¿Qué es -en verdad- el socialismo?

Luego de que el Presidente Chávez anunciara su socialismo del siglo XXI, no ha habido clase social, partido político, gremio sindical, institución religiosa, raza o sexo, en que no se haya discutido o interrogado sobre el tema planteado. Las masas –eso que llamamos pueblo y especialmente proletariado-, por múltiples factores hasta ahora, no se ilustran en teoría ni en la ciencia de la noche a la mañana. No tiene poder económico para crear su cultura y su arte propios, por eso cuando llega al poder tiene que asimilar lo mejor del legado de conocimientos del capitalismo para iniciar la carrera de la universalización de la cultura y el arte. Sin embargo, en especiales y críticos momentos de la historia de la lucha de clases, asimila como nadie lo mejor del legado ideológico que le sirve para la conquista de sus grandes propósitos revolucionarios y, de otra parte, somete a crítica demoledora y rechaza todo ideal que se le presenta disfrazado de revolucionario pero que lleva en el alma y el corazón las tendencias que benefician exclusivamente a los postulados del capitalismo.


En la actualidad son millones y millones de personas interesadas en saber qué es realmente el socialismo. Los acérrimos enemigos de este régimen económico-social dan su eterna versión falsa y maligna: un sistema que niega los derechos humanos, las libertades públicas y privadas; que se rige por el autoritarismo y permite que los comunistas se alimenten comiéndose a los niños en vivo o en trozos de churrasco vuelta y vuelta; que clausura las iglesias, asesina a los curas y persigue con saña a los creyentes en Dios para esclavizarlos hasta el instante en que se convenzan que odiar el reino del cielo es la única visa segura de su libertad; que la propiedad social significa la ruina, hambre y dolor mientras que la propiedad privada es la única generadora de la felicidad del ser humano; que le quita la mujer al prójimo y la prostituye para que produzca impuesto al valor agregado comerciando su sexo;  que todo impedido físico es llevado vivo a la autopsia para sacarle los órganos que sirvan para ser traficados en el negocio de la medicina ilegal; que los festejos se hacen en forma de orgía para que los dirigentes se harten de placer sexual entre los aplausos y vítores de los cornudos voluntarios y conscientes. En fin, un régimen sólo de atrocidades de una minoría contra la mayoría de la humanidad. Miden el socialismo por una realidad cruda y perversa que es propia del capitalismo salvaje.


De otra parte, también marxistas, marxista-leninistas, leninistas, trotskistas-leninistas, trotskistas, estalinistas-leninistas, estalinistas, maosetunistas, guevaristas, fidelistas, bolivarianistas, zamoristas, grancistas, anarquistas, reformistas, revisionistas, oportunistas, y todo cuanto termine en istas, se han incorporado a la búsqueda de la definición correcta de socialismo para entender el significado del socialismo del siglo XXI propuesto por el Presidente Chávez. Esto es ya en sí mismo un paso importante en procura de armarse de teoría revolucionaria.


Sencillamente permítaseme decir esta cosita: hace ya casi 159 años que fue publicado el Manifiesto Comunista, donde Marx y Engels nos ilustran de muchas definiciones de socialismo pero, al mismo tiempo, el por qué no lo denominaron “Manifiesto Socialista” y, además, señalan la misión sagrada de los comunistas, de los proletarios –pudiéramos decir de los pueblos que ansían su emancipación social- contra el capitalismo para hacer posible la fase socialista de la sociedad comunista. Socialismo científico y verdaderamente revolucionario es una categoría histórica que tiene el mismo valor para todos los pueblos y todos los territorios del planeta Tierra en todos los tiempos. La gran diferencia estriba en que no se puede construir de la misma manera en unas partes que en otras, por lo cual no sólo hace falta la revolución socialista internacional, sino también la aplicación de la ley del desarrollo combinado superando a la ley del desarrollo desigual.


