Hoy es 12 de Octubre, día de reflexión histórica. Hace varias décadas nos enseñaban desde la escuela que era el “Día del Descubrimiento de América y Día de la Raza”. Más tarde suavizaron la visión y nos dijeron que era el día del “Encuentro de Dos Mundos” hasta que nos llegó la última versión de la celebración de ese día el “Día de la Resistencia”, expresión más comprometida con la realidad histórica.
Esteban Emilio Mosonyi, antropólogo e investigador social, en la edición del Correo del Orinoco del 12 de Octubre de 2013 expuso su visión de lo que ocurrió en aquel octubre, más de cinco siglos atrás: “Pudo haber sido un hermoso encuentro de culturas. Lamentablemente no lo fue, pues aunque apenas al llegar, en el primer momento, Colón estaba muy inspirado y escribió unas hermosas cartas donde habla muy bien de los pueblos arawacos que encontró, que si eran hermosos de cuerpo, que si de alma, que si hablaban muy bonito, que eran unos pueblos encantadores, que eran trabajadores, casi idealizándolos”.
“Pero enseguida, el oro, los minerales, influyeron y empezaron a actuar compulsivamente porque ¿qué era lo que esperaba el reino de España? ¿para qué les pagaron? No era para hablar bonito o para mandar unas cartas con mucha retórica. Cuando empezó el proceso de la minería de oro y otras formas de explotación, y la esclavitud de los indígenas, eso se volvió un infierno”, apuntó Mosonyi.
Para comprender que fue lo que pasó en el infierno es necesario hacer un recuento histórico sobre el factor unidad a lo largo de la historia indígena precolombina y postcolombina, como elemento para el análisis de la situación de la que habla Mosonyi y que creo se extiende hasta nuestros días. La falta de unidad entre los incas marcó la caída del imperio por las guerras civiles y más concretamente por el enfrentamiento entre los Huáscar y Atahualpa, para que luego los españoles ejecutaran a este último lo que marcó el fin del imperio inca.
La civilización azteca constituida por un pueblo que mediante importantes acuerdos militares con otros grupos y poblaciones experimentó una rápida expansión y dominó el área central y sur del actual México, entre los siglos XIV y XVI. Una vez instalados en el valle de México y adyacencias tuvieron que enfrentarse a otros pueblos ya asentados en la zona. Tras la muerte de Moctezuma II en el 1520, se puso de manifiesto la debilidad de este gran imperio, derivada de aquella rápida expansión: no podían controlar aquel vasto territorio; las divisiones internas entre provincias y las tensiones y ambiciones independentistas de algunos pueblos, facilitó a los españoles, dirigidos por Hernán Cortés, la conquista de este gran imperio, que culminó en 1521.
Sin embargo, la historia indígena de México registra un capítulo sobre la alianza de una mujer indígena llamada Malinche con el conquistador Hernán Cortés. Había sido entregada como regalo en condición de esclava con otras 19 doncellas. Aprendió español y hablaba dos lenguas indígenas entre ellas el náhuatl. Fue la condición que le permitió ser la asistente de Hernán Cortés y la persona que hacía inteligencia sobre los pasos de los aztecas y que tuvo como resultado la caída del imperio azteca. Por eso los historiadores la califican como la gran traidora del mundo indígena. Durante el proceso de la traición fue bautizada con el nombre de Marina.
Estos ejemplos nos demuestran que la historia indígena de América está llena de traiciones y ha sido una constante hasta nuestros días incluso en los dominios caribes que tenían como referentes al río Orinoco. Sin embargo nuestra preocupación al celebrar un aniversario más del comienzo del infierno, un poco utilizando la categoría de Mosonyi, debemos centrarlo en la falta de unidad en las organizaciones indígenas hoy día. Divididos más por las prácticas políticas que por razones endógenas aplicadas a la dinámica de la etnicidad. No criticamos sus prácticas políticas, ni su derecho a organizarse en múltiples formas, sino su falta de acuerdo para enfrentar el retraso o la violación de sus derechos. En nuestro caso venezolano están consagrados en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. En el caso de la educación propia y de la educación intercultural bilingüe hay una ausencia total del mundo indígena en las exigencias de que se cumpla lo pautado en la Constitución y las Leyes.
