Dicen algunos estudiosos, que el origen de algunos juegos en equipo tuvo la finalidad de evitar las guerras; practicando la superioridad en base a tácticas para un objetivo estratégico, se lograban dirimir diferencias territoriales asociadas probablemente a lugares de cacería, pesca o recolección (de allí la distribución de los participantes en el area de juego) que entonces beneficiarían a los vencedores.
Pero desde la más remota antigüedad la humanidad se ha visto envuelta en conflictos bélicos cuando no se alcanzan las soluciones a los problemas por la vía del diálogo, la sinergia, y el entendimiento con sus respectivos acuerdos, y no han sido los juegos precisamente los que los han solucionado, a menos que se hable de juegos de guerra.
Toda guerra tiene una etapa de preparación anímica (y obviamente la material, aunque digan que guerra avisada no mata soldado...claro que los mata, sino acudan a tres ejemplos recientes en América: Nicaragua, Las Malvinas y la invasión a Panamá por tropas de Estados Unidos).
Las preparaciones anímicas están llenas de discursos patrióticos y de salvadores del honor y la dignidad de todos, así, los símbolos más preciados por los miembros de una sociedad en conflicto, son honrados al punto de llevarlos a un nivel de sacralización.
Las arengas, marchas, discursos y hasta canciones, se ponen a la orden del día para defender aquello que se anhela (en el caso de una potencia interventora), o para defenderlo (en el caso de una nación agredida o potencialmente en peligro de serlo).
De este modo, aparentemente sencillo, se inician las guerras, y todas, o casi todas, tienen fechas de inicio más o menos previsibles...lo que nunca se puede saber es cuando van a terminar.
Las y los jóvenes son alistados en los diferentes componentes que se disponen para la guerra; lucen sus uniformes, desfilan, se despiden de las novias y novios con cartas de amor llenas de pasión patriótica o nacionalista; los políticos y "diplomáticos" preparan el terreno; cada parte busca la mayor cantidad de aliados posibles para asegurarse una especie de retaguardia a la hora de estar en apuros...porque el vencedor no necesita de retaguardias ni nada parecido, se impone y punto, solo busca disimular lo terrible de sus actos justificando de cualquier modo su comportamiento belicista.
A medida que se desarrollan las guerras, comienza a aparecer la secuela, corolario, o efecto que ellas dejan: destrucción de habitats, complejos industriales, agotamiento o depauperación de la economía, la suspensión sistemática y orgánica de los sistemas educativos (casi siempre) y lo más doloroso e importante, la pérdida de vidas humanas; los niños y niñas huérfanos, madres desconsoladas, mujeres obligadas a la viudez prematura; una faceta desconocida de las guerras es cuando comienzan a deambular por las desoladas calles los amputados (ahora se suman las amputadas); es un espectáculo triste de un enorme contigente de seres humanos que se verán obligados para siempre a vivir con serias limitaciones de diferentes índoles.
Mientras tanto, los políticos a nivel interno, y los diplomáticos a nivel externo (los mismos que auparon a la población para la guerra), tratan de negociar treguas, alto al fuego, o inclusive, zonas desmilitarizadas,que supuestamente protege límites territoriales de partes en conflicto previa a la concertación de una tregua.
La muerte es la única vencedora en las guerras, y luego el saqueo y destrucción de la parte vencida.
Si bien es cierto el decir "primero muerto que vivir arrodillado", cuando se ha sido víctima de una intervención depredadora y saqueadora, tampoco es menos cierto que no se pueden abordar conflictos por el simple discurso nacionalista o patriótico de dirigente alguno, o por la necesidad de cohesionar fuerzas para ocultar o disimular crisis o errores...Las Malvinas son un recuerdo doloroso en los corazones de los Argentinos que vieron poco a poco como la fuerza invasora se acercaba cantando y ejercitandose en sus barcos de guerra...allí están los resultados.
Algunos venezolanos hemos vivído la realidad de una guerra en otras latitudes y solo podemos decir que ya cuando estás adentro, a pesar del coraje y la convicción que puedas tener, no puedes sustraerte de un profundo sentimiento de indefensión u orfandad...cuando escuchas el potencial del fuego enemigo o logras escuchar el aviso sonoro de un bombardeo, o cuando te sorprende una explosión cercana (de cualquier tipo: misil, proyectil, mortero..), que te ha visitado sin que llegues a enterarte de que se había auto-invitado para darle fin a tu vida, eso si, sin ocasionarte el menor sufrimiento...es una muerte subita.
