La desorientación en la constituyente para dilucidar entre lo político y lo económico

En la alocución que dirigió el Presidente Maduro ante la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) el pasado jueves 7 del mes en curso, presentó un conjunto de proyectos de leyes para su consideración por dicha ANC frente a la coyuntura de crisis que atraviesa la nación, respondiendo a la queja, que también se ha dirigido contra esa misma ANC, de que se privilegiaba el tratamiento de "lo político" (confrontación con la oposición y defensa de los ataques del gobierno imperial estadounidense), ante el justificado apremio popular de tratar y tomar medidas respecto a "lo económico" (carestía de alimentos y medicinas, desabastecimiento, inflación, especulación, etcétera).

La iniciativa tomada por el presidente hizo deslucir, para decirlo eufemísticamente, a la ANC, por cuanto dichos proyectos de leyes, junto a otros más que respondieran al reclamo de atención a las necesidades populares del momento, debió ser materia de urgencia para ella. Esto evidencia que el poder constituyente (la ANC), junto con el poder constituido (el ejecutivo presidencialista), no están articulados con el "tiempo de espera", o "tempo", del poder instituyente (el del pueblo), que se realiza cuando se expresa como poder popular autónomo ante lo instituido. Sobre esto, queremos resaltar que fue demasiado notorio en las pantallas televisivas cuando el presidente titubeó con relación al anuncio de la regulación de precios de los 50 rubros y servicios. Nos parece que anunciar esa medida, y reconocer la incapacidad que tuvo el gobierno para aplicar las medidas regulatorias de precios dictadas en ocasiones anteriores (aunque esta vez pareciera que por medio de la fiscalización de algunas instancias de administración estatal-popular de los establecimientos comerciales, se harán cumplir las regulaciones de los precios que se acuerden), así como decir que tales precios se fijarán de común acuerdo con los sectores empresariales y comerciales, puede significar la postergación nuevamente de la inmediatez de acción gubernamental al respecto que reclama el pueblo (¿es que no ha transcurrido suficiente tiempo de reuniones con éstos, para haber realizado el presunto "consenso" con ellos a fin de establecer los precios? ¿es que acaso el gobierno se declara incapaz de contener el especulativo incremento de precios que realizan los comerciantes contra el pueblo, que neutraliza y socava cada aumento de salarios y pensiones que decreta? ¿o es que el gobierno participa de la concepción neoliberal de ajuste internacional de precios, dejándolos que se dolaricen paralelamente en moneda nacional, dizque para incentivar el interés de los empresarios por aumentar la producción y por exportar, creyendo ilusamente que con ello se abarrotará el mercado de mercancías y bajarán los precios en consecuencia, y que mientras esto ocurre, se atenuarán sus efectos de carestía aumentando neopopulistamente de modo desigual los salarios y pensiones?). Dejamos estas preguntas formuladas y pasamos al asunto sobre el que deseamos centrar nuestra atención por ahora: la desarticulación práctica y teórica manifestada por la ANC entre lo político y lo económico para dar respuesta a las necesidades populares. Desarticulación revelada tanto en la falta de perspectivas integradoras para abordar esos asuntos, como en la correspondiente estructura administrativa-organizacional en comisiones decidida para funcionar al respecto.

De entrada, nos parece relevante que esta incoherencia se haya presentado (sería más que decepcionante que no se percibiera la existencia de esta inconsistencia, por las consecuencias prácticas que esto conlleva), y así poder problematizar su abordaje en aras de que se generen reflexiones críticas que redunden en nuevos modos de pensamiento desde otra racionalidad emancipadora o no reproductora, para enfocar más adecuadamente las situaciones a asumir. Con base en la premisa de que no se puede pensar la emancipación, si previamente no se emancipa al pensamiento de lógicas, racionalidades y paradigmas reproductores de la dominación capitalista que pasan disfrazadamente por críticos. Superando de esta manera en los "representantes políticos", la prevaleciente separación entre política y pensamiento que se verifica en el pragmatismo y su correlato del empirismo teórico (a propósito de ello, remitimos a la lectura de nuestro anterior artículo publicado en este medio: "Para repensar y actualizar la educación política"). No se trata de reivindicar la simpleza de la aparente obviedad del sentido común de que "todo se relaciona", de que "todo lo económico es político", de que "la política es la política" para reivindicar su absoluta autonomía o separación de otros ámbitos sociales, o de que "lo que se refiere a la satisfacción de las necesidades con bienes y servicios, es económico" al final de cuentas, sin discutir la pertinencia de esos dichos, representaciones, o las valoraciones y concepciones a que obedecen. Se trata, por el contrario, de superar el sentido común por el sentido crítico, o mejor, por el sentido común crítico. Se trataría, por tanto, de la publicitada pero no asumida, "batalla de las ideas" en el marco de la revolución cultural.

