Sin embargo, el tema
de la dictadura y de Chávez autócrata no puede, ni debe, ser tomado
a juego. Este tipo de campañas forma parte de toda una estrategia mediática
bien orquestada, tanto nacional como internacionalmente, para socavar
las bases, apoyos y alianzas estratégicas que ha ido construyendo el
gobierno bolivariano, a lo largo de estos años de intento de revolución.
En ese afán propagandístico,
todos los sectores oposicionistas confluyen y hacen su parte. La iglesia,
desde los púlpitos favorece, instiga y mantiene un discurso político
que, cual gota de agua, busca romper cualquier posible resistencia a
las ideas contra-revolucionarias que tanto defienden, en abierta contradicción
a los postulados religiosos de no injerencia en temas políticos. Los
partidos de la Mesa de la Ultra Derecha, utiliza todas las tribunas
posibles, especialmente la mediática, para difundir y consolidar la
idea de un gobierno represor, irrespetuoso de las leyes y de los derechos
humanos, etc., echándole mano a mentiras, medias verdades o “convenientes
construcciones de realidades virtuales”.
Y así, encontramos
en todos los sectores, instituciones públicas inclusive, a las diferentes
expresiones de una campaña sistemática, de largo aliento, destinada
a minar, tergiversar u ocultar los resultados de este proceso revolucionario.
Recientemente, hemos
visto a estudiantes “manitos blancas” (¿nalgas al aire?) en supuestas
huelgas de hambre, que entran en negociaciones con el gobierno y éste,
injusta, inesperada e insólitamente, cede a los requerimientos de ese
grupo, validando con esa acción el discurso de “libertad a los presos
políticos” y de “irrespeto a los derechos humanos” que vienen
esgrimiendo como bandera de lucha.
Simultáneamente, se
presentan motines en prisiones, protestas en instituciones de educación
media (sin que hayan motivos aparentes), nuevas huelgas de hambre (¿?),
reclamos comunitarios (la mayoría justificados y desoídos por las
instituciones gubernamentales respectivas, pero capitalizados convenientemente
por factores oposicionistas, para generar el clima de “inestabilidad
e ingobernabilidad” necesario a sus fines), promoción constante de
la sensación de inseguridad, estrategias económicas de desabastecimientos
programados, entre otras.
Acudimos así
a la aplicación del método de “confrontación no violenta” o “desafío
político masivo” que propone Gene Sharp en su libro: De la dictadura
a la democracia. Un sistema conceptual para la liberación (1).
En el mismo, el autor, propone toda una serie de acciones para la no
colaboración o resistencia pasiva, cuyo fin es acabar con los regímenes
dictatoriales y conducir a los países a un camino democrático.
Lo insólito es que
el mismo autor, en el capítulo I de la obra, expresa que “el derrumbamiento de la dictadura en los
países antes mencionados, ciertamente
no erradicó los problemas de esas sociedades-pobreza, criminalidad,
ineficiencia burocrática, destrucción del medio ambiente-que han
sido frecuentemente la herencia de estos regímenes brutales. No obstante,
la caída de estas dictaduras ha reducido, aunque poquísimo, mucho
del sufrimiento de las víctimas de la opresión, y ha abierto el
camino para la reconstrucción de esas sociedades, con una mayor democracia
política, más libertades personales y justicia social.” (subrayado nuestro) Es decir, aún admitiendo
que el cambio de gobierno no ha representado efectivas mejoras para
los pueblos de los países donde se ha aplicado esta metodología de
lucha, se sigue promocionando como una vía válida para acabar con
los gobiernos “supuestamente dictatoriales, como el de Hugo Chávez”.
Esa declaración no
es ingenua. Constituye la garantía que ofrece el autor a las clases
oligarcas y al capital internacional, para que aúpen y alienten conveniente
y profusamente este tipo de actividades pues contarán, al final de
la lucha, con un escenario propicio para continuar ejerciendo e incrementando
su poder e inversiones, multiplicando el capital y sometiendo al pueblo
a nuevos métodos de coerción, explotación y dominio, todo en nombre
de la “libertad y la justicia social”.
Este sistema de lucha,
denominado “golpe suave”, viene implementándose en el país desde
el año 2002, aproximadamente. Desde allí hemos visto: el paro petrolero,
la aparición de “manitos blancas”, las “nalgas al aire”, el
abandono de espacios públicos de discusión (huida de los estudiantes
del debate en la Asamblea Nacional), la no participación de la oposición
en las elecciones a la Asamblea Nacional, discursos reiterados en prensa,
radio y televisión, huelgas o motines de grupos especiales (prisiones),
boicot comercial para generar desabastecimiento, paro general, mofa
y hostigamiento de funcionariado gubernamental, etc. Todo esto, aparece
en el Apéndice del mencionado libro como “Métodos de la Acción
Noviolenta”
Un manual que promueve
acciones “no violentas” de toda índole, para lograr que la población
acepte sumisamente un cambio gatopardiano de gobierno, con la esperanza
de “vivir mejor”, “lograr el respeto a los derechos humanos y
la libertad”…sin darse cuenta que, una vez concretada la tarea de
eliminar al supuesto dictador, lo que sobrevendrá será la aplicación
de medidas radicales de derecha que garanticen al capital y a sus lacayos
nacionales, las condiciones objetivas necesarias para la reproducción
de sus ganancias e intereses.
De tal suerte que,
nuestra revolución como proceso aún en transición, debe generar las
condiciones necesarias para salvaguardar sus intereses y objetivos.
Esto pasa por promover y lograr el fortalecimiento de un Poder Popular
formado políticamente, informado y preparado para la resistencia activa
y el combate de este tipo de acciones de saboteo. Igualmente, requiere
de una acción concertada del Estado y sus instituciones para, además
de admitir los errores cometidos, lograr resolver efectiva y eficientemente
los problemas sentidos de la gente, mientras se logre la transferencia
de competencias a las comunidades. Por supuesto, con un Estado plagado
de quintas columnas, difícilmente esto podrá realizarse, así que
eliminar estos elementos es tarea urgente y necesaria.
No nos durmamos en
los laureles. Este proceso aún no se consolida. Tiene muchos y poderosos
enemigos dentro y fuera del país. Constituye un mal ejemplo para otros
pueblos del mundo, pues ha demostrado que es posible la inclusión,
la solidaridad, la cooperación, la complementariedad y la integración,
además de levantarse con dignidad ante cualquier atropello del imperio
a la soberanía, libertad y autodeterminación de cualquier pueblo del
mundo.
Aún queda mucho camino
por recorrer para alcanzar una sociedad socialista. Pero estamos dando
los pasos. No perdamos la ruta. De ello, depende no sólo nuestra propia
y legítima independencia, sino la de otros pueblos de este y otros
continentes. Estudiemos y conozcamos las estrategias y métodos de nuestros
enemigos y adversarios.
Hasta la victoria,
siempre!
(*) Frente de Izquierda Revolucionaria Alberto Müller Rojas