El precepto de la moribunda ideología mecanicista según el cual el grado de exactitud de la aprehensión de los fenómenos u objetos sociales guarda una relación directamente proporcional con el grado de fraccionamiento y el análisis cognoscitivo especializado de sus partes y respectivos ensamblajes, contrasta con la prescripción de la naciente ideología sistémica, integral, holística o de campo unificado en la cual se afirma que el grado de aproximación de la aprehensión de los fenómenos u objetos sociales guarda una relación directamente proporcional con el grado de integración y síntesis sistematizada que resulta del conocimiento de las interacciones que entre sí y con el todo sostienen sus ingredientes, discordancia ésta que, aplicada al escenario político, repercute en la abismal diferencia que ostenta el liderazgo de Hugo Chávez con respecto a la dirigencia política tradicional.
Como consecuencia de la militancia de los dirigentes políticos tradicionales en las huestes de la ideología mecanicista, resulta su convicción de que, dada la especialización que les endosa su vetusta actividad política partidista, se hace indispensable el logro de la perpetuación de las partes y respectivos ensamblajes de sus respectivos partidos, así como también del progresivo fraccionamiento que éstos han generado en el seno del pueblo. Bajo esta óptica y en lo que se refiere al sector hasta ahora aliado del proceso revolucionario, los privilegios y “éxitos” por ellos alcanzados se transforman, por un lado, en la prueba más fehaciente del grado de exactitud con el cual han establecido y practicado sus organizaciones políticas y, por otro lado, en el obstáculo principal para incondicionalmente probar fortuna en la construcción del Partido Socialista Unido de Venezuela, ya que les atemoriza enormemente el solo pensar en la posibilidad de perder los privilegios alcanzados.
Por el contrario, de la militancia de Hugo Chávez en los enjambres de la ideología integral, sistémica, holística o de campo unificado, deriva su convencimiento de que, como resultado de la integración y síntesis sistematizada que le ha acarreado su lozana e innovadora laboriosidad política unificadora, se hace indispensable superar la sustancia y la forma de la totalidad de partidos tradicionales, así como la creación de una novedosa organización política cuya misión de establecer y practicar la unidad del pueblo que destierre el fraccionamiento social que los arcaicos partidos han generado. Visto de esta manera, los privilegios que han usufructuado los dirigentes y partidos políticos tradicionales se convierten para Chávez, por una parte, en la demostración más irrefutable de su incongruencia con el alto nivel de aproximación que la democracia protagónica le exige indubitablemente al partido político de la revolución y, por otra parte, en el catalizador primordial para abalanzarse categóricamente hacia la construcción del hasta ahora intitulado Partido Socialista Unido de Venezuela.
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