El pasado lunes fui invitado a moderar un debate entre estudiantes universitarios bolivarianos y de oposición en el canal privado Televen, que sería transmitido en cadena nacional el martes 15 a las 11 de la mañana. Desde hace mucho tiempo vengo abogando por la apertura de ese tipo de espacios, de modo que mal podía negarme a aceptar tal invitación.
Llegué al canal de Omar Camero, elegido como “territorio neutral”, a las 8:45 de la mañana. Estuve esperando hasta cerca de las 12 del mediodía. Lamentablemente los opositores no asistieron. Una verdadera lástima. Sin ellos, para mí era como hacer de réferi en una pelea de boxeo con un solo contendor.
Tuve la inclinación a declinar, pero no podía permitir que la transmisión dejara de realizarse por la ausencia de una de las partes y la del moderador.
En la Venezuela polarizada en que vivimos, eso hubiese significado sumarme al forfait y lo último que deseo es aparecer, así sea de lejos, participando de ese tipo de actitudes, y alineado con un sector al que, por convicción, no pertenezco.
Ya en el año 2007 los muchachos del antichavismo decidieron abandonar un inédito debate en la Asamblea Nacional, huyendo del Palacio Federal Legislativo con un show de franelas rojas, desplante con el cual desperdiciaron una oportunidad que ya desearían para sí jóvenes estudiantes opositores de otras naciones y de otras generaciones venezolanas: la de hablarle a todo un país en cadena de radio y televisión.
De haber formado parte de la organización del programa en Televen, habría esperado más tiempo, incluso hasta la noche, si eso hubiese servido para que el debate fuese realmente tal, es decir, con presencia y voz de los representantes de los dos sectores en que está fracturado el país político, en este caso su movimiento estudiantil.
Esas sillas vacías no son trofeo del cual enorgullercerse. A la Revolución Bolivariana le convenía que estuviesen llenas. A la oposición también. Y que la discusión política se encargara del resto.
Si perteneciera al comando opositor, hubiera privilegiado la oportunidad de participar en un debate televisado en cadena y evitado así que sus asientos aparecieran desocupados una vez más. Total, no por ello su marcha, convocada para aquella mañana, habría dejado de tener la cobertura mediática, también privilegiada, de la que gozan todas las iniciativas del antichavismo, sean grandes, medianas o minúsculas.
En mis tiempos de liceísta los dirigentes estudiantiles sólo aparecían excepcionalmente en TV, por pocos segundos, casi siempre en diferido y jamás en cadena. Hay privilegios de los que no se tiene plena conciencia. Habría que contárselo a los jóvenes de Túnez, Egipto y Libia, muy de moda por estos días, a ver qué dicen. O a los trabajadores de Wisconsin, que están más cerca.
Cuando se me informó que la transmisión iría al aire de todas maneras, sin los antichavistas, pude haberme negado a hacer las veces de presentador en tales condiciones, pero, repito, no quise sumarme al forfait del antichavismo juvenil.
Ahora, según me cuentan amigos twitteros, la derecha descarga sobre mí su desprecio en esa pajarera digital. Ni sorprenden ni perturban. Son las mismas descalificaciones que recibo desde que, en 2002, decidí no acompañar a buena parte del periodismo venezolano (y de sus patronos) en la promoción del golpe, el paro, la guarimba y demás linduras. Al igual que entonces, asumo la responsabilidad por mis acciones. Que cada quien asuma las suyas.
Ojalá que, pese a todo, las oportunidades para el debate entre los factores políticos venezolanos se expandan en lugar de esfumarse. Por suerte, la proximidad de las elecciones del 2012 lo hace obligante.
Como señalé en la despedida de aquel careo frustrado, la altísima sintonía de los debates en la Asamblea Nacional demuestra que el pueblo venezolano quiere la confrontación de ideas, el debate democrático, y no la violencia.
