Veto a LEU y necesidad de una Corriente de Izquierda

La Ley de Educación Universitaria tuvo una corta vida. Los revolucionarios universitarios quedamos como novia de pueblo. Más pudo la presión de la derecha endógena y exógena (como lo reconoció el propio presidente Chávez) que los deseos de transformación revolucionaria que impulsábamos los militantes que por décadas hemos luchado por universidades al servicio del pueblo.

 Es necesario reconocer que este no era el mejor momento para aprobar una nueva ley universitaria. Las oportunidades de oro se les pasaron a los dirigentes de este proceso en todo este largo período de doce (12) años en el ejercicio de gobierno bolivariano, y podemos verlo en esta sinopsis:

1. El momento ideal estaba en el marco de la propia Asamblea Nacional Constituyente de 1999, pero no hicieron nada a ese respecto, y dejaron a las universidades tal como estaban en la cuarta república.

2. Cuando los estudiantes revolucionarios de la UCV tomaron el Consejo Universitario en 2001, nuevamente la dirigencia chavista se pudo de espaldas a los deseos de cambios, dejó solos a esos valientes líderes estudiantiles, y generó una situación histórica de reflujo que permitió lo que hoy impera, la absoluta hegemonía de la derecha en el movimiento estudiantil universitario.

3. Luego del triunfo en el referéndum revocatorio de 2004, con la derecha totalmente derrotada en todos los escenarios de confrontación, el chavismo burocrático dejó nuevamente pasar la oportunidad y no se percató que las universidades necesitan ser transformadas para bien de la revolución.

4. Cuando se estrenó la Asamblea Nacional controlada unánimemente por los bolivarianos, en 2006, tampoco se adelantó iniciativa alguna para reformar la ley universitaria.

5. Durante los cinco años de esta última gestión bolivariana en la AN, nunca se hizo público proyecto oficial alguno de ley universitaria. Sólo a comienzos de diciembre de 2010, es que comenzaron a circular unos borradores de ley, los cuales por cierto tampoco eran el documento final que se sometió a discusión entre los diputados.

6. Concluyendo, se debe reconocer la deficiente precariedad de la gestión legislativa del chavismo, el cual no fue capaz en más de 11 años en debatir un proyecto de ley de universidades, y de quienes fueron ministros de educación superior-universitaria (salvo el actual), que tampoco hicieron nada por impulsar dentro de las universidades debates y otras iniciativas organizadas sobre la necesaria transformación de nuestras casas de estudios superiores.

7. Para remate, quienes nunca demostraron tener objetivos de transformación hacia las universidades, son los que tomaron la iniciativa para convencer a Chávez que no debía promulgar la nueva LEU, con argumentos tan absurdos e irreales como que debe “discutirse” la misma con los sectores de derecha universitarios, como si estos fueran a realizar aportes significativos al profundo cambio institucional que la revolución bolivariana requiere en nuestras universidades nacionales**.

Porque tenemos que decir, no obstante, que la LEU vetada finalmente por Chávez sí fue producto de un largo y amplio debate realizado desde las bases de las comunidades universitarias en todo el país:

  • Desde 1999, en el marco de la Asamblea Nacional Constituyente y la Constituyente Educativa, se inició en Venezuela un amplio debate sobre la transformación del modelo educativo vigente en todos sus niveles (subsistemas).
  • En varias oportunidades se debatió dentro de las universidades, por iniciativas internas y externas, diversas propuestas y reflexiones sobre cómo debería transformarse el subsistema universitario.
  • La actual LOE estableció en 2009 la obligación de elaborar y aprobar por la AN una Ley de Educación Universitaria en un lapso de 12 meses. Sin embargo, luego de casi 18 meses de haber sido aprobada la Ley y con ella dicho mandato, la mayoría de las universidades autónomas y privadas nunca promovieron el debate interno ni realizaron propuesta alguna acerca de cómo debería transformarse la Ley de Universidades.
  • En la Asamblea Nacional fueron recibidos más de 60 proyectos para modificar la Ley de Universidades. La Ley de Educación Universitaria vetada recogió en lo fundamental las ideas más significativas expresadas en esos proyectos elaborados por distintos integrantes de las comunidades universitarias de todo el país.
  • Las autoridades universitarias de la derecha, al haber rehuido el debate y el mandato establecido por la LOE en 2009, descartaron ellas mismas la posibilidad de opinar y de dar a conocer sus propias propuestas para transformar la Ley de Universidades. Por tanto, mal pueden argumentar ahora no haber sido consultadas, cuando era su deber haber opinado en el lapso establecido por la LOE y hacer llegar esa opinión ante la Asamblea Nacional.

