Querida Cecilia:
Leyendo la entrevista que concediste a Ciudad Caracas, encuentro que una de tus expresiones terminó por darle el título a la entrevista. “La música popular merece tanto apoyo como el sistema de orquestas”.
Quiero entender, y estoy seguro que tu intención fue decir que no apoyas políticas excluyentes ni de persecución (en el plano cultural)...yo tampoco, pero por un pequeño detalle, la expresión cae en el campo de la participación igualitaria de una compleja corporación transnacional de orquestas, que no representa nuestros más sentidos valores en la música (LA CREACIÓN Y NO LA REPETICIÓN DE MODELOS) con los valores que tú misma has representado durante toda tu vida.
La Cultura Popular no puede ser tratada de manera igualitaria con lo que representa el sistema de orquestas (corporación) dado el hecho que la cultura representada por las orquestas no nos pertenece aunque la hayamos heredado.
Esta presunción de igualdad de oportunidades nos hace suponer la igualdad de condiciones para ambas expresiones, que no es otra cosa que aceptar la lógica de la utopia cultural neoliberal fundamentada en el multiculturalismo, que es la interacción de un conjunto de sujetos autónomos plurales regidos por las leyes del mercado y el juego democrático.
El multiculturalismo prescinde de la unidad soberana y de la territorialidad culturalmente homogénea de la nación.
A través de este "imaginario igualitario" (presunción de valor igual..reconocimiento cultural) se incorporan al flujo social las demandas multiculturales; expresadas en el deseo y la posibilidad de la integración de sectores privilegiados dentro de las políticas de estado, consagrando con ello a los valores de las culturas hegemónicas en detrimento de los que , siendo subalternos desde el punto de vista económico y social, pasan ahora a una doble subalternidad en la medida en que son desplazados culturalmente.
Creer que poner a un niño de escasos recursos a tocar Mozart es una revolución, es una probabilidad en las culturas de Europa central, pero NO EN LA NUESTRA, allí solo se incorpora a la subalternidad al ejercicio de los valores de quienes le dominan y lo que es peor...hacerle creer que esos valores les son propios: el neocolonialismo se caracteriza por la toma de decisiones ajenas sobre objetos culturales ajenos y se profundiza el rechazo hacia los objetos culturales propios. La toma de decisiones ajenas se asume como propia y se colabora con el agente cultural ajeno que las toma; además, los objetos culturales ajenos se anhelan como propios. (Brito Figueroa, 1978, p. 710).
Es decir, la Burguesía gana espacio preeminente obligando a los desplazados (que no son otros que los exponentes de la cultura popular tradicional), a negociar sobre la igualdad de valores y de participación; esta negociación (en marcha) se hace desde luego desde una posición sumamente privilegiada de parte de los valores representados por el sistema (corporación) de orquestas que, haciéndose protagónicos, colocan a la cultura nacional en una posición defensiva y de negociación subordinada.
Si alguien aquí en Venezuela considera que la programación habitual de esta corporación de orquestas es una expresión fehaciente de la identidad nacional, le invito a un debate, a menos que, considere la identidad como un asunto frívolo y anticuado a nombre de la modernidad.
Una cosa es leer a Dante, a Shakespeare, a Virgilio, o a Widmann, y otra cosa es asumirlos como propios.
Si las políticas editoriales del estado venezolano le dieran preeminencia a los autores no nacionales (en una proporción 100 a 1) como hacen las orquestas con la música de procedencia europea en relación a los compositores venezolanos, estaríamos entonces ante una crisis epistemológica y de definición.
Hay allí un peligrosos juego ante la presunción del "Valor igual" en una sociedad democrática. Esto no es otra cosa que la subordinación que impone la llamada modernidad del capitalismo expresado en la Globalización. El Sistema (corporación) de Orquestas representa los intereses y valores de la Globalización.
Las orquestas de Cuba, incorporan compositores de casi todas las latitudes del mundo, pero le han dado siempre preeminencia a los creadores cubanos. Eso lo pueden constatar en las giras que a veces hacen al exterior, a pesar de los muy escasos recursos que poseen.
Vistas así, estos instrumentos de la heredad (las orquestas) pueden interactuar con otros protagonistas de la cultura nacional de un país, pero en las condiciones que están planteadas con el sistema de orquestas, es casi imposible.
La música y los valores que representas, querida Cecilia, están ahora en un sitial de subalternidad reprimida en relación a la que representa la corporación de orquestas.
Siempre atento a los nuevos retos que te planteas, admiro tu trabajo y tu trayectoria coherente que como recordarás, compartí en un breve pero intenso momento de mi accionar como músico instrumentista, justamente cuando los rigores del academicismo descontextualizado y disociante, estaban por hacerme olvidar mis propias raíces.
Un gran abrazo Cecilia.
Salud!!!
PD. Ojala que en los actos solemnes a El Libertador no nos impongan la preeminencia de los valores de las culturas que él, en su carta de Jamaica (como buen discípulo de Simón Rodríguez) enunciaba como co-protagonistas de la narrativa de la dominación.