Socialismo es, de manera sencilla, la socialización de todos los medios de producción, de la organización de la sociedad, del control y la administración, de la distribución, de todos los servicios públicos, de la riqueza producida, de la solidaridad, del amor; en fin, de la cultura y el arte.


Podemos decir con suficiente claridad y sin temor a equivocación alguna que el socialismo posee, por lo menos, unas cinco, seis o siete características que lo hacen idéntico en cualquier parte del mundo donde se produzca. Lo que nunca debemos confundir es la transición del capitalismo al socialismo con el socialismo propiamente dicho, es decir, como la fase inferior de la sociedad comunista.


Socialismo es el triunfo definitivo de la propiedad social de los medios de producción sobre la propiedad privada de los mismos. Eso es lo que constituye el fundamento del régimen de la economía socialista. En otros términos, el socialismo globaliza la gran propiedad sobre los medios de producción que deja de ser privada capitalista y transforma la pequeña propiedad sobre los sostenes socialistas. La propiedad social sobre los medios de producción garantiza a la sociedad los intereses y beneficios económicos esenciales para una digna existencia humana.


El socialismo, con la eliminación de toda propiedad privada sobre los medios de producción, hace desaparecer las clases sociales y, por consiguiente, la explotación y la opresión del hombre por el hombre. El motor de la historia ha sido y será hasta el triunfo definitivo del socialismo la lucha de clases. Al desaparecer éstas ya no existe ninguna necesidad de violencia social, de contradicciones antagónicas entre las personas, de egoísmo y desprecio ni necesidad de explotar a otros desde el punto de vista de clase ni de Estado.


En el socialismo, al no existir propiedad privada ni clases sociales, se extingue el Estado como expresión de aquellas; ya no se requiere como instrumento de poder político ni como de represión para garantizar intereses económicos de clases o particulares. A la segunda fase de la sociedad comunista sólo llegan algunos vestigios del derecho burgués que con el desarrollo de las fuerzas productivas, de las ciencias, de la técnica y de la educación, es decir, con la cultura y el arte armónicamente universales, se extinguen para siempre y el Estado, como total esqueleto, pasará al museo de las antigüedades desde donde nunca más recobrará vida social. Dejará de existir toda expresión de opresión social.


En el socialismo, producto de la economía planificada y de la educación integral de los seres humanos esencialmente, desaparecen las contradicciones irreconciliables entre el campo y la ciudad como entre trabajo manual y trabajo intelectual. Contradicciones que en el capitalismo alcanzan un nivel de antagonismo tal que no hacen más que evidenciar la anarquía y la desigualdad social en perjuicio de la ley del desarrollo combinado. Esta, en el socialismo, supera con creces a la ley del desarrollo desigual.


En el socialismo avanzado y apto para pasar a la segunda fase de la sociedad comunista, producto de los niveles de igualdad y solidaridad que logra y de satisfacción de las necesidades y de la humanización del trabajo, desaparecen el dinero, el egoísmo, el desprecio, la usura, toda expresión de esclavitud material y espiritual. El socialismo prepara las bases para que en la segunda fase –llamada por Marx comunista- reine la libertad sobre la necesidad y cada quien trabaje según su capacidad y tome bienes según sus necesidades.


El socialismo es, como fin en sí mismo, el logro de la administración de la sociedad por todos sus ciudadanos organizados y educados, por lo cual ya no se requieren instrumentos que se tomen la atribución de dirigir haciendo uso de elementos burocráticos. Es, en fin de cuentas, el período histórico en que se abrazan los trabajadores con las ciencias y la técnica y aplastan con su abrazo fuerte todos los obstáculos sociales que se interpongan en el desarrollo de la humanidad.


El socialismo es un régimen de la solidaridad humana sin más interés supremo que el del bien común, el de amar al prójimo como a sí mismo. Se inscribe para siempre la consigna del imperio de la ternura, la alegría, la vida y la solidaridad entre todos y para todos. El mundo se hace humanidad.



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Freddy Yépez


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