Gracias a Dios que no tengo ningún impedimento para llamar hijo de puta a Alan García. Aunque luego de las declaraciones que dio anteayer sobre la masacre perpetrada por su policía en contra de los habitantes originarios de esas latitudes, estoy seguro que todos, salvo un grupo de hermanitos putativos, lo califica de tal. Claro, cachicamo y cachicamo no se rompen el flux.
El gobierno del acogedor de malandros, está entregando de una manera vil y socarrona el Amazonas peruano. Simplemente le dan pedazos de selva a quien se quiera ir para allá a sembrar y criar ganado, buscar oro, madera, gas, etcétera, sin importar si son tierras aledañas a cuencas hidrográficas, selvas milenarias, con fauna en peligro de extinción ni mucho menos si son territorios indígenas desde épocas precolombinas.
Un presidente con una popularidad por debajo de los dos dígitos, se da el tupe de decir que ordenó tales acciones en defensa los intereses del pueblo peruano. Vaya, es como decir que los hizo matar a nombre del pueblo. Solo falta que alegue en su defensa, si algún día lo llevan a juicio por genocidio, que actuó por mandato popular.
Es vomitivo escuchar a este “jefe de estado”, clasificar de forma denigrante a los hermanos indígenas del Perú, destilando no solo racismo, sino añadiendo al unísono una justificación política para acabar con la vida de quienes defienden la del Amazonas.
El proyecto de este hijo de puta de primera, quien forma parte de una élite plutocrática que tiene planes a largo plazo para la explotación del pulmón del planeta, es suministrar energía al monstruo imperial convirtiéndola en cabeza de playa sur para avanzar y completar un anillo junto a Colombia desde el norte. En esto tienen las manos metidas hasta el codo las trasnacionales más poderosas del orbe.
El tinglado mediático no se ha hecho esperar. Los medios de derecha comienzan a satanizar al movimiento indígena, como receta infaltable para distorsionar los acontecimientos y las luchas que dan estos valerosos hermanos en defensa del Amazonas. Desde el Perú surge una campaña de descrédito hacia ellos llamándolos terroristas, facinerosos, salvajes.
Indoblegables es lo que son estos héroes amazónicos. En esta oportunidad, poco más de una treintena de mártires vilmente emboscados representan un obstáculo insalvable e injustificable para un gobierno que no goza del apoyo popular ni del visto bueno internacional por ser asesinos confesos -la declaración de García es clave- y abrigadores de hampones.
El movimiento indígena saldrá airoso en esta guerra por la supervivencia del planeta. Ya se oyen voces desde distintos sitios del mundo en protesta por tan abominable hecho. Deben saber estos “ciudadanos de primera” que sus días de explotación están contados y por más que se empeñen en sus diabluras y exterminios, el momento de sus habitantes primigenios está presente como un signo en estos cielos revolucionarios.
Estos “ciudadanos de primera”, depredadores, fascistas, neoliberales salvajes, ecocidas y homicidas, saben que no pueden con el huracán de los Pueblos que está abatiendo al neocoloniaje con fuerza colosal.
¡He aquí a un jumento proclamándose adalid de los derechos del pueblo peruano, sobre un montón de cadáveres de los herederos de la selva!
¡Miren a un recién llegado abrogándose derechos sobre la Pacha Mama donde culturas milenarias del Amazonas aun adoran a sus dioses!
pladel@cantv.net
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