Sé que algunos criticarán que, recién producida la violenta muerte del Presidente de la federación estudiantil de la Universidad del Zulia, llame la atención sobre cómo la corrupción desatada nos está destruyendo como sociedad y como seres humanos. Por supuesto que lamento el asesinato cometido y condeno particularmente la forma utilizada, en la que sicarios adiestrados, delante de todo el mundo y con total impunidad, ametrallan a cualquier mortal que sea inconveniente a los intereses de los autores intelectuales. Pero no me puedo quedar allí, ni lamentando el llanto y el supuesto dolor que el hecho produjo en personas, que no son más que cómplices activos o por omisión de los delitos aparentemente cometidos por la persona asesinada. No soy de quienes opinan que toda persona, una vez muerta, deviene en buena y en ejemplo para las nuevas generaciones. La muerte no produce ese tipo de transformaciones.
Llamo la atención que, hace varios años, el hoy occiso fue denunciado públicamente y con abundantes pruebas de ser miembro importante de la mafia que traficaba con el pago del pasaje estudiantil en el estado Zulia, cuyas raíces llegan hasta Caracas. Las cuentas bancarias mil millonarias que dejó, así como el movimiento de dinero semanal que manejaba, informaciones dadas por los cuerpos policiales, dejan claro que sus actividades distaban mucho de las de un estudiante común o las de un dirigente estudiantil normal. Era un militante de la corrompida democracia cristiana universitaria, la misma que delinquía en todas las formas posibles en el tecnológico de Maracaibo, bajo el amparo de su directora saliente y, al parecer, de quien lamentablemente fue designado para sucederla.
Pero lo más patético de toda esta historia es que esta información la sabía todo el mundo en el Zulia y, sobre todo, en el sector universitario y gubernamental. Unas cuentas y movimientos bancarios de esos montos no pasan inadvertidos en ninguna parte del mundo y mucho menos si se trata de un estudiante. Banqueros, dirigentes copeyanos que hoy lloran y reclaman justicia, los periodistas que cubren el sector estudiantil, los organismos policiales y del ministerio público que hoy investigan, los funcionarios gubernamentales relacionados con el pasaje estudiantil, las autoridades anteriores y actuales de LUZ, los dirigentes estudiantiles zulianos y de otras regiones y mucha gente poderosa en el país sabían lo que ocurría y saben lo que ocurre pero… Nadie hizo ni hace nada, pues el monto de dinero implicado es gigantesco y los interesados son muchos.
Por último, el “estudiante” asesinado, según las informaciones de prensa, tenía 5 años como Presidente de la FCU de LUZ, lo que demuestra nítidamente la pudrición del movimiento estudiantil universitario zuliano.
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