El PSUV y el debate

Más de cinco millones de aspirantes a ser parte del PSUV se registraron en las jornadas correspondientes. Una gentará, en términos sencillos, que van desde antiguos militantes socialistas, comunistas, troskistas, maoístas y hasta algún anarquista hasta llegar a los saltimbanquis que se inscriben con facilidad en cualquier partido que esté en el poder, con la particularidad de que en cada pasantía mejoran sus cuentas bancarias. Una gentará que, de acuerdo a lo anunciado deberá debatir en los llamados batallones socialistas.

Según algunos promotores del PSUV estos debates no tendrán agenda, ni guiones, ni pautas; es decir, que bien en Los Cocos un batallón podrá fajarse a escudriñar en el qué hacer con la propiedad privada de los medios de producción en el llamado socialismo del siglo XXI o bien en el batallón de Sabanamar podrán arrancar con una sesuda polémica en torno a la belleza y el tamaño de las tetas en el socialismo.

Así que tal espíritu anunciado por estos promotores nos permitirán ir desde la figura de Carlos Marx a la de Tatiana Capote sin ningún miramiento ni rubor; lo importante, en todo caso, será el número de personas que participen en el debate y la elección del vocero del batallón.

Todo democrático, participativo y numérico.

A pesar de estas perspectivas percibidas a partir de esta apertura en el debate y las propuestas, se anuncia que una comisión elabora un documento base para la discusión ideológica en los batallones. Los camaradas Alí Rodríguez Araque y Alberto Müller Rojas conforman esta comisión, lo que es indicativo de que, al menos, el documento base no tenderá hacia una vulgar, reformista y ya gastada socialdemocracia, sino que iremos a algo más profundo, en un principio.

Escribo en un principio porque muchos socialdemócratas ingresarán al PSUV y han pululado dentro del chavismo desde 1998, cuando el propio Chávez andaba coqueteando con la tercera vía de Tony Blair. El debate nos conducirá a una definición que bien podría inclinarse a un modelo donde los empresarios bolivarianos o “empresarios socialistas” cojan el sartén por el mango o hacia uno donde se escuchen y se consideren seriamente a aquellos que optan por un socialismo que le de matarile a la propiedad privada de los medios de producción para darle paso a la propiedad colectiva de los mismos.

La perspectiva de este debate nos anima a vislumbrar una salida airosa dentro de ese mundo que nos pretende conducir a la mera contabilidad: ¿cuántos somos? ¿cuántos más sumamos? ¿cuántos voceros nos tocan?

Tantos números pueden terminar por enterrar las ideas.

salima36@cantv.net


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Pedro Salima


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