Además, como afirma el prof. Sergio Briceño García: “En realidad el concepto de universidad contenido en la Ley de Educación Universitaria, que es lo que en realidad importa, se empezó a discutir desde el proceso de la Renovación Universitaria en la UCV desde el año 1969 y la misma fue aplastada por la fuerza represiva del gobierno de Caldera. Las ideas revolucionarias de la educación universitaria quedaron en receso pero nunca desaparecieron. Nadie mejor que la derecha las conoce y las teme. El modelo alternativo de educación universitaria no fue inventado de la noche a la mañana por la Asamblea Nacional ni es el producto de un madrugonazo. Es el resultado de la evolución de las ideas en el curso de muchos años de cultivo y maduración intelectual de la izquierda universitaria innovada por la revolución bolivariana” (http://aporrea.org/educacion/a115256.html).

Por tanto, no tiene fundamento real el argumento dado por el presidente Chávez, de vetar la ley para propiciar un amplio debate sobre la misma en las universidades. El amplio debate se ha dado por décadas, y particularmente en los últimos doce años de gestión gubernamental bolivariana.

En multitud de documentos, publicados algunos en aporrea, hemos expuesto los nudos centrales que deberían abordarse en una transformación universitaria. Otros revolucionarios, como Carlos Lanz, igualmente se han cansado de escribir sobre la constituyente universitaria y sus preceptos fundamentales. Enumeramos algunas de estas necesidades, derivadas de los diagnósticos que hemos publicado desde 1998, y que casi todas ellas estaban recogidas en la LEU que vetó Chávez, la cual, más allá de sus imperfecciones, era un gran paso adelante para promover la transformación revolucionaria en las universidades:

A. La cuestión de la democracia interna en las universidades, dándoles su condición de miembros de la comunidad a empleados y obreros, y ampliar los mecanismos de votación para la elección de autoridades.

B. La cuestión del excesivo poder que centralizan los Consejos Universitarios, el cual debe distribuirse en cinco o seis instancias de gobierno que tengan igual rango.

C. La cuestión del libre ingreso de bachilleres a las universidades, acabando con las pruebas y otros mecanismos de selección antidemocráticos y discriminadores.

D. El necesario control presupuestario que debe exigir el Estado.

E. El papel del Estado Docente, el cual tiene por obligación velar que la educación universitaria incorpore en su currículo los objetivos fundamentales del plan de desarrollo nacional (Plan Simón Bolívar), pues de lo contrario no tendría sentido tolerar universidades que actúan de manera consciente para sabotear los planes gubernamentales (como ocurre actualmente).

F. Resolver el desorden que existe con relación al desempeño docente, incluyendo los mecanismos de ingreso (concursos), evaluación (régimen de permanencia), régimen laboral (horarios, funciones y responsabilidades de los docentes), en el marco de una carrera docente definida en lo fundamental por la ley (por una nueva ley, queremos decir).

G. Resolver el problema de las mafias criminales existentes en universidades como LUZ, las cuales asesinan impunemente y controlan por vías de hecho sectores significativos de la institucionalidad universitaria.

H. Transformar las estructuras internas de las universidades, que responden al viejo paradigma positivista del conocimiento (facultades, escuelas), y crear estructuras flexibles que consideren la transdisciplinariedad y el pensamiento complejo como nuevos paradigmas de la actividad creativa científica.

I. La cuestión del CNU, criticado por su inoperancia como ente rector de la educación universitaria, y de la dualidad de poder entre la OPSU y el MPPEU, cuando debería existir necesariamente un único ente rector por parte del estado.

J. Otra cuestión, más allá de la ley, es lo referente a la remuneración de los universitarios, discriminados abiertamente por el gobierno chavista, cuestión que induce a la fuga de cerebros y a la pérdida de moral por parte de los sectores bolivarianos que dentro de las universidades se sienten olvidados por la revolución.

Si algo hemos podido concluir en estos 12 años de lucha férrea realizada dentro de la Universidad del Zulia por lograr su transformación acorde al proceso de revolución bolivariana que vive el país, es que dentro de las universidades no existen en la actualidad actores mayoritarios para ejecutar desde adentro esta transformación. La llamada resistencia al cambio se ha impuesto en todos los intentos por impulsar transformaciones significativas dentro de la universidad, y al final podemos decir que buena parte de los discursos de las autoridades y dirigentes universitarias (rectores, decanos) han sido simplemente pura demagogia. Se ha engañado a estudiantes, profesores, empleados y obreros, al afirmar públicamente estas autoridades su identificación con la necesidad de transformar la universidad. No han pasado de eso, declaraciones de buenas intenciones, nunca ejecutadas, y que nunca se pensó realmente en llevarlas a la práctica.

