El vacío dejado por Chávez a la hora de su muerte nos plantea una serie de problemas: El de la continuidad, el del afianzamiento y el del desarrollo del proceso revolucionario como elementos centrales del eje.
Desarrollar este planteamiento para arribar a soluciones prácticas, sólo se puede hacer a la luz de una visión objetiva, encaminada de inmediato a destacar el déficit y limitaciones del mismo proceso, que entrañan una serie de dificultades a superar, dada las fuerzas y tendencias desatadas que de forma contradictoria se expresan y operan al interior de la sociedad.
Reaparece ese fantasma al que algunos le temen, y otros que han pretendido esconder e ignorar, la lucha de clase que polariza a la sociedad venezolana: En revolución, contra- revolución y reforma.
Esta situación que siempre estuvo presente, se ha acelerado como un detonante con la desaparición del líder, y la sociedad se nos presenta como es, por encima de los pronósticos, porcentajes y encuestas electorales.
El inmundo asesinato que dejó como resultado la desaparición física de Chávez no es cualquier cosa, tiene complejidades que van más allá de una coyuntura electoral, donde el enemigo conocía el desenlace final del líder como parte de un plan escalonado que no se detiene.
El enemigo externo desde el inicio de este proceso junto a las fuerzas internas del país no ha dejado de conspirar utilizando todos los medios y vías posibles por revertirlo.
Hoy se cuenta no sólo con el voto duro de los revolucionarios –que son indiscutiblemente la mayoría-, el cual hay que preservar, cualificándolo para traducirlo de forma orgánica hacia todas las vertientes de la sociedad, gobierno y Estado.
No se está partiendo de cero, se emerge desde un proceso riquísimo en posibilidades revolucionarias, con unos acumulados guiados por Hugo Rafael Chávez, en donde las instituciones políticas y económicas de esa IV República habían arribado a una crisis profunda. Chávez asciende creando toda una nueva situación en la subjetividad de las masas, a partir del reordenamiento de la sociedad, con medidas y ejecutorias prácticas en la gestión de ese nuevo poder, donde los excluidos empiezan a tener un nuevo rol protagónico, bajo una plataforma signada por el antiimperialismo, en que resitúa en su justo valor el pensamiento Bolivariano. No quedándose dentro de los linderos que enmarcan el estrecho de su país, haciéndolo extensivo a todo el continente, con una serie de iniciativas, en la creación de un nuevo marco jurídico, que apuntan al corazón de la hegemonía imperialista, con nuevas normativas económicas, políticas y militares.
Rescatar el socialismo apoyado en su liderazgo, para esparcirlo como vía programática anticapitalista a la conciencias de las grandes masas de nuestro continente y su país es de un gran valor trascendental. Obligando con ello a la necesidad de dar un paso de lo subjetivo a lo objetivo como concreción en tiempo real, ante la gran crisis sistémica del capitalismo.
No renunciar a esa herencia de Chávez, rescatarla para su profundización, organizándonos de forma consiente como revolucionarios es la tarea fundamental, ya que sin organización revolucionaria no podremos profundizarla ni concluir la misión de destruir el Estado de la lV República y concretar los ideales Bolivariano de Patria Grande.
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