail.com