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El tubazo de Clodovaldo y Ramos Allup
Lluvia ácida viene cayéndole a Henry Ramos Allup, secretario general de Acción Democrática, por decirle al periodista Clodovaldo Hernández, en entrevista para Ciudad CCS, una verdad histórica: que el decreto golpista del 12 de abril de 2002 circuló en la cúpula del antichavismo antes de esa fecha.
La entrevista fue publicada hace 10 días y aún sigue dando de qué hablar. Algo inusual en piezas periodísticas, las cuales suelen tener fechas de vencimiento muy próximas. Y eso que se trató de un tema ocurrido hace ya casi nueve años.
El revuelo causado por Henry con su admisión de aquel hecho confirma que el de abril no es capítulo cerrado, sino un asunto de actualidad. Por más que se proclame la necesidad de “pasar la página”, hay heridas, lagunas y herencias que lo impiden.
La lluvia que empapa a Ramos Allup es la misma que cayó sobre Otto Neustaldt. Todo el que rompa el pacto de silencio y disimulo se expone a ella. El ex corresponsal de CNN no aguantó el chaparrón y se auto desmintió luego de haber confesado que estuvo con los militares alzados mientras leían una proclama que hablaba de muertos en Caracas, cuando todavía no había caído nadie.
A Ramos Allup, a quien conozco desde mis tiempos de reportero, le agradezco mucho la recomendación que, en un comunicado de respuesta a Pedro Carmona, hizo de mi libro Abril, golpe adentro como fuente sobre aquellos sucesos. Sólo le falta aclarar a Henry si el decreto que él vio una semana antes ya mencionaba los muertos que habrían de producirse el 11A. Si no fue así, ¿en qué se fundamentaba ese decreto?
FOTO ENDER CURBELO
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COTUFITAS
TABULE ERRÓNEO
A raíz de una columna titulada “El efecto ‘tabule’ no llega a Venezuela”, publicada aquí hace un par de semanas, David Paravisini, allí citado, me envió este mensajito de texto: “No sé cómo, pero pasa. Lo que apreciaste era mi opinión sobre Gaddafi no lo es ni remotamente. Así pasa. No por eso coincido con quienes desde la izquierda condenan a Gaddafi. Quizá entre un tabule y un kibbe pueda hacer luz sobre lo que pienso. Dame ese chance. Un abrazo, David”. Apenado, le manifesté mi pesar por haber malinterpretado su posición sobre este tema tan delicado y, sobre todo, por haberla difundido en forma errónea. Quedamos en clarificar el asunto en un restaurante árabe, con miras a una aclaratoria, pero no pudimos encontrarnos durante la semana. Mil disculpas a él y a los lectores. Quedo comprometido con ustedes para la próxima semana.
IMPORTARÁN TOALLAS SANITARIAS
La escasez de toallas sanitarias en tiendas, abastos, supermercados y farmacias de Venezuela obedece, según comenta un ministro del Gabinete, a que ese producto viene importado desde Colombia, donde la producción se ha visto afectada seriamente por efecto de las torrenciales lluvias. El Gobierno, de acuerdo con la fuente, dispuso la urgente importación de este rubro de primera necesidad desde China, en cantidades suficientes para atender la demanda de las mujeres venezolanas.
EL CASO DE LUIS FUENMAYOR TORO
Entre amigos de Luis Fuenmayor Toro circula un documento según el cual la acusación presentada en su contra por la Fiscalía omitió pruebas que demostrarían que es inocente. Cuesta creer que el médico y político haya incurrido en abuso sexual contra un hijo suyo, algo realmente aberrante. Hace unos años lo entrevisté y me explicó que tales señalamientos obedecían a un divorcio traumático. Contó que, por esa causa, llevaba años sin ver a su hijo. Sólo resta hacer votos por un juicio justo. Y expresar solidaridad con todos los afectados por este episodio.
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“Cuatro cosas hay que nunca vuelven más: una bala disparada, una palabra hablada, un tiempo pasado y una ocasión desaprovechada”.
Proverbio árabe
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