La muerte de cualquier ciudadano es dolorosa siempre, más aún, si sabemos que pudo evitarse con acciones a lo interno de la Universidad o por intervención del Ministerio de Educación Universitaria. Desde hace más 15 años se viene denunciando la presencia de mafias hamponiles en todos los ámbitos del quehacer académico de la Universidad del Zulia, sin que nadie hiciera nada para solventar esta situación. Las autoridades universitarias se han hecho de la vista gorda permitiendo la convivencia, día a día, con los cobra vacuna, extorsionadores y delincuentes de toda índole en el campus universitario, pues ninguna autoridad universitaria se atrevió a denunciar a estos bandidos. A pesar del evidente accionar de estos grupos, las autoridades no han hecho nada, ni han sancionado nunca a nadie. Por el contario, las autoridades han permitido que unas personas que llevan inscritas desde hace 25 años tengan dominio absoluto de la Universidad. Bajo ninguna circunstancia en una Universidad seria y académica alguien que no haya podido conseguir un título en 25 años podría ser un dirigente estudiantil. Aberraciones como estas las han permitido las autoridades al no implementar las sanciones correspondientes. Tampoco han investigado los sucesos violentos para sancionar a los culpables de las múltiples denuncias y casos suscitados en La Universidad el Zulia. Las autoridades universitarias han amparado estas mafias por omisión, complicidad o por miedo, no han hecho valer su rol, perdieron el rumbo de los valores universitarios. La excelencia académica sólo quedó como recurso retórico y no como esencia de la cotidianidad universitaria.
Hoy estudiantes, profesores, empleados y obreros vivimos con miedo ante esta situación que atraviesa nuestra Universidad. Es recurrente oír por los pasillos, que atracaron un salón de clases completo, que se robaron un sinnúmero de automóviles, que a los cafetines y a cualquier vendedor dentro de la universidad le cobran vacuna, que a los proveedores sólo se les deja transitar en el campus si cancelan un porcentaje mensual, que las empresas que realizan trabajos para la Universidad deben pagar una cuota para realizar sus actividades y, hasta al transporte público le fijan una cuota para operar en la Universidad. Es impresionante el deteriora de la Universidad en materia de seguridad. En los últimos 15 años las autoridades han convivido con las mafias que operan impunemente y tiene aterrorizado a los miembros de la comunidad universitaria. Vemos que han salido las voces de siempre a decir que se está cercenando la autonomía universitaria. La autonomía se desvirtuó cuando dejamos en manos de los delincuentes la Universidad. Hoy no pueden salir a rasgarse las vestiduras después de años de desidia y convivencia con las mafias. Las autoridades universitarias pretenden borrar todos los desmanes sucedidos con un discursito de defensa de la universidad ¿por qué nunca tomaron acciones contra los hampones? La autonomía no puede ser para amparar y justificar hechos delictivos. La Autonomía es y, debe ser, para fomentar la Academia y la producción de conocimientos que nos encaminen al bienestar social.
El Ministerio de Educación Universitaria tampoco ha tomado cartas en el asunto no instruyó a los cuerpos de seguridad para que desarticularan estas mafias que le han hecho tanto daño al proceso educativo universitario. Debió convocar a las autoridades universitarias para que explicaran por qué esas mafias operan con toda libertad. ¿Por qué nunca las han denunciado? ¿Por qué no les han hecho frente? Y activar las sanciones correspondientes para aquellos que por omisión o complicidad hayan permitido este flagelo. La política del Ministerio fue dejar a las Universidades al libre albedrio. No se ha pedido cuentas, ni se le ha exigido erradicar estas mafias. Solo con la muerte de Eleazar Hernández es que reacciona el Ministerio y los organismos de seguridad. Debieron desde hace mucho tiempo activar mecanismos para liberar el Campus Universitario de estos delincuentes que actúan con impunidad y hasta con complicidad interna.
La coyuntura actual es propicia para rescatar la Universidad de las fauces de la violencia y vileza humana. Se abren tiempos para retomar el camino que nos conduzca a la Universidad con excelencia y al servicio de las mayorías.