Es indiscutible que reducida una pandemia la herencia que esta le entrega a la humanidad es tan sombría que en muchas ocasiones los vivos que quedaron, después de amainada la enfermedad, dudan si fue una ventaja haber sobrevivido a la tragedia. Por ejemplo, cuando la peste negra asoló a Europa, Asia y África en el siglo XIV, se contabilizaron como 80 millones de muertos, otros calculan 200 millones, hasta tal grado que entre un 30 % al 60 % de la población europea murió. Algo similar, pero menos tétrico, sucedió con la gripe española desde el 1918 hasta 1920 dejando, a lo largo de todo el planeta, la macabra cifra de 100 millones de muertos. Ciertamente tales pandemias no solo deben contabilizar el número de fallecidos, además es preciso agregar la desesperanza de aquellos que quedaron vivos, en muchos casos, en la inopia más degradante en la cual se puede encontrar un ser. El deprecio del prójimo al conocer que algún familiar murió de la terrible enfermedad, la pérdida de sus bienes, porque las casas donde habitaban el o los infectados fueron quemadas. Además, la merma de los trabajos dado que muchas empresas de la alta y mediana industria tuvieron que cerrar.
Hoy Venezuela y el mundo están padeciendo los embates de la pandemia del coronavirus, que más o menos apareció en marzo del 2020 y lamentablemente nadie sabe la fecha de cuándo acabará. Hasta ahora las cifras no son tan lastimeras como las referidas anteriormente, los encargados de esta información refieren unos 900 mil fallecidos y 26 millones contagiados. Por fortuna, la estadística no se asemeja en nada a las referidas anteriormente, siendo EEUU el país con mayor número de fallecidos (186.000) y con más contagiados (6.130.000). Contrariamente, Venezuela es unos de los países con una taza baja de fallecidos por la epidemia, pocos contagiados y altos niveles de recuperación.
La secuela de la pandemia del covid 19 no se reduce a los difuntos y a los infectados, también la economía de muchos países está padeciendo las consecuencias de esta epidemia, tales como la quiebra de las empresas, despedida de empleados, inflación por abuso de los comerciantes, restricciones en el comercio debido a la cuarentena, angustias y desesperanzas por la situación familiar, aumento del estrés, enfermedades nerviosas, problemas desnutrición y anemia debido al encarecimiento de los precios de los alimentos, padecimientos por el alto costo de las medicinas, entre tantos males que no se le ve la solución a corto plazo.
Agregado a lo anterior, la pandemia del coronavirus tiene una incidencia social y familiar. En el primer caso la enfermedad mostró el verdadero rostro de algunos seres individualistas y cobardes que no disimulan el desprecio por el vecino afectado por la enfermedad, a tal grado que promueve la ofensa social hacia el infectado próximo y hacia la familia de quien padece el mal. En cuanto a la familia que posee un pariente contagiado por el virus es prácticamente sometida al desprecio vecinal y en algunos casos, se le solicita el abandono de la residencia en la cual tiene viviendo muchos años.
En el plano internacional es lastimoso el uso que se está haciendo del problema de la pandemia, que pareciera que se convirtió en un problema político y no un problema de salud pública. Sin dejar de lado la actitud manifiesta de EEUU en descalificar el trabajo de OMS, desacreditar el adelanto que tiene Rusia, China y otras naciones con relación al descubrimiento de la vacuna contra el covid 19. Que, en vez de buscar una alianza con estos gobiernos para la erradicación total de la pandemia, se empeña en denigrar del trabajo de los científicos quienes tienen experiencia en virología y tiempo trabajando en la búsqueda de la cura de la enfermedad.
