Creo no exagerar, tomando como referencia el salario y costo de los alimentos, no evaluado esto por una cifra fría, sino por la vivencia de quien hace mercado, el noventa por ciento de las familias venezolanas dependen de un ingreso mensual que escasamente les pudiera alcanzar para dos comidas diarias, de baja calidad, durante una semana. Dicho de otra manera, en el país que atesora una de las mayores riquezas del mundo, hoy hay tanta hambre como en nuestro en algunos pueblos de este nuestro continente, con la ventaja para sus nacionales hambrientos que tienen experiencia. Son pocas las familias que todavía no han recibido esa visita y afortunadamente no tienen que soportar verla sentada cómodamente en alguna silla de los rincones más íntimos. Aparte de la minoría, cuyo ingreso no está anclado en el mísero salario que imponen las relaciones capitalistas y el gobierno, como agente de aquellas, cuida que así sea, también se escapan de aquel cuadro casi dantesco los corruptos que bastante abundan y aplauden sin cesar, los beneficiados en abundancia, porque el CLAP, pese lo que diga Bernal, no es suficiente, esos a quienes se les califica como "enchufados", servidores de quienes especulan y estafan al venezolano, empezando con el valor de su trabajo, el grupo empresarial interno y externo. Es decir, un universo relativamente pequeño.
Por cierto, quiero llamar la atención como se ha impuesto en la mente hasta del especulado y además hambriento que no especula a nadie, aquello de "nadie va a trabajá pa´ perdé", expresión que uno escucha a cada momento, usado por quienes distribuyen mercancías, pero olvidan que hay quien eso hace porque se lo imponen, quienes trabajan atado a un salario. Se ven obligados a vender su fuerza de trabajo por debajo de su valor, sin poder tasarla según "dólar to day". Y muchos de estos mismos inocentes se hacen portavoces de aquel vil argumento.
En concreto, la casi totalidad de los trabajadores, incluyendo esa "clase obrera" de la que tanto se ufana el presidente representar, profesionales de distintas áreas y otro universo que no pudiera estar incluido en esas dos referencias, tiene sentada en su casa al feo, malo y torturante personaje. Él o ella está aposentado (a) y cada día ocupa más espacio, como si trajese paulatinamente mucha de sus cosas personales y las coloca en casa. Pareciera vino para quedarse.
Ante todo esto, lo que más incomoda, es que uno tenga que escuchar a quienes tienen parte importante de la responsabilidad, decirnos a cada instante, a veces creo que como para torturarnos o mofarse, mientras uno regaña a las tripas para que no hagan tanto ruido: "¡Estamos venciendo!"
Pero quienes dicen hacer oposición, "como cosa de chanza", pudiendo hacer de esta tragedia nacional una bandera para lograr sus aspiraciones, que no es otra que llegar al poder, la ignoran, como si eso no pasase y optan por el estribillo que "aquí hay una dictadura" y "necesitamos rescatar la libertad". Olvidando que así como "amor con hambre no dura", tampoco la libertad con esta no tiene significado alguno. No puede ser libre una multitud agobiada por el hambre.
Si alguna dictadura hay en Venezuela es la que impone el hambre y esta es agente del gobierno y del bando opositor. Dos combatientes que disparan pero sus bombas caen en los espacios del pueblo.
Es cierto que hay serias y abundantes manifestaciones de personalismo. Tanto se ha impuesto eso del poder individual o grupal que en fin de cuenta es lo mismo, que Maduro ya es candidato presidencial, sin que a las bases del PSUV y el GPP se les haya dado el derecho a opinar. Es más sin cubrir, no los extremos, pero siquiera hacer una morisqueta, una formalidad, ya Maduro se anuncia como candidato. Pero llegar hasta el extremo de asegurar que hay dictadura solo sirve para justificar las salidas inconstitucionales que proponen y promueven ciertos factores violentos manejados desde el exterior. Es un simple ejercicio intelectual maquiavélico, por no decir invención, para justificar lo injustificable, decir que sufrimos una "dictadura moderna". Al contrario, aquí todo el mundo hace lo que le venga en gana, desde poner precios de acuerdo a su conveniencia, acogerse no a los costos sino a lo que diga un verdadero dictador llamado "dólar to day", hasta inventarse su propio mundo, mientras el gobierno actúa cual espectador que ve el juego desde las tribunas. Dictador este que actúa ante las narices del "dictador" de Miraflores.
