Pensar que las elecciones burguesas solucionan las contradicciones sociales es una candidez, una ingenuidad que cuesta caro a los revolucionarios. Las elecciones son un combate necesario pero no es el definitivo. De allí que abordarla como la batalla final desmoviliza a las fuerzas revolucionarias.
La situación hoy es compleja, el campo revolucionario está contaminado por una fuerte desviación de derecha, la socialdemocracia ha tomado la dirección del proceso; sin embargo, no ha conseguido desmontar completamente la estructura espiritual socialista que Chávez nos dejó. En estas circunstancias, el Socialismo pelea desde la sombra de un gobierno que puja por ir hacia el capitalismo y no termina de desprenderse de su pasado socialista. El capitalismo pugna por un reacomodo de su dominación, por desprenderse del modelo agotado, remozar la dominación capitalista y hacerla más eficaz, más sincera. Esta pugna interna del capitalismo, entre un modelo socialdemócrata obligado a maquillarse de socialismo, de populismo, y un capitalismo que exige sinceridad, es el escenario de fondo de las elecciones.
Los capitalistas francos no se hacen ilusiones con las elecciones, las usan como una manera de debilitar al gobierno sin descuidar su plan central: borrar el recuerdo de Chávez, regresar a los territorios de antes del 4 de Febrero. Veamos.
José Vicente Rangel escribe en un enjundioso trabajo, y refiriendo un informe realizado por la Escuela de Inteligencia y Contrainteligencia G/B Daniel Florencio O’Leary, que el Comando Meridional/Sur de EE.UU. estaría justificando, ante el mundo, lo siguiente:
“La estrategia es clarísima: militarizar la lucha contra el narcotráfico y darle perfil político para instaurar, como blancos, a naciones donde hay procesos sociales de cambio. En la actual realidad latinoamericana, el blanco fundamental, por ahora, es Venezuela, a la que se pretende convertir en objetivo de un doble ataque: por un lado con la acusación de violación de los derechos humanos y, por otro, de servir al narcotráfico. La meta: declarar a Venezuela Estado forajido”.
Junto a esta preparación del imperio, abundan las declaraciones de los agentes criollos desautorizando al CNE. El editorial del diario el nacional, del día 23 de junio, nos trae esta confesión:
Mafiosamente (los chavistas) se infiltraron en el CNE, coparon la estructura interna e inventaron nuevos sistemas de votación a la sombra de los cuales se hicieron grandes negocios. El escándalo llegó a las costas del estado de Florida, en Estados Unidos, donde los vendedores de máquinas de votación le hicieron un tour de lujo al cliente rojo rojito. Ha costado sudor, lágrimas y huelgas de hambre iniciar el rescate moral del CNE y garantizar que un verdadero tsunami de votos aplaste las maniobras y trácalas de esa suerte de nido del vicio, como Las Vegas, para que vuelva a cumplir con su papel democrático.
Recordemos que el nacional es un diario oficial del capitalismo y comprenderemos que el resultado de diciembre estará signado por este concepto: si pierden tendrán ya una justificación para cantar fraude y activar lo que teme José Vicente: nos declararán Estado forajido y contra esto vale todo, como en Libia, como en Irak, como en Chile. Y si ganan exigirán claudicación total.
Las declaraciones de chúo torrealba, el jefe de la mud, son prácticamente una declaración de guerra, no se preparan para una elección sino para una confrontación. Leamos sus declaraciones publicadas en El Nacional.
“Todo el mundo tiene que tener claro que es lo que está en juego el seis de diciembre, lo que está en juego es el cambio del poder (…) ese proceso arranca ese día”, declaró en entrevista a Unión Radio.
Señaló que el próximo 6-D hay tres tareas claves a cumplir.
“El día de las elecciones tenemos que apoyar que todo el mundo vote y que a nadie le puyen el voto. Apoyar a nuestra red de testigos y miembros de mesa y por último, defender la victoria en las mesas y en la calle”, aseguró.
“Después lo que hay que hacer es defender la victoria, eso lo tiene que hacer el pueblo organizado. Tenemos menos de seis meses para construir esa red de organizaciones de base”.
Está claro que el chavismo va a las elecciones en circunstancias difíciles: un gobierno agotado en su vocación socialdemócrata, y una oposición oligarca que va a las elecciones con red de seguridad, con intenciones de ganar en los votos o ganar con la presión internacional, de salir de las elecciones con un gobierno agonizando, con la gobernabilidad en el suelo.
La crisis del capitalismo es de tal magnitud que las elecciones no la resuelven, ni siquiera la pospone, al contrario, la conduce a su desenlace.
Los revolucionarios chavistas no pueden caer en el opio electoral, hacer de las elecciones simplemente, meramente (lean bien) un evento electoral, como en la cuarta, ir casa por casa buscando votos. Considerar a las elecciones de esta manera sería suicida, conduciría al patíbulo.
Hay que ir a buscar los votos, claro que sí, pero ante todo preparar a la base chavista para la situación después del 6. Moralizarla, darle razones sagradas por las cuales luchar, trascender la demagogia electoral, explicar la situación, que cada voto signifique el compromiso de luchar por la Revolución, y que cada voto pedido signifique el compromiso del gobierno de rectificar, de reconocer en la práctica los errores, sea un propósito de enmienda que comience por firmar la carta de renuncia que sugirió Diosdado, pero además la renuncia a los privilegios que se desprenden del cargo de diputado, que cada diputado sea un ejemplo de austeridad, alejado de todo privilegio. Sólo de esta manera construiremos el liderazgo indispensable para la batalla que viene después del 6.