La educación es un proceso de socialización por medio de la cual las sociedades transmiten formalmente a sus nuevos miembros una serie de conocimientos, valores, lineamientos, procedimientos y directrices como normas e instrumentos de desempeño en los diferentes ámbitos de la vida. Existe una educación no-formal que se adquiere con cursos, talleres, seminarios, etc y una educación informal adquirida a lo largo de la vida, en muchos casos, de manera autodidacta.
Un alumno es el discípulo respecto a su maestro en especial de la pedagogía como arte de instruir o enseñar al niño en un método. La pedagogía como tal, es la ciencia que estudia la educación junto a la didáctica como conjunto de técnicas que facilitan el aprendizaje (según la etimología griega niño y ago: llevar, conducir y guiar). Ahora, alguien puede ser pedagogo, pero no tener didáctica como evidencia de determinadas competencias demostrando los saberes y haceres. El estudiante es la persona que estudia en una universidad u otro centro de enseñanza. Hoy día estimulado en la andragogía como disciplina y educación para el adulto excluido que se incorpora al conocimiento formal.
Podemos reflexionar sobre una educación de opresores y oprimidos. En Venezuela el modo de vida capitalista y consumista ha conducido a una generación alienada de jóvenes como instrumentos o “carne de cañon” dentro de los recintos estudiantiles. Paulo Freire, el último gran pedagogo, en su propuesta se alinea en la crítica ideológica del sistema capitalista y establece las bases para una educación al servicio de la liberación revolucionaria. Señala la deshumanización como consecuencia de la opresión que afecta tanto al oprimido como al opresor.
En Venezuela se ha copiado un modelo basado en la palabra “Resistencia” bajo la simbología “manos blancas” española de los `90 que utilizan los “estudiantes” bajo tendencias derechistas entrenados por maestros retrógrados en lo social y con visión imperial avanzada. Estos movimientos pacifistas promotores “echos los pendejos” de desestabilización, se amparan en la tesis pacifista de la no violencia con peñones y piedras en sus bolsos para convertirse en simples réplicas del movimiento OTPOR! (resistencia en serbio). Bajo exigencias de una libertad en pleno libertinaje, protestas provenientes de universidades pagas y costosas (paradoja de los años `70 y `80 cuando la lucha se basaba en los derechos y reivindicaciones sociales provenientes de los extractos humildes sacrificados con sangre, sudor y lágrimas), a diferencia de maniquíes mediáticos dizque generación que regirá a Venezuela en los años por venir, premiados con becas, cargos políticos y centimetraje mediático para el “show” (referencia: Asamblea Nacional y los estudiantes con libreto en el 2007).
Es hora de desaprender lo mal aprendido. La educación bancaria de éstos jóvenes coloca en evidencia al educador que se apropia de su conocimiento y lo manipula. La luz roja del semáforo se prendió; el código señala las palabras; activa, resistencia y libertad entre otras que utilizarán durante un tiempo para convertir la violencia, irónicamente bajo la tutela del pacifismo. ¡Alumnos o estudiantes confundidos con la luz amarilla que titiló y pasó a luz roja!.
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