Es innegable el tratamiento que esgrime los países neoliberales como USA, Colombia, Chile, Perú, Brasil entre otros, para enfrentar la acción del coronavirus. Ciertamente, la enfermedad los encontró desprevenido, simplemente por carecer de un sistema de salud pública apropiado, debido a la privatización de tales servicios. Cualquier persona que desee, como prevención de la enfermedad, realizar un test para conocer si dentro de su cuerpo posee rastro del virus deberá cancelar, por lo menos, $ 40 USA, servicio que en países como Venezuela, Cuba, Nicaragua, China, Rusia y otros son completamente gratis.
El legado del coronavirus es bastante doloroso, no solo por los difuntos, los contagiados y la secuela de esta penosa enfermedad, sino que esta contribuyó a mostrar en verdadero talante de los líderes, tanto de EEUU, los del menguado grupo de Lima y los de UE. Estos gobernantes, a pesar de las sanciones económicas, financieras y bloqueo petrolero y de la consternación que sufren los venezolanos producto de la acción criminal de los presidentes y primeros ministros, no tienen un mínimo de sentimiento humanitario para suspender la némesis que eviten los padecimientos de millones de personas. Y lo peor de todo, a pesar de los sufrimientos de nuestros compatriotas insisten en aplicar nuevas sanciones para matarlos de hambre y evitar que tengan acceso a las medicinas.
Por esta misma vía, el legado del coronavirus está revestido de mentiras con visos criminal, al afirmar el amargado de Donald Trump que Venezuela es uno de los países más afectados por la pandemia por la falta de atención sanitaria por parte del gobierno de MM. Parece que el gordinflón desconoce de las ayudas humanitarias prestadas por la ONU, la Cruz Roja y de los países aliados como Cuba, China, Rusia e Irán. Es lamentable, que no es solo la vil mentira, sino que esta es una vulgar excusa para invadir a Venezuela por una supuesta epidemia que nuestro gobierno no puede controlar. Parece que el rubicundo no mira hacia su país que tiene el mayor número de difuntos y contagiados, además, sus aliados en Suramérica, como Colombia, Perú, Brasil y Ecuador están peor que Venezuela, muy distantes a los logros alcanzado por el gobierno de MM en materia sanitaria para enfrentar la enfermedad.
No puedo olvidar las acciones de la oposición venezolana, liderada, perdón representada, porque líder no es, por el gafo de Guaidó quien quiere pescar en río revuelto con la certeza que no va a sacar ningún pescado. El mequetrefe miente descaradamente sobre las acciones del gobierno de MM y en contubernio criminal con los enemigos de la patria, insiste en la aplicación de más sanciones y una intervención militar que impida la realización de las elecciones en noviembre para renovar la AN.
En cualquier región del mundo los traidores a las patrias, por ejemplo, los espías a favor del enemigo, por lo general actúan subrepticiamente, quizás por una migaja de vergüenza que le pueda quedar. Contrariamente, los traidores a la patria como la señora María Corina Machado solicitan, sin sonrojoalguno, la formación de una alianza militar internacional para invadir a Venezuela y deponer al gobierno elegido por el voto universal, directo y secreto. Lamentablemente, parece que actualmente USA y UE se constituyeron en un tribunal electoral internacional para declarar si una elección es producto de un fraude o no y así ser reconocida por otros países. Sería conveniente que la organización responsable de las elecciones de EEUU solicite a nuestro CNE un veedor como testigo y juez de las próximas elecciones de eses país. Está claro, como los electores no son los que eligen al presidente, según nuestro criterio las elecciones de USA son un fraude.
Hay que tener presentes siempre a las sabandijas como Juan Guiadó y María corina Machado, estos bellacos hicieron de la traición a la patria un medio de vida para presentarse ante el mundo como supuestos defensores de los valores democráticos. Quizás, por esto el profesor Peter Navas en el libro "El libro del recuerdo" expresó: "Tras hacer un breve resumen de lo sucedido, declaró que el príncipe era no solo un traidor a la patria, sino un vil criminal y un desertor, un miserable gusano, un engendro, un monstruo que no merecía piedad". Lee que algo queda.