De allí que la necesidad de una transformación inducida desde el exterior mediante la aprobación de una nueva Ley de Educación Universitaria, la cual aunque por sí misma no garantiza un verdadero cambio revolucionario en las universidades, sí permitiría crear las condiciones necesarias de participación de la comunidad interna y de disolución de las fosilizadas estructuras de poder actuales, para avanzar en la construcción de escenarios propicios a un proceso constituyente al interior de las universidades.

Porque estamos totalmente seguros, y creo que todo revolucionario que actúe dentro de las universidades autónomas venezolanas debe pensar lo mismo, que cualquier proceso de transformación de las actuales universidades va a ser sumamente conflictivo, de confrontación intensa con una derecha que controla a placer todas las instancias internas de poder y que cuenta con el apoyo de la burguesía dentro y fuera de Venezuela. Nunca podremos llegar a consenso con la derecha para cambiar las universidades en sentido revolucionario. Si se aspira a ese consenso, por parte de la dirigencia chavista, es simplemente porque se desea mantener la situación actual en la que la derecha controla a placer la educación universitaria del país, y ese criterio pensamos que no tiene nada de revolucionario, y que por el contrario debilita considerablemente todo el proceso de cambios que impulsa la revolución bolivariana dentro y fuera de las fronteras nacionales.

El escenario inmediato es previsible, más allá de la demagogia que pronuncien tanto la derecha universitaria como la burocracia chavista. La realidad es que dentro de la Asamblea Nacional están Acuña y Navarro, principales oponentes a la LEU por parte del chavismo. Será difícil que estos personajes promuevan una LEU que responda a los deseos de cambio que exige la revolución. Por supuesto, también será difícil llegar a acuerdos con la derecha universitaria, a menos que se traicione abiertamente los intereses fundamentales de la revolución y de todo el pueblo venezolano.

Esta nueva realidad creada a partir del veto a la LEU justifica aún más la necesidad de construir una CORRIENTE DE IZQUIERDA dentro del proceso bolivariano, que se desmarque de esa derecha chavista que torpedeó la aprobación de la LEU y que por años ha estado impidiendo la profundización del proceso y la buena ejecutoria de la gestión gubernamental. El mismo presidente Chávez, al decir que fueron Acuña y Navarro, entre otros, quienes se opusieron a la aprobación de la LEU, reconoce la existencia de una corriente conservadora dentro de la revolución, que se opone a los cambios transcendentales y de fondo. Pues si existe una corriente conservadora, de derecha, pues tiene todo el derecho a existir una corriente de izquierda, revolucionaria, que empuje por la verdadera transformación del Estado burgués, el fortalecimiento del poder popular y la gestión honesta y eficiente en la administración pública. Esa es la enseñanza que desprendemos de estos días en los cuales nuestro sueño de una nueva universidad parecía hacerse realidad con la LEU.

Maracaibo, 9 de enero de 2010.

*Profesor de LUZ.

**En LUZ la dirigencia derechista solicita este domingo, en el periódico de la universidad, la renuncia del ministro Ramírez y la designación de otro ministro “dispuesto al entendimiento” con esa derecha que se opone a cualquier cambio que afecte su poder dentro de las universidades.



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Roberto López Sánchez*

Roberto López Sánchez (Caracas, 1958). Profesor Titular de la Universidad del Zulia (LUZ) con ingreso en 1994. Licenciado en Educación (LUZ, 1994). Magister en Historia (LUZ, 2005) y Doctor en Ciencias Políticas (LUZ, 2013). Actualmente dicta 6 materias en la Licenciatura de Antropología en LUZ: Historia de América; Historia de Venezuela; Intercambios Económicos; Poder y Movimientos Sociales; Culturas Afroamericanas; y Modo de Vida e Identidad Nacional. Ha dictado seminarios a nivel doctoral y nivel maestría en universidades venezolanas; y seminarios de Historia de Venezuela en universidades de Chile y España. Actualmente coordina la Unidad Académica de Antropología. Ha dirigido proyectos de investigación a través del CONDES-LUZ, y CLACSO. Línea de investigación: estudio de los movimientos sociales. Ha publicado más de 50 trabajos científicos. @cruzcarrillo09

 @cruzcarrillo09

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