Al plantearse cuales han sido las dificultades y las posibilidades acerca del papel de la ciencia y de los científicos para incorporarse a los cambios planteados dentro del proceso político de la Revolución Bolivariana, se hace necesario revisar las distintas concepciones y metodologías de la ciencia y los caminos tomados para la implementación practica y real, que desde esta área del conocimiento puedan realizar acciones que puedan tributar para resolver los distintos problemas de la sociedad venezolana.
En ese sentido, siempre se ha escuchado que los hombres y mujeres de ciencia deben abocarse a los problemas nacionales y dedicarse a realizar una ciencia aplicada o funcional para lo cual los planes de formación han venido privilegiando desde las universidades y otras instituciones académicas.
También es justo afirmar que las instituciones académicas llamadas a la formación científica han venido cumpliendo su papel, pero ajustadas al modelo de universidad que responde a unos intereses económicos alejados de las realidades y del contexto sociopolítico de cambios que se vienen dando en la Venezuela Bolivariana.
Acerca de la política y la ciencia, explorando algunas de la dificultades, existe en la sociedad venezolana un marcado tabú, de los científicos , los cuales tiene una imagen de la ciencia, sus valores, su misión, que podemos llamar cientificismo, el cual supuestamente y presuntuosamente no puede aceptar ocuparse de problemas relacionados con la política porque esa no es una actividad científica legitima según las normas de quienes desde el hemisferio norte orientan las actitudes y opiniones de nuestros investigadores y sancionan virtudes y pecados, estando reservado ese campo a la ciencia política que es considerada una ciencia de segunda mano.
En palabras de Varsavsky, el “cientificista es el investigador que se ha adaptado a este mercado científico, que renuncia a preocuparse por el significado social de su actividad, desvinculándose de los problemas políticos, y se entrega de lleno a su carrera, aceptando para ella las normas y valores de los grandes centros internacionales, concretado en un escalafón. El cientificista en un país subdesarrollado es un frustrado perpetuo…” (Rivera, S)
Otra dificultad, podría ser, que la política como practica social requiere de una gran vinculación y comprensión de los problemas sociales exigiendo en consecuencia, el tener una formación de contenido político e ideológico que permita y ayude a interpretar los problemas para buscarle solución práctica, no solo la solución académica, sino ir mas allá en planteamientos de una realidad concreta; También, es posible que el campo de las llamadas ciencias duras y sus formadores hay escasa o nula convicción política, pensando de acuerdo a su formación en la posibilidad de que el simple desarrollo científico y tecnológico, según el modelo de pensar del hemisferio del norte facilitara los cambios políticos y sociales a la larga, actitudes estas que conducen a la desmovilización en el accionar político de los hombres de ciencia.
Ante esta realidad llena de afirmaciones y contradicciones pueden surgir algunas interrogantes que ayuden a reflexionar sobre el papel de la ciencia y de los científicos, al respecto, se considera: ¿cuales son los temas de mayor interés a ser tratados por la ciencia?; Cuales son los métodos mas prometedores? ; Quien y en base a que se establecen las orientaciones para cada ciencia; ¿en base a que parámetros se evalúa la obra de cada científico? ¿Obedece la ciencia a alguna élite de poder que se presume poseedora de la verdad? ¿Están preparadas las ciencias para dar las respuestas a los problemas económicos y sociales? ¿Es suficiente la metodología tradicional de la ciencia para establecer las reglas antes la demanda de solución de problemas? ¿Cuales han sido los causales que han llevado a la separación de la ciencia y la política? ¿Hasta donde es conveniente que nuestros científicos no tengan opinión ciudadana acerca de la realidad a la que ellos también pertenecen?
Indudablemente el avance de la ciencia ha tenido una gran relevancia para el conocimiento científico y para la sociedad, que se traduce en forma trivial a lo generado para la comodidad, el confort, facilitando el quehacer de la labor cotidiana pero además, paralelamente han creando las condiciones tecnológicas para una sociedad opulenta, que ha obligado a los militares a pedir ayuda y tiene a la religión a la defensiva; y por si fuera poco, es la que también genero las ideas, conceptos y teorías que son obras cumbres de la humanidad, capaces de producir emociones tan profundas como la revelación mística, el goce estético o el uso del poder.
Por otro lado, se nos presenta a la ciencia y sus diversos eventos, como si fuese el resultado de un desarrollo lineal y fundamentada en un único modelo para estudiar y comprender la realidad, con un lenguaje también único: universal, preciso y permanente, presentando a los investigadores separados del mundo físico, haciendo énfasis en que la única manera de estudiar el mundo científicamente fuera por pedacitos y en condiciones controladas, in vitro, negando otras alternativas y posibilidades que podrían engrandecer el conocimiento.
Así mismo, esa sociedad generadora de conocimiento que a su vez implica crear las condiciones para el consumismo extremo conlleva al proceso de lo que Joseph Schumpeter, llama la destrucción creadora, entendido como la capacidad intrínseca del capitalismo para crear nuevas estructuras tecnológicas y económicas destruyendo las antiguas, al mismo tiempo que produjo avances científicos y tecnológicos sin precedentes en la historia de la humanidad, produjo también amenazas sin precedentes de destruir el propio planeta y la civilización humana,(Bruckmann, M); es aquí donde la sociedad se pregunta si la ciencia y la política no pueden ser aliados estratégicos para evitar a tiempo el desastre solo por pensar en la neutralidad de la ciencia, en seguir erráticamente creyendo que la política solo es para quienes quieren vivir a costa del Estado.