¿Para qué sirve el horror? La tortura obtiene información, por ejemplo, pero a juzgar por ciertos resultados inútiles, cabe preguntarse si ese es el único fin. El Doktor Josef Mengele, por ejemplo, sometía a sus “pacientes” a experimentos tan despiadados como inservibles. ¿Por qué lo hacía entonces?
Thierry Meyssan, en un aterrador artículo reciente (voltairenet.org/article162810.html), expone que Barack Obama no puede cerrar Guantánamo porque destaparía la vasta red de centros de tortura afincados en mil lugares en aviones, en barcos, en tierra, en donde se experimentan “tratamientos” que refinan la tortura china, la Inquisición y los ensayos de Mengele, es decir, lo narrado en la película El huevo de la serpiente, de Ingmar Bergman. Puede ser.
Pero también puede ser algo más perverso.
El terrorismo de Estado cumple varias funciones constatables sin mayor esfuerzo. Una es el papel de choque: la tortura para obtener información, para intimidar. Es la figura visible. Pero hay otro aspecto aún más aterrador.
El exterminio de grupos humanos, gitanos, testigos de Jehová, comunistas, homosexuales, socialistas, judíos, etc., sirvió para “justificar” la supuesta superioridad aria. Pero también para otro horror que me vengo maliciando.
Cuando en Guantánamo se tira un ejemplar del Corán en una cloaca, delante de un musulmán, se está ciertamente profanando un libro sagrado, pero también se está humillando una religión, una cultura, un grupo humano.
Los experimentos en curso por parte del Pentágono en diversos lugares del mundo, dice Meyssan, se proponen la degradación de la víctima, que termina colaborando en lo que sea. Se practicó con prisioneros estadounidenses durante la Guerra Fría, durante los Juicios stalinistas de Moscú, de Rudolf Slánský et al. en Praga, en que los acusados terminaban “confesando” públicamente cualquier “crimen”.
Pero el horror más atroz es la degradación del victimario, del torturador, de la soldadesca invasora, de la población entera del país ocupante, pues si quieres deshumanizar a alguien tienes antes que deshumanizarte tú. Las sociedades imperiales necesitan agentes así, como los “hermanos inquisidores”, los sicarios mediáticos, los SS, que eran paramilitares, como Mengele.
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