La Natividad y el niño palestino

La muerte de un niño es la definición de la tristeza
y la de un niño que nunca lloraremos lo es de la injusticia
y ante una injusticia siempre habrá forma de hacernos escuchar,
inclusive cuando decidimos no hablar.

Juan Fernando Rodríguez Escobar
Periodista, Vientos del Sur

Los sueños son solo eso: Sueños. La cruda realidad que atraviesan en Palestina hombres, mujeres, ancianos, ancianas, niñas y niños da una bofetada a la silenciosa complacencia de las grandes religiones y en particular la católica cristiana. Quién calla, se hace cómplice. Contradictorio es la excusa de la búsqueda de la Tierra Prometida cuando la ocupación de los territorios palestinos no es otra cosa que el exterminio de todo un pueblo.

La clase dirigente, los guerreristas de Israel controlan el sistema financiero internacional, las grandes transnacionales de la televisión, del cine, de la radio, de los impresos. Esa condición determina la dominación que imponen a escala planetaria: sobre estados locales, economías, gobiernos y, particularmente, sus ejércitos. De allí su alianza perfecta con Occidente y EE.UU. El síndrome del exterminio nazi sobre el pueblo judío ha sido el anclaje operacional para llevar adelante su sed de venganza, que por cierto no tiene nada de bondad, de fe, de esperanza para la humanidad. ¡Qué pensaría y haría el Cristo de Nazaret ante tal aberración?

De acuerdo al calendario cristiano está cerca la Natividad del Señor. Para muchos niños palestinos no será posible, los ángeles han anunciado bombas y metrallas. ¿Cómo será el imaginario simbólico de un niño palestino? ¿Dónde quedo el pesebre, la mula y el buey?

El aparato guerrero Israelí - Estados Unidos ha venido trabajando la indolencia humana como mecanismo de aceptación de la violencia, el terror y el miedo. La indolencia humana ha sido inoculada vía cine de suspenso después de la primera guerra mundial, el denominado cine clásico del terror (Drácula, marcianos, hombres lobos), las series de cine y televisión de espías como el agente 007, han explotado hasta la saciedad la aberración de la vida dentro de las cárceles (llena de desterrados y pobres), luego otra vez la guerra, series policiales, mas sadismo, prostitución y solapadamente " el mejor " sistema de vida (el americano), todo orientado para potencializar la carga emocional hacia los juegos de vídeos violentos a partir de los años 80, desarrollando una suerte de adicción sobre todo en los niños.

Al enfrentar un enemigo virtual en los video-juegos se ha construido una imagen simbólica orientada a:

1. Reconocer (crear, recrear imaginariamente) un enemigo terrorista (los malos) generalmente palestinos, iraquíes, libios, sirios, colombianos, serbios, rusos, chinos, sobretodo musulmanes e incluso hasta venezolanos.

2. Los buenos son los comandos de Estados Unidos e Israel, Británicos, Franceses u OTAN, siempre aniquilando para alcanzar la paz: no se valen heridos ni presos.

3. El niño forma parte generalmente de las fuerzas interventoras y el propósito del juego es exterminar, acabar, matar por el medio posible a las fuerzas enemigas.

4. Quien más asesine cumple las misiones y sube de nivel en el juego, algo así como un estímulo a las capacidades desarrolladas en las incursiones.

5. No faltará nunca mil y una vez la bandera de los Estados Unidos durante el juego.

Este plan psicológico, a través de cualquier medio, ha sido diseñado criminalmente por Israel y los Estados Unidos con el fin de proclamar su supremacía como superpotencias y el control sobre de las riquezas del planeta, la vida humana y la biodiversidad. Barbarie Justificada por derecho cuasi divino. De hecho, cuando las invasiones reales ocurren en el imaginario colectivo se ha construido sutilmente la necesidad y la manipulación del deseo de ocupación como medio para lograr la paz y acabar con los tiranos: objetivo central incubado por el emporio industrial mediático internacional.

La Natividad ocurre en Palestina traída por la sombra de la muerte sobre fieles inocentes, por fuera de la realidad virtual: muertes de carne y hueso. Los niños asesinados en Palestina deben llamarnos al reencuentro con la Solidaridad Internacional, a la vida, a la esperanza de un pueblo que tiene el derecho a vivir en paz. Por cada hombre y niño asesinados en Palestina, miles de madres abren sus vientres a la buenaventura de nuevas vidas. El exterminio no podrá con las miles de Marías que están dispuestas a parir nuevos hijos para preservar su historia. De eso se trata: Vida ante la destrucción y la muerte.

Alto a la masacre contra el pueblo Palestino.

Que el Alba se pronuncie.

Este miércoles nos vemos en la Plaza Bolívar de Caracas



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Jairo Hernández


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