Insensatas intenciones -totalmente mercantilistas- se ciernen sobre la educación que viene siendo impartida en nuestro actual mundo, como queriendo decir, con tan dañina actitud, que las personas no deberían pensar, filosofar, reflexionar, ni leer ni diseñar, salvo que sea algo de una utilidad tan práctica que ofrezca soluciones.
Tal orientación viene siendo combinada con otras acciones como la eliminación de la gratuidad de la enseñanza en las universidades de algunos países y la imposibilidad de que los jóvenes puedan ir a esas casas de estudio porque estarían hipotecando sus vidas con los altos intereses de los créditos, la eliminación de las materias humanísticas en algunas latitudes y, por si fuera poco, a lo anterior se suman otras opiniones en las que se ensalza el hecho que dibuja a los jóvenes que se han hecho multimillonarios sin terminar sus carreras universitarias, con lo cual en el mundo del capital fortalecen la idea que duda sobre la poca importancia de ser profesional para poder alcanzar el bienestar.
No puedo creer que a estas alturas de la vida se intente despojar a las mujeres y hombres de algo tan valioso como soñar, pensar, aspirar y enriquecer la mente y el espíritu con la lectura y el ejercicio pleno de formarse en cualquiera de las variadas disciplinas que permiten que el ser humano adquiera una forma de llevar adelante su vida lo mejor posible.
Algo es cierto: la alta manipulación financiera, la diversidad crediticia, los empréstitos a los Estados, los costos hipotecarios, la condonación de las deudas a los bancos y otras acciones ligadas al capital, arrinconan a la educación, cuando ella no debe apartarse de los seres humanos.
Pero no sola la educación es conducida a un rincón para evitar que avance, pues lo mismo está sucediendo, como parte del inescrupuloso y despiadado neoliberalismo que se cierne sobre las sociedades, sobre todas las áreas en que se desenvuelven los seres humanos.
Visto así, solo basta mencionar el reciente caso ocurrido en Bruselas, en el que perecieron más de 30 personas y fueron heridos unos doscientos seres, luego de ser producidos varios actos de terrorismo, lo que es inaceptable porque va en contra de la humanidad.
Pero si ese actuar desconcierta y moviliza a todo un continente como el europeo en contra de esa violencia, también debe movilizar a ese continente el asesinato colectivo realizado en contra de Irak, Libia, Siria, Somalia y el diario acecho y criminal de Israel sobre los palestinos.
Entonces cuando vemos que alguien llora por las acciones desatadas en Francia y Bélgica por los terroristas, me pregunto por qué no hay lágrimas por las muertes de los niños, jóvenes y demás adultos mayores que vienen siendo asesinados tanto por las fuerzas militares estadounidenses como las de la OTAN.
Es tiempo de abandonar las conductas hipócritas y hablar con las verdades de verdad, no hacer lo que viene haciendo el premio nobel de la Paz, Barack Obama, en Cuba, contra Venezuela y en Argentina y contra Brasil, como si él hubiese nacido en Marte.