Como es sabido en los predios del debate teórico-práctico sobre lo político y de la política, y de lo económico y de la economía, estos significantes están inmersos en las crisis de paradigmas que se registran desde el siglo pasado en tanto conceptos o nociones modernas que son constitutivos de teorías inconsistentes para seguir frustrantemente tratando de interpretar la realidad social con ellas. Desde quienes abordan a los significantes precedidos con la variante pronominal "lo", como adjetivos, y a los dos restantes, antecedidos con el artículo "la", como sustantivos, hasta los que sustentan posmodernamente que son "significantes a la deriva" por cuanto dejaron de tener anclaje o correspondencia con lo que supuestamente designaban, así como para los que reivindican los enfoques transdisciplinarios debido a la complejidad de lo real y su irreductibilidad simplificadora, dichos "campos de saber" ya no tienen fundamentación última o sólida alguna, tan solo poseen una fundamentación contingente o relativa al contexto argumentativo del discurso que los trate. Todos estos conceptos ya no tienen fuerza significadora por cuenta propia para referir algo fuera de la interdiscursividad, en la que se verifica la lucha por la hegemonía en la significación y la sentidización ideológicas o sociocultural. No obstante, pese a la incertidumbre que prevalece a raíz de que las interpretaciones teóricas políticas y económicas prevalecientes atraviesan una severa crisis de fundamentación y de legitimación, que se expresa a su vez, en la crisis actual de dirección y conducción revolucionaria que cruza a los movimientos de liberación y emancipación indoafrolatinoamericanos que luchan por un socialismo resignificado criticamente, con base en la experiencia histórica transitada, quisiéramos acotar una reflexión puntual en torno a la necesaria reinterpretación de lo que se considera lo político y lo económico. Esto, a efectos del análisis de la coyuntura que vivimos sobre la asunción estratégica de las necesidades populares en el marco del agenciamiento ("político, económico, etc.") y la contingencia ("política, económica, etc."). En tanto herramientas teórico-prácticas del pensamiento crítico que actúan favoreciendo la fuerza o el poder estratégico requerido, y el requerimiento creativo o innovador de la emergencia o aparición de opciones posibles ante los desafíos, el acontecimiento revolucionario. Por ello, no se trata tampoco de una mera sustitución de términos: lo político por el de agenciamiento, y lo económico, por el de contingencia. Ambas heramientas son requeridas juntas o conexas en distintos planos para actuar sobre las necesidades existenciales populares vitales inmediatas y las trascendentes de estas, al afectar su estructura de satisfacción, y son demandadas en su interacción en función de un horizonte de sentido subversivo del orden capitalista instituido: el socialismo resignificado históricamente, en cuanto modo emancipador de satisfacción de las necesidades existenciales al ser re-estructuradas de manera desalienante y equitativa, contraria al modo de in-satisfacción estructural capitalista por alienante e inequitativo. De aquí que tanto los campos de saber instituidos por la Modernidad, de lo político como de lo económico, o lo considerado como tales, al ser redefinidos en un marco semiótico que los subsume, se entremezclan o articulan obviando su separación por cuanto el horizonte de sentido los resignifica, con base en la articulación transdisciplinaria del par categorial agenciamiento-contingencia, que no refieren objetos, sino "procesos de totalización", que no totalidades. Podemos ejemplificar con hechos reales actuales cómo los horizontes de sentido contrapuestos actúan diferenciadamente sobre el agenciamiento y la contingencia asumiendo estos conceptos en sus más amplias acepciones, para atender las necesidades sociales. Mientras la tormenta Irma provocó una incontrolable desbandada de la población en Florida (EE.UU.), que ocasionó desabastecimiento en los supermercados, el colapso del tránsito automotor por bloqueo de carreteras y el desabastecimiento de gasolina, entre otros desordenes, por causa de los habitantes que rivalizaban y se atropellaban en la huida por su salvación individualista; en Cuba, por el contrario, a través de la organización comunitaria existente, de manera organizada y solidaria se pusieron a resguardo las vidas de niños, ancianos y enfermos, así como la comida y las medicinas para uso colectivo, y se podaron los arboles que revestían algún riesgo y se limpió el alcantarillado para que drenasen las aguas de las inundaciones, entre otras previsiones, se actuó de manera colectiva para salvaguardar el bienestar de todos sin desordenes.

En conclusión, el agenciamiento, considerado en su imbricación con la contingencia, consiste en la actualización o activación de una potencia (la búsqueda de la satisfacción, y su reestructuración trascendente, de las necesidades sociales), junto con sus posibilidades de concreción, que en su despliegue transforma a un contexto, lo descontextualiza y lo recontextualiza, a través de la mediación de agenciadores o conectores (agentes, entidades, prácticas, etc.), que dinamizan nuevas relaciones o vinculaciones entre elementos o aspectos anteriormente desconectados que en su reconfiguración estructural-funcional, producen un acontecimiento (la realización de lo posible o "imposible" como horizonte de sentido). En este proceso totalizador de relaciones sociales (políticas, económicas, etc.), la potencia enfrenta y supera al poder adverso que constriñe la aparición de lo posible como novedad transformadora (el acontecimiento revolucionario). De aquí que la contingencia refiera a la emergencia o surgimiento del conjunto de condiciones de posibilidad o imposibilidad (políticas, económicas, ideológicas, etc.), que condicionan el despliegue del agenciamiento en la dirección deseada o planificada estratégicamente para la satisfacción y la reestructuración de las necesidades sociales populares, en el marco del horizonte de sentido del socialismo resignificado críticamente, con base en la experiencia histórica asumida.

 

diazjorge47@gmail.com



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Jorge Díaz Piña

Doctor en Ciencias de la Educación (ULAC), Magister en Enseñanza de la Geografía (UPEL), Licenciado en Ciencias Sociales (UPEL). Profesor universitario de la UNESR

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