El estruendo de la fusilería en los alrededores y cercanías, las explosiones, y el accionar del arma que te permite por lo menos anunciar tu presencia de modo intimidatorio, te deja en un estado de sordera parcial y comienzas a percibir un pequeño zumbido en los oidos...la adrenalina llega a su máxima expresión cuando vez la sangre de los que caen a tu lado, o escuchas sus quejas de dolor y en ese momento, o eres presa del pánico, o obedeces y actúas para que los tuyos (es decir, tu escuadra, pelotón, batallón o contingente) pueda operar según los lineamientos del puesto de mando.
En esos momentos, llegas a sentir compasión hasta por las tropas que combates, en donde hay muchos que también sienten pánico y que son la irremediable carne de cañon de la primera línea de fuego, es por eso que han llegado a producirse encuentros humanos espontáneos entre partes en conflicto, para intercambios de prisioneros o heridos en donde ha privado el respeto, sobre todo el respeto por parte de aquellos que, desde la superioridad en tecnologías, armamento y logística, ven como un puñado de seres se empeñan en no entregar su territorio; de allí los suicidios en las tropas de Estados Unidos que participaron en las aniquilaciones a civiles de Irak y Libia (o los locos veteranos de Viet-nam que disparaban a multitudes en los años 60), y el incremento de suicidios en las fuerzas israelíes, una vez que han participado en matanzas contra mujeres y niños en Gaza.
Con honrosas excepciones, la mayoría de los militares de alta graduación de los ejércitos convencionales no han conocido nunca las guerras de modo directo, sus guerreras están a veces llenas de preseas que enarbolan después de ganarlas en ejercicios ficticios (maniobras), o gracias a las vidas de otros. En cambio, los jefes de la Revolución Sandinista (como un ejemplo cercano, también puede hablarse de la cubana en los primeros años), fueron en su mayoría combatientes, por eso en sus discursos, el elemento medular era la PAZ, y lo que organizabamos permanentemente eran actividades para lograr ese fin, porque además fue una guerra impuesta, como todas las guerras imperiales.
Es fácil embutirse en una bandera nacional y entonar aires de guerra cuando se tiene la seguridad de que la vida propia y la de sus hijos no correrá peligro...pero imaginense el trabajo DIARIO de personas destinadas a comunicarle a las familias que sus hijas o hijos, esposas o esposos, padres o madres cayeron en combate, una labor que se va haciendo cotidiana a medida que la guerra se desenvuelve y en donde solo se le entrenga a las dolorosas familias una bandera y unos restos simbólicos (cuando los hay)...porque me consta que no hay ánimo para discursos confortantes... La muerte es el alias de la guerra y no hay formalismo posible que la consuele.
Salud!!!
PD.- terminando este escrito, leí las declaraciones de Pavel Rondón en aporrea.org (http://www.aporrea.org/actualidad/n291779.html.). Creo que deberían mandárselas de tarea y estudio sistematizado a los políticos y dirigentes (de ambos bandos), y ojalá repitieran la entrevista a Maryclen Stelling; estos pensadores no andan protegiendo cargos ni adulando la dirigencia para ser promovidos; como si lo están haciendo los irreponsables que llaman a la confrontación en un país en donde la dirigencia gubernamental no escucha a quienes hacen críticas, sugerencias, recomendaciones o análisis que arrojen resultados que no los favorezcan; y la oposición por su parte, convoca la muerte como mecanismo para desplazar al gobierno, pero claro, la muerte de los de a pié, del pueblo, de los que no consiguen medicinas ni alimentos y deambulan en largas colas que ellos mismos (los operadores empresariales de la oposición) han contribuído a generar a partir del saboteo, aprovechando además la debilidad y complicidad de un alto porcentaje del funcionario oficial (civiles, policiales y militares), con su fácil acceso al mundo de la corrupción y la descomposición social a cambio de su enriquecimiento.
PD.-No a la negociación inconsulta y la entrega del territorio nacional con los contratos a las tansnacionales de la depredación y la destrucción de los habitats en el mal llamado ARCO MINERO.