Con sus primeros rayos de luz el año 2010 comienza a dejar claro que la lucha política es frontal y de mandarria. En el extremo izquierdo está la gran mayoría del país, que junto con el pueblo y el gobierno se afinca en el gran proyecto socialista para ejecutar y consolidar la solidaridad y la verdadera democracia. En el otro extremo, están los sectores de la derecha rencorosa y asesina que tiemplan la cuerda hacia el otro proyecto de la falsa democracia capitalista, donde se juntan los empresarios y comerciantes remarcadores de precios, poderosos sectores de medios de comunicación de alcance nacional e internacional, los hombres de sotana episcopal y los estudiantes sicarios que planifican los muertos, dañan la vida y la mente hasta verte morir en la miseria del alma.
Así, con la herida abierta e infectada por la gangrena que desangra el odio de Satán, se han escuchado las voces del filósofo del Catatumbo y el tuerto que no tiene patria. Secundados por las ráfagas de un nuevo tiempo, ambos héroes del reino de la oscuridad, hablaron de democracia, libertad, justicia y amor celestial. De verdad, después de escuchar y leer las declaraciones de los cobardes, a quienes les salía la bilis por la boca y los oídos, a uno no le da tiempo ni siquiera de pensar sino de exclamar ¡carajo, muera la inteligencia!
Con una reflexión chata y de poca monta, el filósofo relampagueante, hombre cobarde que no estudia y que huye como un cobarde hacia la guarida grande, hablaba que el gobierno no sabía leer los tiempos pretéritos pluscuamperfectos y la sintaxis cardiovasculantes pronunciadas por el pueblo. En tanto, desde los barrotes fríos de la celda sin número, el tuerto daba cuenta que el gobierno era de poca vista y no veía bien la realidad sazonada desde los grandes canales y medios de información. Imagínense ustedes, por un lado el filósofo centellante insultando hasta a la ignorancia con sus reflexiones de quincalla; por el otro, el tuerto con el binocular de un solo ojo mirando la realidad con la pupila de cristal.
A través de la foto que ilustraba las declaraciones celestiales del filósofo, pudimos observar que en la mesa no había ni un libro, ni mucho menos un crucigrama o folletos de esos llamados “sopa de letras”. Sólo se veía un cuaderno de contabilidad, tal vez donde se registran o asientan los montos robados y los que le siguen llegando desde las arcas paramilitares y de narcotraficantes. También observamos la foto del tuerto, que ya tiene cara de reo, pues se veía con rostro de congoja y lleno de odio.
Ambos viven su propia tragedia, al final de cuentas es la misma tragedia que le sucede a los cobardes, marcadas por un historial corrupto y dañino. El filósofo y el tuerto son una afrenta para la sociedad y sería lamentable que traídos por los jinetes del apocalipsis volvieran a tener espacios de poder, pues implantarían el terror en cada rincón de la patria grande. Por la salud de los niños es mejor que el filósofo se mantenga lejos y siga en el exilio de la ignorancia, así no ofende la inteligencia del ser humano. De igual manera, el tuerto debe seguir tras las rejas y así cada mañana la gente pueda saborear tranquilamente su cafecito recién colado. Una vez culminado este escrito, se lo mostré a mi hija Daniela, quien lo leyó de un zarpazo y me dijo, papá esta bueno este cuento, publícalo. Y aquí lo tienen.
(*)Politólogo
eduardojm51@yahoo.es