En los años 60’s, Rudolph Atcon, asesor del Departamento de Estado diseñó un modelo de educación para América Latina que se titula La Universidad Latinoamericana, pero se conoce mejor con el nombre de Informe Atcon. [1] Aquí en Venezuela le pararon tanta bola a este informe, que Ediciones del Congreso de la República lo publicó para estimular un supuesto debate nacional acerca del modelo de universidad que más nos convenía. Los escuálidos llegaron al colmo de decir que aquí había carencia de teóricos en educación, y por lo tanto era necesario atender las recomendaciones de un experto extranjero para que nos adoctrinara. (Editorial en la contraportada) ¡Que bolas!
El mismo Atcon decía que para superar nuestro atraso y modernizar a Venezuela necesitábamos, en una primera fase, contratar asesores extranjeros para que nos ayudaran a reestructurar la universidad hasta que ellos vieran que ya estuviéramos preparados para caminar solos. (p. 153). No es paja.
Además recomendaba que para lograr una verdadera autonomía universitaria debíamos transformar la universidad pública en una fundación privada, libre de controles e interferencias estatales, pero eso sí, financiada por donativos anuales del estado. (p. 162) Está agüevoneado el gringo. Por supuesto, nada que ver con el Estado docente.
A la oligarquía la instaba a seguir sus recomendaciones, y les decía que si apostaban a una universidad independiente, esto les acarrearía nuevas y más poderosas ventajas. (p. 70).
Por otro lado, Atcon señalaba que una de las causas más fuertes de la crisis universitaria era la intervención excesiva de los estudiantes en la dirección universitaria. Decía que los estudiantes con toda su rebeldía, con todos sus lemas revolucionarios, eran en realidad una fuerza negativa dentro del orden social. (pág. 99) De esta manera Atcon propuso un régimen de estudio orientado a dispersar a los estudiantes para que no socializaran ni establecieran nexos que pudieran de alguna manera motivarlos para la acción revolucionaria de la universidad, o de la sociedad toda. En otras palabras, pretendieron despolitizar las universidades.
Se trata pues de organizar la universidad de manera mecánica, diseñada para domesticar a los estudiantes, adaptarlos al capitalismo, y no para que los estudiantes descubran y desarrollen una forma humana de vivir.
Es todo un plan inspirado en la ideología tecnocrática necesaria para formar a los proletarios de cuello blanco con las nuevas tecnologías del norte que están orientadas hacia la acumulación de capital y no hacia el desarrollo social. Una tecnología que por cierto, tiene una carga ideológica y además establece lazos dependencia y dominación.
Además del modelo Atcon, se aplicaron los planes y recomendaciones que le decomisaron al Embajador de Estados Unidos, Teodoro Moscoso, en la Universidad Central de Venezuela, en junio de 1961. Después de estas asesorías extranjeras, se redujo y se deformó la enseñanza de la Historia y de la Geografía de Venezuela y se eliminó la Historia de América en los nuevos programas de Educación Primaria. [2] Esto sentó las bases de la ahistoricidad necesaria para la implantación de la de la ideología tecnocrática, en nombre de la modernización y el progreso pero sin identidad patria.
Por otro lado, en la década de los 70’s, con el propósito de saquear con menos trabas las riquezas del subsuelo, eliminaron o minimizaron de los programas de estudios universitarios, las materias de Legislación Minera y Petrolera y de Economía Minera y Petrolera. La orden era que no supiéramos que debajo del subsuelo venezolano estaba la reserva más grande de petróleo del mundo, y evitar así que se nos despertara el interés por administrar esos recursos para el desarrollo social de los pueblos oprimidos.
Este adoctrinamiento nos dejó como resultado un triste ejército de profesionales automatizados y colonizados, básicamente especializados en áreas tecnológicas. Unos escuálidos con pensamiento acrítico, y conformistas. No es para menos. Los pobres estudiantes fueron sometidos a un régimen de estudio que se apoyaba en la concepción empresarial del máximo rendimiento en el menor tiempo. Este régimen de estudio formó estudiantes dispersos sin tiempo para socializar ni de establecer nexos.
Ahora tenemos escuálidos automatizados, competitivos, egoístas y superficiales, prestos para marchar cuando los empresarios les dicen que les van a quitar sus chupetas para dárselas a los excluidos. Es el ejército perfecto que necesitaba la clase dominante para defender sus intereses y mantenerse en el poder. Quizá algún día se den cuenta de que los empresarios no los acompañan en las marchas y empiecen a resentirse con ellos. Pero esto es solo una ilusión.
Por lo pronto, y esto va con los escuálidos, si ustedes marchan por los valores del capitalismo: la obediencia, la competencia y el consumo, nosotros marchamos por los valores del socialismo: la participación, la solidaridad y la creación.
[1] La Universidad Latinoamericana. Rudolph P. Atcon. Comisión de Reforma Universitaria, Ediciones del Congreso de la República, Caracas, 1971.
[2] El Modelo Tecnocrático y la Educación Superior en Venezuela. (Cuatro trabajos presentados en el I Seminario sobre la problemática de la educación superior en Venezuela.) Responsable de la edición: María del Pilar Quintero. Editorial Enseñanza Viva, 1980. Pág. 11.
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