Del resto, la oposición no dice nada. Ni siquiera habla del hambre, quizás porque sus dirigentes, como los del gobierno, no la han visto, no sienten sus pisadas y poco valen las referencias externas y la frialdad de las cifras. Es más, cuando piensa en el fenómeno que simplemente intelectualiza y hasta promueve por sus distintos mecanismos, alianzas y financistas, como el sector empresarial, lo ignora porque lo deja que le haga el trabajo y a este enriquece velozmente, tanto que tampoco dice nada. Por esto último, en la clase que enriquece como nunca antes en Venezuela no hay incomodidad y no habiéndola en ella, la oposición ignora el hambre colectiva. Además, ¿para qué agitar por unos problemas que ella no podrá resolver y pudieran volvérseles en contra, como en efecto habrá de suceder, cuando se halle en el gobierno?
Quienes financian al bando opositor, a un sector importante de ella, la que no aspira apoderarse de la faja del Orinoco y otras riquezas minerales, para lo que se requiere mucho capital, que ahora gana dinero como nunca antes, es bueno agitar y colocar al gobierno de espaldas a la pared para seguir haciendo y deshaciendo con entera libertad. ¿Para qué cambiar ese escenario? ¿Para qué agitar con el hambre y los bajos e infames salarios, creando un precedente que se volvería peligroso si llegan acceder al poder de manera no ya camuflada? Quizás esta contradicción explica lo que se manifestó ayer mismo cuando parte de la oposición y el Departamento de Estado de EEUU, parecieron discrepar; pues mientas Ramos Allup hablaba de hacer primarias para escoger candidato de la MUD, para las presidenciales adelantadas, el órgano gringo condenó la decisión de la Asamblea Nacional Constituyente. Digo "parecieran", porque de repente a quien le corresponde "baja la cerviz" y con Trump, el perro parece más rabioso.
Es decir, el venezolano, que es como decir casi todos, que tiene aquella visita nada grata y hasta desagradable en su casa y cada momento mete más cosas, como quien piensa estar mucho tiempo con él, no encuentra quién le auxilie. El gobierno, pese sus definiciones, discursos estentóreos llenos de calificativos y expresiones como "altruistas", esas de repartir bonos a granel, lo que no es más que devolver un poco, una miseria, de lo mucho que recibe por concepto de impuestos por la desmesurada inflación, nada puede y tampoco quiere hacer para que esa señora se vaya de nuestras casas. A la oposición la presencia de ella tampoco le interesa. ¡Esa en una vaina mía!
¿Pongo alerta roja? ¿Para qué, si a eso nadie le para? El hambre colectiva pasa desaperciba y habrá que esperar un tsunami para que se la lleve, pero de estos parecieran presentarse cuando les manda Dios.
Habrá pronto elecciones. Ayer mismo hubo dos. ¿Qué pasó? Pues al parecer nada. Pese las ofertas electorales, la señora amarga que nos visita, allí le veo como "con el rabo del ojo", sentada como si la mía fuese su casa. Pienso que después, tal como andan las cosas, mañana, pase lo que pase, ella se apoderará de mis espacios, mis vísceras todas, mi cuerpo y hasta mi computadora, no ésta con la cual escribo, que sería lo de menos, pues de un momento a otro pudiera venderla, sino la que el milagro de Dios me puso en la cabeza y no tendré otra opción que, con mi familia y todo, tengamos que recoger nuestros corotos e irnos con nuestra música o hambre a otra parte. Una de esas donde ella, la música, no se oye, porque todos los visitantes son mudos y el hambre no se siente y menos perturba. ¿Y cómo votaría?