El juego de la inocencia

EL JUEGO DE LA INOCENCIA.

Es un juego maldito. Lo digo así a quemarropa, pues para jugarlo hay que ser un roedor bípedo, pecador e irredento. No tiene que ver con el cándido alelimón, pero yo soy de los que piensa que el puente se ha caído. Su objetivo es lograr el poder con trampa, engaño y traición.

En este juego, hay unos hijos de puta que se saben todos los trucos más uno, verdaderos tahúres, que tienen salón aparte y muchísimas fichas. Quienes participan saben que el pote es inconmensurable, generando una ludopatía que supera cualquier prudencia o apariencia de vocación democrática

Esas fichas no pueden ser compradas en cualquier casino. Para adquirirlas, usted primero debe vender su conciencia en los falansterios oligárquicos o canjearla por fichas en cualquiera de sus taquillas mediáticas, episcopales, judiciales, gubernamentales, empresariales, militares y por supuesto en esas franquicias ultramarinas llamadas embajadas.

Una vez vendida al postor que se atraviese, que no el mejor, puede comenzar el juego montando sus fichas en la casilla de salida como una ONG, Universidad, partido político, curul, cargo, periódico, televisora o cualquier vaina que se le ocurra con tal de que la ponga al servicio de la contrarrevolución.

Este juego trasciende a aquel pendejísimo de dupletas en el cual alguien pagaba por destapar un enunciado que decía algo desesperanzador, menos lo que esperaba: Chávez vete ya. No, eso es para iniciados y bolsas que simplemente anhelan lo que ya usted sabe, pero sin echarle bolas. La experiencia señala que quien sale preñado de buenas intenciones, se le muere el muchacho en la barriga. Basta ya.

Aunque el jugador sea todo un pupú, debe poner cara de zoquete, de ingenuo más bien, para comenzar a tirar los dados y moverse por el tablero. No se ponga socarrón y retador porque después puede hacer un ridículo que ni Popy en sus mejores tiempos. Para que tenga una idea de cómo debe verse, intente una pose Urosa- Borges.

El juego tiene sus cantos. Hay dos que son infaltables con cada lance: “Me están violando mis derechos” y “soy un perseguido político del Régimen”. Además, si se ve en aprietos por alguna penitencia, grite como en truco: ¡No hay respeto al debido proceso! Y tiene derecho a una concha o escondite para que no le coman las fichas y pierda lo que con tanta maña se cogió.

Si usted adquirió fichas de medios de comunicación, puede decir el canto que le de la perra gana, inventar chismes, fabricar expedientes, sentenciar inocentes, alabar culpables, mentar madre y calumniar. Incluso puede tratar de trancar el juego sin que le pase nada, pues como en el dominó, hay unos mirones que son de palo, uno se llama CONATEL y el otro CNP.

En el juego se vale todo. No es solo si le sale uno o seis. Cualquier número sirve. En su turno, el límite es la imaginación, no el dado. Puede declarar en Cloacavisión o sabotear un tendido eléctrico, montar una tramoya internacional sobre diferencias limítrofes o abogar en defensa de Forero, Vivas y compañía. Puede aparecerse como una “inocente paloma de la paz” en una cumbre, mientras sus operadores fraguan golpes y planes magnicidas en Latinoamérica. Incluso, puede mandar a unos disociados a saquear centros comerciales, mientras decide si se hace las lolas o se estira el pescuezo con reales de la NED.

Un experto inocente no se queda en el mero tablero. Sabe jugar en red y en tiempo real con jugadores de otras latitudes. Bien desde su blackberry o desde la laptop, se enlaza con cuanto bicho de uña quiera apostar a la caída del tirano. Algunos tienen nombres claves: Bichita, Piro piro, Monje zen, Bola e` fuego, Zeus 32 y así por el estilo.

Hay una fase del juego muy peligrosa. Quienes llegan hasta allí con fichas en la mano, tiene que apostarlas todas en un solo pote: Magnicidio. Tiene derecho a un comodín o llamar a los amigos. El comodín se llama Impunidad y el contacto con los amigos está garantizado, así estén en sitios insospechados.

El peligro estriba en que la Impunidad no es lo “comodín” que solía ser. Luego de la sentencia por algunos muertos y heridos del Golpe del 11 de abril de 2.002 se teme que eso sea el comienzo de una etapa sin ventajismo y así no resultará divertido. Eso es atentar contra el libre juego democrático.

Hay una suerte de malestar entre los inocentes jugadores debido al presentimiento de una mala racha general. Pero Chávez los tiene locos, por eso vienen con todo. Monten de nuevo su juego golpista, que otra vez les limpiamos la mesa con Patria.

pladel@cantv.net


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Plácido R. Delgado


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