En cuanto a la forma de celebrarlo en el caso del Estado Amazonas seguramente serán tres los toletes celebrativos: Por un lado, el Gobernador de Amazonas con la COIBA convocan a una marcha, han optado por lo mediático y construir una estética desde la calle. La Organización Regional de Pueblos Indígenas (ORPIA) ha decidido celebrar el día de la resistencia durante una semana a partir del lunes a través de una Jornada de Formación en cooperación con la Universidad de Los Andes. Han optado por la conscientización de sus organizaciones afiliadas. Del Ministerio del Poder Popular para los Pueblos Indígenas no tenemos información sobre alguna actividad planificada para esta celebración.
No obstante, es preocupante, que no se tenga un punto de encuentro entre las organizaciones indígenas en el Día de la Resistencia o en cualquier otro día para llevar adelante estrategias comunes frente a la falta de aplicación de las leyes que regulan lo referente a las comunidades y pueblos indígenas y a la violación de importantes derechos. Sin un encuentro entre organizaciones indígenas, como lo quieren factores anti-indígenas se debilitan todas las posibilidades de lograr importantes avances en la reivindicación histórica. Tenemos que recordar la frase de Carlos Marx en el final del Manifiesto Comunista “Proletarios del Mundo únanse.” Lo mismo hay que decir en nuestra América: “Indígenas de Nuestra América únanse. De no ser así, la historia de América registrará la desaparición de las culturas milenarias, cuya resistencia ya no será posible por el debilitamiento organizado desde factores externos nacionales e internacionales.
El problema más agudo lo tienen los idiomas indígenas ante el avasallamiento de la lengua española. Se dice que las lenguas del mundo están en peligros y que en unos 100 años solo podrán quedar 2.500 lenguas de las 6.000 que existen actualmente. “En los últimos tiempos el ritmo de extinción de las lenguas ha alcanzado proporciones sin precedentes en la historia: diez idiomas mueren al año en el mundo” (Galliano Gustavo, 2008).
En Venezuela como signo de preocupación por la desaparición de las lenguas en el 2009 se aprobó la Ley de Idiomas Indígenas que reza en su Artículo 1 que: “tiene por objeto regular, promover y fortalecer el uso, revitalización, preservación, defensa y fomento de los idiomas indígenas, basada en el expresión cultural. derecho originario de los pueblos y comunidades indígenas al empleo de sus idiomas como medio de comunicación y expresión cultural”.
Sin embargo, muy pocas aplicaciones que se derivan de la Ley han sido realizadas en el Estado Amazonas, en cuyo espacio geográfico viven alrededor de 20 pueblos indígenas.
Más bien hay preocupación porque los idiomas están cayendo en desuso. Octavio Castillo, indígena jivi, profesor y comunicador se queja de que: “en Amazonas siendo un estado indígena se observan deficiencias en el uso de los idiomas maternos. Por ejemplo cuando yo llego a mi comunidad natal Coromoto y saludo a mi familia en mi idioma Jivi, ellos me contestan en castellano, y cuando les hablo en mi idioma solo se quedan viéndome la cara. Los abuelos dicen que ya los jóvenes no quieren hablar el idioma nativo, solo quieren hablar en castellano, yo creo que si seguimos así desapareceremos como indígenas sin poder resistir 500 años más a la vergüenza étnica y a muchas cosas. Si esto sigue así morirán nuestros idiomas. Yo he viajado al estado Zulia y veo como los hermanos Wayuu hablan castellano pero prefieren hablar en su idioma nativo el Wayunaiky, esto quiere decir que valoran su idioma. En Amazonas esto no sucede con mi pueblo Jivi”.
Estas vivencias nos deben colocar en alerta y desempolvar la Ley de Idiomas Indígenas y comenzar a correr en el diseño de políticas lingüísticas para los pueblos indígenas del Estado Amazonas. Esto puede ser un punto de encuentro entra las organizaciones indígenas y el Ministerio de Pueblos Indígenas, pero tienen que renunciar a tantas actitudes divisionistas y de incomprensión, creo que la hora histórica presente se los reclama.
juannoguera@yahoo.com