La conspiración corre por el silencio, la miseria hecha ministerio
Estamos ante una situación donde se devela uno de los aspectos más miserables de la arrogancia del poder constituido, y además lo que el mismo forza como actitud refleja dentro de las organizaciones populares: el silencio y la complicidad que el mismo silencio supone. Se ha producido una masacre perpetrada por paramilitares en la zona del Perijá donde mueren torturados y asesinados el yerno del cacique Sabino, su hermano Alexander quien tuvo un comportamiento ejemplar mientras estuvo preso en la cárcel de Trujillo junto a Sabino y un primo. Los tres en una casa dentro la hacienda Las Flores tomada hace unos meses por el movimiento indígena son sacados y asesinados de inmediato por estos sicarios colombianos contratados por ganaderos. Además ese mismo día en el Zulia igualmente es asesinado Pedro Díaz, dirigente campesino ya amenazado y con varios atentados encima. Ayer acaban de asesinar a otro dirigente campesino del movimiento Jirajara.
Lo cierto es que estamos ante una masacre que avanza y que tiene un solo propósito: exterminar todos los focos de resistencia indígena y campesina en la zona en función de hacer perdurar el dominio de los grandes ganaderos y abrir paso definitivamente a la explotación de minerales, empezando por el carbón que supondría un verdadero desastre ecológico para todo el estado Zulia y el fin de las comunidaes Yukpas y Wuayú en el norte y el centro de Sierra de Perijá. Demasiados interes nacionales y transnacionales presionan en ese sentido, dentro y fuera del gobierno hasta el punto de convertir a la Guardia Nacional, ministerios del Interior y de Comunidades Indígenas, instituciones como Corpozulia y sus entes afiliados, en instrumentos directos de esta presión que ya en los últimos dos años se ha convertido en una represión criminal que no se detiene. La labor en este sentido del Nilcia Maldonado es verdaderamente miserable, ya que no solo asume una posición abiertamente contraria y criminalizante de la resistencia y una suma de declaraciones donde prácticamente invita a que asesinen al cacique Sabino, sino que utiliza todos los poderes que las chequeras de Estado le dan para intentar dividir las comunidades indígenas golpedas por la miseria y un proceso largo de transculturización que le ha quitado fuerza y consistencia a muchas comunidades sobretodo Yukpas. Por demás, esta política de la casita y el vehículo por la consciencia y la identidad la ejerce dentro de todo el movimiento indígena. Sin embargo el proceso de división se ha ido revirtiendo y hoy estamos viendo como se produce un movimiento inverso de reagrupación resistente y mayoritaria de comunidades y caciques que pone contra la pared a la burocracia, hechos que se ratifican dentro de las comunidades Yukpas, pero también en Amazonas donde el movimiento indígena se cansó de ser pieza de intereses que luego lo traicionan. Fenómenos que también explican en parte los empujes asesinos de este año por desesperación del poder.
El silencio se convierte entonces en la estrategia de los miserables, garantía de impunidad, muerte al pueblo verdadero que necesita de la revolución no la declara o vive de ella. Ningún contexto, ya sea electoral o la presencia y acción de evidentes enemigos mundiales del proceso revolucionario justifican el no decir, la invisibilización, el ignorar la sangre que todavía se derrama en medio de la lucha popular. Un gobierno que suponía la victoria de las fuerzas populares, el de Paraguay, acaba de caer ignorante y obviamente cómplice de las masacres a campesinos que en las últimas semanas se había producido en el Paraguay. Vemos como esta sangre derramada dentro del contexto de gobiernos que llaman “progresistas” pareciera que no tuviese la más mínima importancia y solo la derecha con el obvio interés de desgastar procesos transformadores y los gobiernos que deberían ayudar a potenciar, la denuncia o al menos la visibilice. Faltó que los propios campesinos paraguayos se defendieran con sus propias armas para que el gobierno caiga desplomado y el Lugo cumpla su rendición ya anticipada.
No obstante no es solo el silencio oficial quien conspira contra toda revolución. Preocupa quizás hasta mucho más que las mismas organizaciones de base, quiéranse chavistas o cual sea su identidad política vayan perdiendo el reflejo fundamental de la presión, la denuncia, la acción movilizadora ante hechos como este. Se mimetizan con este silencio institucional conspirativo y a la final terminan haciendo parte de un movimiento que solo busca socavar el alma rebelde que todo pueblo necesita para defender su propio proceso de liberación. La sensibilidad ante el sufrimiento y la tortura a la cual cual son sometidos nuestros propios pueblos, al perderse se pierde cualquier argumento y razón de verdad que permita abrir el horizonte revolucionario. Estas democracias de mafiosos y carroñas burguesas ciertamente nos desgastan a nosotros mismos, nos ponen a jugar un papel de payasos oportunistas -silencios justificados en la hiperestrategia de la acumulación de fuerzas jamás cumplida- que a la final nos pudre por dentro, nos deja sin palabra y sin el orgullo básico que toda fabricación revolucionaria necesita.
Acusen todo lo que les da la gana a la derecha de conspiraciones y segundas agendas que seguro la tienen y por regla necesitan desplegar para quebrar a los pueblos e imponer su imperio. Pero esa es una conspiración evidente, casi natural y necesaria al mundo de propietarios y despótas que necesitan conservar. Problemática y desesperante el la conspiración dentro de los aparatos, sistemas públicos de comunicaciones y miserables personajes como esta ministra Maldonado, sin que se produzca una reacción vital y contundente de nosotros mismos. Necesitamos a como de lugar de un sistema libre y militante de articulación y comunicación que nos saque de tal ostracismo y nos ponga de nueva en la lucha por el poder autogobernante y revolucionario que nos es indispensable.
Vivan nuestros luchadores indígenas y campesinos
Abajo el silencio
Fuera la miserable ministra