Por recapacitar, por sobrevivencia, por demagogia, por consecuencia con Chávez, por la campaña electoral o por lo que sea, el gobierno está haciendo ahora lo que debió hacer, hace ya bastante tiempo, antes de írsele de las manos la guerra económica. Es común que un equipo de béisbol pueda llegar a ganarle al contrario en el noveno inning pero, aunque se le parezca, la batalla electoral no es un juego.
Si los recursos fluyen sin demora para que los trabajadores dispongan con tiempo de sus bolsillos llenos, puedan ir a los mercados y encuentren los productos anclados a un precio razonable antes de las elecciones, entonces el gobierno habrá bateado de jonrón contra la MUD. Ahora falta lo más difícil: uno que aparezcan los productos, dos que el aparato cívico militar de la revolución logre poner orden en el caos capitalista de la especulación y tres que tal hazaña se logre en las próximas semanas. No bastan con el propósito y la buena intención de meter por el aro a los comerciantes, hay que hacerlo ya y lograr que el sentimiento de victoria por el control del precio máximo de venta al público, penetre con fuerza en las masas.
En mi caso sin abandonar mi posición crítica ya había decidido, por convicción, salir a votar el 6 de Diciembre contra el fascismo sin necesidad de la motivación por los aumentos salariales. Este compromiso con la teoría revolucionaria no cuenta para las mayorías en las elecciones burguesas donde lo que vale es el pragmatismo y lo ideológico no cuenta.
El gobierno descubrió el agua tibia con la conversación entre Mendoza y Hausmann pero no hay mal que por bien no venga. Ahora la calaña traidora del socio capitalista al que la revolución financió con la bicoca de 5.200 millones de dólares, solamente el año pasado 800 millones de dólares, quedó fuera de la macolla. Los planes neoliberales de Lorenzo Mendoza contra Venezuela seguramente llevarán a revisar el pacto gobierno- burguesía importadora reivindicándose así los planteamientos discrepantes de la izquierda crítica.
Nos hacemos muchas preguntas que en cierta forma recogen parte de la angustia nacional:
¿Se producirán cambios profundos en la estrategia económica?
¿Se tomarán en cuenta los señalamientos de la izquierda crítica?
¿Aumentarán los votos del GPP en detrimento de la clientela de PSUV?
¿Una posible victoria popular en las elecciones del 6/12/15 será tomada con humildad por el gobierno?
¿Continuará aplicándose la idea de construir el socialismo con los capitalistas?
¿Continuará siendo el poder popular una abstracción?
¿Seguirá sin concretarse la utopía del estado comunal?
¿Se aprobará por fin en la Asamblea Nacional la engavetada Ley de Educación Universitaria?
¿Se acabarán las colas algún día?
¿Se nacionalizará la banca?
¿Despegará el desarrollo agroindustrial con relaciones de producción socialistas?
¿Dejará de estimularse la participación capitalista en el negocio petrolero?
¿Se pondrá fin al drama de las medicinas?
¿Se permitirá en algún momento una auditoría pública?
¿Seguiremos con el IVA?
¿Seguirán los maestros muertos de hambre con sueldos miserables?
¿Estará realmente el gobierno empezando a abrir los ojos?
Con todas estas interrogantes acudiremos a votar el 6 de Diciembre sin ninguna duda contra la oposición.